Entrevista
Mateo Valero, el pionero que ha impulsado el superordenador de Barcelona: "Sin supercomputación la ciencia está ciega"
Barcelona alumbra el MareNostrum 5, uno de los superordenadores más potentes del mundo
Carles Planas Bou
Periodista
Periodista tecnológico entre el mundo digital y la política internacional. Centrado en capitalismo de plataformas, IA, vigilancia y derechos digitales. Excorresponsal en Berlín durante más de cuatro años, cubrió los gobiernos de Merkel, la crisis de los refugiados y el auge de la extrema derecha. También ha trabajado en Europa Central y en Canadá. Graduado en Periodismo por la URL y máster en Relaciones Internacionales por la UAB. Ha colaborado con TV3, TVE, Deutsche Welle, Catalunya Ràdio, El Orden Mundial o El Salto.
Barcelona alberga uno de los supercomputadores más potentes del mundo. Se trata del MareNostrum 5, un prodigio tecnológico que, según celebró Pedro Sánchez, "permitirá convertir Catalunya en la capital científica de Europa". Este ambicioso proyecto, impulsado por el Barcelona Supercomputing Center (BSC-CNS), tiene como misión dar respuesta a grandes preguntas de la humanidad, desde anticipar el cambio climático a curar enfermedades como el cáncer.
Ni este hito, ni la supercomputación en España se entienden sin la figura de Mateo Valero. En 1974, este ingeniero de telecomunicaciones oriundo de Alfamén (Aragón) se mudó a Barcelona. "Yo lo que quería era hacer matemáticas", explica en una charla con EL PERIÓDICO. En la capital catalana logró convertirse en el primer catedrático de arquitectura computacional, liderando el recién creado departamento de la Facultad de Informática para enseñar a construir ordenadores. Una década después, convenció al entonces ministro de Industria, Joan Majó, para que el Estado invirtiese 10 millones de pesetas en comprar un computador muy potente para la época y en crear un centro de investigación en la ciudad condal.
"España no ha sido nunca un país que ame la ciencia, así que entrar en la Unión Europea fue fundamental porque nos permitió acceder a recursos, colaborar con los grandes y dar un salto", recuerda. Durante años, Valero tendió puentes con investigadores, cooperó con empresas como IBM, recaudó más dinero e impulsó la formación de expertos. Siempre con el apoyo del Gobierno de España, de la Generalitat de Catalunya y de la Universitat Politècnica de Catalunya. En 2005 inauguraron oficialmente el BSC. "Es la consecuencia de casi 40 años de trabajo en equipo en los que nunca he visto una discusión", explica orgulloso.
La potencia de cálculo ha permitido que la IA salga del armario y haga cosas incomprensibles incluso para quienes nos dedicamos a esto
Investigación científica
Desde entonces, el BSC ha albergado superordenadores cada vez más rápidos, potentes y con mayor memoria. Columnas de procesadores de luces parpadeantes que realizan operaciones a un ritmo impensable para los humanos. El último, MareNostrum 5, puede procesar hasta 314.000 billones de cálculos por segundo. En una hora logra resolver lo que a un ordenador portátil le costaría 46 años. "La potencia de cálculo ha permitido que la inteligencia artificial salga del armario y empiece a hacer cosas que son incomprensibles incluso para quienes nos dedicamos a esto", señala.
La hipervelocidad y el análisis masivo de datos abre la puerta a que los investigadores puedan ver aquello que hasta ahora ha permanecido invisible. La máquina, según Valero, actúa tanto como un microscopio como un telescopio. Así, el MareNostrum permite crear réplicas de la Tierra para anticiparse al cambio climático, pero también descubrir cómo funciona el genoma humano. "Junto a la teoría y los laboratorios, la supercomputación es el pilar del avance de ciencia y la ingeniería", remarca. "Sin ella está ciega". En comparación, ve ChatGPT como una "chapuza".
Los cálculos realizados por la imponente infraestructura informática del BSC permiten a los investigadores monitorizar el clima o combatir la contaminación del aire en zonas urbanas como Barcelona. Esos pronósticos son posibles gracias a que la red "va aprendiendo cuantos más y mejores datos le metes". Para que los resultados sean buenos es esencial que esos datos no acarreen sesgos, pero aun así la máquina opera como una caja negra que imposibilita saber cómo ha llegado a esa conclusión. Por eso, Valero insiste en que la parte ética de la IA "es tan o más importante que la parte técnica".
La parte ética de la IA es tan o más importante que la parte técnica
Una de las misiones más ambiciosas del BSC es diseñar y fabricar en casa microchips competitivos y de altas prestaciones, un hito que ayudaría a garantizar la tan ansiada soberanía tecnológica de la UE. "Sería la hostia", confiesa. Con Valero a la cabeza, el centro de investigación ya está desarrollando proyectos en esa dirección, algo posible gracias a los 50,4 millones de euros que el Gobierno de España ha asignado a ese objetivo mediante el programa de ayudas públicas conocido como PERTE Chip. "Estamos muy contentos de que se dediquen recursos a ello (...) iniciativas como esta pueden cambiar un poco el futuro", festeja.
Retos de futuro
El BSC ilustra el salto tecnológico de las dos últimas décadas. Cada uno de los 4.480 chips de última generación que dan vida al MareNostrum 5 son más potentes que el primer superordenador de la casa, inaugurado en 2005. Eso es posible porque, desde 1975, los circuitos integrados —el cerebro de esas máquinas— han duplicado cada dos años el número de semiconductores que integra en su microscópico interior, multiplicando así sus capacidades. "Estamos haciendo chips de más de 100.000 millones de transistores en ocho centímetros cuadrados", celebra Valero.
Sin embargo, esta tendencia histórica conocida como la Ley de Moore está llegando a su fin. El padre intelectual del BSC considera que estamos "a dos generaciones" de que ya no sea posible seguir concentrando potencia de cálculo en chips cada vez más reducidos. Ante ese reto solo ve dos vías para ir más allá. Una, asegura, es utilizar nuevos materiales como el grafeno en lugar del silicio. Otra es especializar los superordenadores en tareas concretas.
El MareNostrum 5 también cuenta con los dos primeros ordenadores cuánticos de España. Este tipo de computación promete unas capacidades muy superiores a los superordenadores actuales, lo que podría suponer una revolución en la investigación y el conocimiento. Valero se muestra "contento" con que el BSC explore ese campo, pero advierte que los anuncios de que Google ha alcanzado la "supremacía cuántica" son "todo mentiras" y que solo se entienden por la guerra mediática que hay entre las compañías del sector. "Cuando llegue su momento ejecutarán cálculos más rápido que nadie, pero todavía no ha llegado", recalca.
Sin optimismo y sin sueños no vas a ningún lado
Valero es vital y optimista. Entre sus deseos para los próximos años destaca que el BSC obtenga recursos "para promocionar la ciencia" en España, que la investigación científica sea reconocida "como el único instrumento que tenemos para avanzar", que se apueste por atraer y formar talento y que sus esfuerzos ayuden a Europa a impular tecnologías competitivas en el mercado global. "Sin optimismo y sin sueños no vas a ningún lado", asegura. "Con sueños a lo mejor tampoco, pero sin ellos seguro que no".
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