Delito o bulo

58 denuncias por pinchazos en discotecas de Catalunya sin abusos sexuales ni robos

Los tres últimos casos conocidos se produjeron el pasado fin de semana en establecimientos del paseo marítimo de Barcelona

lloret

lloret / DAVID APARICIO

Guillem Sánchez

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Los Mossos d’Esquadra han recibido 58 denuncias de personas que afirman haber sufrido pinchazos con una aguja mientras se encontraban en espacios de ocio nocturno como bares musicales, discotecas o recintos de conciertos. Esta es la cifra de todas las víctimas que han presentado una denuncia. La de todas las que aseguran haber sido pinchadas a lo largo del presente verano es superior porque algunas, tras comunicar lo ocurrido en los establecimientos, han preferido no denunciarlo formalmente en una comisaría de la policía catalana. Este recuento es hasta el fin de semana del 13 y 14 de agosto. Ninguno de estos pinchazos está relacionado con abusos sexuales ni tampoco con robos. Es decir, quienes pincharon a sus víctimas no lo hicieron para inyectar sustancia estupefacientes con la intención de adormecerlas para abusar sexualmente de ellas o para quedarse con sus pertenencias, una realidad que contradice el bulo de los violadores que sedan con aguja a sus víctimas y que atormenta a las jóvenes de medio continente. Los pinchazos se han producido. Pero no hay rastros de droga en los análisis clínicos ni consta tampoco que hayan contraído una enfermedad. Con la boca pequeña, expertos y policías apuntan a una moda absurda que también se reprodujo en los mismos términos en países como el Reino Unido, Alemania o Francia, donde además ya ha desaparecido.

Durante ese último fin de semana los Mossos supieron de tres nuevos casos. Los tres en Barcelona y en discotecas del paseo marítimo. Dos hombres que se encontraban en la discoteca Opium alertaron a los trabajadores del local de que habían sido pinchados y estos avisaron al 112. Una ambulancia del Sistema d’Emergències Mèdiques (SEM) los derivó al Hospital del Mar, ubicado justo al lado de Opium, tras atenderlos. A la misma hora, poco antes de las cuatro de la madrugada, una mujer avisó a los trabajadores de otra discoteca cercana, Carpe Diem, para relatar exactamente lo mismo: había sido pinchada con una aguja. También se activó a una unidad del SEM y, como los dos hombres, ella terminó en el Hospital del Mar. Ninguno de los tres casos están incluidos en el recuento de 58 denuncias porque todavía no habían denunciado cuando se efectuó el balance.

Policías y expertos desdramatizan un fenómeno que ya se ha apagado en países como el Reino Unido, Alemania o Francia

Fuentes de los Mossos d’Esquadra subrayan que exista o no denuncia, el cuerpo investiga todos los casos de los que tiene conocimiento. Después, cada aviso se eleva a la Divisió d’Investigació Criminal (DIC), una forma de trabajar que la policía catalana anunció que adoptaba en la presentación del plan para combatir el auge de la violencia sexual. Fuentes del Hospital Clínic, el centro de referencia para mujeres que han sido víctimas de violencia sexual en Catalunya, aclaran que como el resto de centros médicos están atendiendo a todas las personas que acuden refiriendo haber sido pinchadas pero, a falta de más tiempo para estudiar el fenómeno y de que acaben las vacaciones para incorporar a personal necesario para valorarlo, tampoco pueden vincular estas atenciones con casos de abusos u agresiones sexuales.

Sin rastro de sumisión química

En ninguno de los episodios que han investigado los Mossos las víctimas que afirman haber sido pinchadas mientras se encontraban de fiesta han terminado sufriendo abusos sexuales. Tampoco han sido robadas. Ni consta que esos pinchazos con agujas hayan servido a los agresores para inyectar sustancias estupefacientes o que las víctimas hayan sido contagiadas de alguna enfermedad. Tampoco en el resto de España, donde la Policía Nacional o la Ertzaintza mantienen una alerta como la de los Mossos, se ha llegado a conclusiones distintas.

Los Mossos han enviado agentes de paisano al interior de las discotecas para averiguar qué pasaba con los pinchazos. Pero no han descubierto a ningún agresor. A pesar de que según los dueños de estos establecimientos, en puntos donde las denuncias han sido más frecuentes, como Barcelona o Lloret de Mar, ha habido noches que han contado con la presencia de hasta cuatro y cinco policías camuflados entre los clientes. El balance es de cero detenidos.

Dinámica europea

Mireia Ventura, directora de análisis de Energy Control, cree que lo que ha pasado en Catalunya y en España este verano es exactamente lo mismo que ha sucedido en el resto de Europa, en países como el Reino Unido, donde se detectó por primera vez este fenómeno en otoño de 2021. Para Ventura, la única droga que podría administrarse a través de una aguja y con esa finalidad sería la benzodiacepina –como el Valium– pero la única substancia que se ha detectado en una víctima de un pinchazo en España, que además "acabó siendo un falso positivo", fue éxtasis líquido, razona.

Ventura llama la atención sobre lo complejo que es inyectar una sustancia a través de una jeringa porque requiere un tiempo de administración, duele y hace falta hallar el músculo. "La víctima se daría cuenta", evidencia. La científica apunta al efecto nocebo –cuando la persona no ha tomado nada pero cree que sí y se sugestiona hasta notar alguno de sus efectos– para explicar por qué algunas de las víctimas afirman haber sentido síntomas compatibles con una sedación. "Volvemos a desviar el foco del grave problema que suponen los casos de sumisión química", insiste Ventura, recordando que la mayoría de los casos la droga que facilita la agresión de los violadores es el alcohol. "Tristemente hay lugares en los que no es seguro que una mujer se emborrache, debemos apelar a la responsabilidad colectiva, a educar a los jóvenes en la creencia de que los amigos que salen de fiesta deben protegerse entre ellos y que si una chica bebe más de la cuenta debe ser vigilada por el grupo", remarcaba la misma Ventura a este diario en una entrevista anterior. 

Desde Fecalon (Federació Catalana d'Oci Nocturn), Fernando Martínez, y desde Fecasarm (Federació Catalana d'Associacions d'Activitats de Restauració i Musicals), Joaquim Boadas, lamentan que este problema haya cuestionado nuevamente la seguridad de las discotecas y se muestran convencidos de que desaparecerá en cuanto deje de ser noticia, o rumor.

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