EN ÁVILA

La Policía busca a Javier, El Pajarito, obsesionado con una prostituta y desaparecido desde 2018

Los investigadores registraron sin éxito galerías y pozos de una antigua subestación eléctrica de Iberdrola en busca de su cadáver

Una imagen de Javier Jiménez y el cartel alertando de su desaparición.

Una imagen de Javier Jiménez y el cartel alertando de su desaparición. / Sos Desaparecidos.

Luis Rendueles

Luis Rendueles

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Componía canciones en las que reflejaba su vida de forma muy descarnada y luego las colgaba en Youtube. Esas letras son una de las pistas que la Policía Nacional está utilizando para tratar de dar con él. Desapareció de su casa de Ávila en noviembre de 2018. El pasado mes de enero, más de cinco años después, la policía rastreó pozos y galerías de una antigua instalación de Iberdrola en la ciudad castellana buscando su cadáver en lo que llaman Operación Pajarito.

El Pajarito es Javier Jiménez Muñoz, un hombre soltero que tenía 58 años cuando desapareció, el 1 de noviembre de 2018. Nadie ha vuelto a verlo desde entonces. Jiménez vivía solo, distanciado de su familia, y cobraba una buena pensión después de jubilarse anticipadamente por problemas mentales. No tenía tampoco buenas relaciones con sus vecinos

"Puta y delincuente"

La investigación de la Policía Nacional, que ha retomado ahora el grupo de Desaparecidos de la UDEV Central, rastreó sus últimos movimientos. Las canciones que colgaba en Youtube con el nombre artístico de Horacho dieron algunas pistas. Con guitarra y armónica, Jiménez contaba su vida sin ahorrarse los detalles más íntimos, ni siquiera los más escabrosos.

En esas letras dejó constancia de su obsesión por una mujer rumana, a la que nombraba con nombre y apellidos en varias canciones. En una de ellas, titulada "Puta y delincuente", mencionaba incluso la vida personal de esa mujer, sus hijos y su familia problemática. "Casi me arruina", termina una de las estrofas.

wpiewpweiwe

Dos imágenes de Javier Jiménez, desaparecido desde 2018, con su guitarra. / SUCESOS

La Policía ha interrogado en varias ocasiones a la mujer, que en el tiempo en que desapareció El Pajarito era explotada sexualmente en un conocido club de Ávila. Allí la conoció Jiménez Muñoz, que, según la investigación, se obsesionó con ella después de varios encuentros.

El Pajarito llegó a darle dinero a la mujer en varias ocasiones para ayudarla. Pero ella estaba casada y tenía cuatro hijos en su país, Rumanía. El asunto fue de mal en peor. La Policía cree que Jiménez Muñoz fue engañado por la mujer, quien le dijo que estaba embarazada para conseguir más dinero de él. Posteriormente, ella llegó a presentar contra él una denuncia por acoso.

Sigue cobrando la pensión

El móvil económico podría estar detrás de la desaparición de El Pajarito. Cobraba, sigue cobrando porque su cadáver no ha aparecido, unos 1.600 euros mensuales de pensión que habrán sido actualizados desde hace seis años. La policía ha comprobado que nadie ha sacado dinero de la cuenta corriente donde se le ingresa, que acumula ya casi 70.000 euros de saldo.

En la casa de El Pajarito no había señales de violencia. Se dejó allí la ropa y también su teléfono móvil, pero falta la guitarra. Los investigadores acudieron a una vieja zona de chalets sin terminar a las afueras de Ávila, muy cerca del club donde conoció a la mujer rumana y que era uno de los lugares donde El Pajarito solía ir a desahogarse y cantar. Sin éxito.

"Formas rápidas de morir"

Los especialistas en Desaparecidos de la Policía rastrearon también los dispositivos electrónicos de El Pajarito. Encontraron que había buscado en internet información sobre venenos como cianuro y también sobre "formas rápidas de morir". Encontraron además algunas anotaciones y reflexiones suyas sobre el suicidio.

El pasado 17 de enero, agentes de policía rastrearon una antigua instalación de Iberdrola en Ávila a la que El Pajarito acudía para componer y tocar sus canciones. Está a cinco minutos de la casa donde vivía. Comprobaron galerías subterráneas y pozos. Allí tampoco estaba Javier Jiménez, ni su vieja guitarra eléctrica.