TÚ Y YO SOMOS TRES

Duelo de inspectoras ('La casa de papel')

Pié de foto: Lisboa y Alicia (La casa de papel 4, Netflix).

Pié de foto: Lisboa y Alicia (La casa de papel 4, Netflix). / periodico

Ferran Monegal

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Sesión Netflix. La casa de papel, cuarta temporada, de una tacada. Ocho capítulos. No voy a hacer ni un solo spoiler, no se preocupen. Impresiones personales. Pinceladas. Testifico que a mi canario flauta Papitufan de esta serie, cada vez le interesa menos la casuística del robo en sí. Coincido. Los esfuerzos para fundir el oro del Banco de España comienzan a ser interactivos. Algún diálogo entre la banda es pintoresco eso sí. «Tokio es un Maserati. Y nadie deja un Maserati en la calle, con las puertas abiertas y las llaves puestas» le dice Denver a Río. Es una metáfora automovilística un poco poligonera, pero tiene su punto.

A nosotros lo que más nos ha subyugado de esta cuarta temporada es el interrogatorio que la inspectora Alicia (Najwa Nimri) practica sobre Lisboa (Itziar Ituño). En un cara a cara sustancioso y profundo.  Muy bien trabajado por los guionistas, y muy intensamente interpretado por ambas actrices. En realidad se interrogan mutuamente. Ambas son inspectoras de policía. Es una batalla en la que se buscan el alma. Se hurgan en la conciencia. Ninguna de las dos triunfa. Puede parecer que Lisboa es la que lanza los dardos más terribles («A ti no te importa que te llamen torturadora en los medios, pero a tu marido, que es una buena persona, sí») pero la verdad es que ambas salen derrotadas. Muy heridas.

Ocurre también en esta cuarta entrega un episodio aparentemente surrealista: cuando rememoran la boda de Berlín. Sucede en un monasterio. Aparece una coreografía de monjes cantando Ti amo de Umberto Tozzi, en plan gregoriano, y también aquel de Franco BattiatoCentro Di Gravità Permanente. Heterodoxo momento, pero enormemente disfrutable. Las selecciones musicales que nos colocan es algo que celebro. En otro pasaje rescatan aquel Amado mío que cantaba  Rita Hayworth en Gilda. ¡Ah! Nos han enternecido. Todos queríamos ser Glenn Ford cuando vimos esa película.

Netflix, y el resto de plataformas audiovisuales, saben al instante no solo cuánta gente ve una serie, sino cuánta la abandona al segundo o tercer capítulo. Es un dato que no suelen facilitar casi nunca. En el telehipódromo de la celtiberia show, con las series pasan cosas extrañísimas. En TVE-1 emiten ahora Killing Eve. Es excelente. Para chuparse los dedos (la tienen entera en HBO). No obstante concita audiencias mínimas.