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'Cas Rosell': la censura y el padre Paulino

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Ferran Monegal

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No pasará a la historia el documental sobre El cas Rosell (TV-3) por su excelencia o interés informativo. Pasará porque por primera vez un periodista de TV-3 (Víctor Lavagnini) se ha rebelado denunciando a la cadena por censura. ¡Ah! Es noticia que un miembro de la amplísima plantilla de TV-3 se insubordine por las manipulaciones de la directiva.

En el plácido oasis de Sant Joan Despí se vive tan cómodamente que nadie dice nunca ni pío sobre el tipo de producto que les hacen fabricar cada día. ¿Y cuál es la parte censurada por la parte censurante, cabe preguntar? Al parecer se han extirpado unas diligencias del Departamento de Justicia de Estados Unidos, del año 2015, en los que se implica no solo a Rosell, sino que también podría quedar salpicada alguna rama, o filial ultramarina, del arborescente y colosal imperio de Jaume Roures.

¡Ah! Para un ignorante en ingenierías financieras como yo resulta complicadísimo seguir la consistencia o inconsistencia de este hilo. Pero desde un punto de vista estrictamente televisivo, y conociendo TV-3 y cómo se las gasta, está clarísimo. Se trataba de hacer un documental cariñoso con Rosell –tras dos años en la cárcel y salir exculpado, se merece este cariño– y al mismo tiempo evitar a toda costa cualquier referencia a Roures.

En este contorsionismo para quedar bien con uno y con otro, a TV-3 se le ha visto, una vez más, el plumero. Tras la denuncia de Lavagnini, más todavía. Flaco favor le han hecho a Roures: queriendo protegerlo de no sabemos qué le han transformado en coprotagonista. Es lo que tienen los monaguillos: a veces se pasan de rosca cuando quieren hacer méritos delante del obispo.

Otro aspecto, tan o más grave que el de la censura, es que la dirección de TV-3 ha ido en contra de su propia cadena al secuestrar este documental, casi tres meses, cosa que permitió que Évole se les adelantase en La Sexta. La presidenta de la Corpo debería llamar a la dirección de TV-3 a capítulo.

De este accidentado trabajo lo más luminoso ha sido el padre Paulino, mosén de Soto del Real y fervoroso culé, a quien Bartomeu hizo entrega oficial de una camiseta blaugrana personalizada. Dijo: «Después de 26 años trabajando en la prisión, he visto muchas personas cumpliendo condena injustamente. No creo en la Justicia». ¡Ah! Tomen nota los que en lugar de impartirla, la cocinan.