TÚ Y YO SOMOS TRES

Los testículos del saltamontes

Ferran Monegal

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Comenzaron programando solo dos o tres entregas, en plan homenaje al pasado, pero en vista del éxito parece que se va a quedar. Me refiero al regreso de ¿Quién quiere ser millonario? (A-3 TV). Este concurso dio muy buenos resultados hace casi 20 años atrás. Comenzó en Tele 5 y luego pasó a A-3 TV. Ahora está renaciendo con una fuerza extraordinaria. Carlos Sobera nos enseñó entonces que con buenas preguntas, silencios, pausas e ironías suaves con la ceja levantada, se podía triunfar. Nuestro canario flauta Papitu está contento porque es fan y devoto seguidor de este programa. Le gusta sobre todo cuando Juanra Bonet –que es el actual presentador–  hace preguntas de historia, de zoologia y de matemáticas. Una que sobrecogió mucho a nuestro canario flauta fue: «¿En qué año se usó la guillotina por última vez para ejecutar a alguien?». ¡Ah! Fue en 1977, en Marsella. Ajusticiaron al tunecino Hamida Djandoubi, culpable de torturar y asesinar a una joven de 21 años. Los guionistas de este concurso saben que hay que equilibrar la temática de las preguntas, para que se pueda jugar en familia sin sobresaltos. Por ejemplo, si después de la guillotina, que te deja horrorizado, pasas a esta otra: «¿Cuál es el animal que tiene los testículos más grandes respecto a su volumen corporal?», pues entonces te relajas y te ríes una barbaridad. Papitu esa se la sabía de calle. Gritó enseguida: «¡Es el saltamontes costero! ¡Tiene unos güevos. Resumiendo, el regreso de este concurso, tal y como va hoy la tele, tan llena de petardos, es algo muy celebrable.

LOS HECHOS YA SOLO IMPORTAN  PARA MANIPULARLOS.– Está celebrando estos días Matías Prats sus primeros 40 años como presentador de informativos televisados. En La Sexta noche le preguntaron por qué los periodistas cada vez estamos menos valorados. Contestó: «Pues porque proliferan los periodistas que eligen una ideología, y luchan contra los que han elegido otra. Se han olvidado de que nuestra profesión tiene un mandamiento fundamental: los hechos son sagrados». ¡Ah! Matías hace diana. Hoy una parte de la profesión vive atrincherada. Dispara a la trinchera contraria. Los  hechos solo interesan para manipularlos y fabricar  lo que llaman relato.  Son realidades inventadas. Bien publicitadas, y repetidas, la gente se las traga.