Juicio en la Audiencia de Barcelona
La acusación destaca la crueldad del procesado por dejar morir a su pareja diabética
A Mariano Daniel Vásquez no solo se le atribuye el asesinato, sino también de grabar su agonía con el teléfono móvil
J. G. Albalat
Redactor
Ha trabajado en el Diario de Barcelona, El País y AVUI. Desde hace años en El Periódico cubriendo los acontecimientos judiciales. Premios Ortega y Gasset, Save the Children, Ramon Barnils y Josep Maria Planes por la investigación del 'caso Maristas' sobre abusos sexuales en los colegios. En el 2016, mención honorífica de la Generalitat en el Día de la Justicia. Colaborador de publicaciones jurídicas. Profesor asociado Master de Criminología de la Universitat de Barcelona.
"No hizo nada" y acabó con su vida. Esta es la tesis que mantuvo este lunes el fiscal Víctor Alegret en la primera sesión del juicio con jurado contra Mariano Daniel Vásquez Aldave, acusado del asesinato de su pareja, Susana C. J., en la noche del 17 de junio de 2019 en la vivienda de la víctima en Viladecans. La acusación pública y la privada sostienen que el procesado la dejó morir tras una subida de azúcar y, además, grabó su agonía, de cinco horas, con el teléfono móvil, haciendo caso omiso a sus súplicas. El abogado de la familia de la víctima calificó la acción de “muerte absurda, cruel e inhumana”.
El escrito de acusación de la fiscalía es duro: “Durante todo ese tiempo manifestó de forma consciente y deliberada un propósito de satisfacer su instinto de perversidad” para “producir a la víctima el mayor sufrimiento posible. El procesado, subraya, filmó el rostro y el cuerpo de la mujer en “situación de creciente debilidad, demandante de ayuda, desnuda y casi desfallecida”. El ministerio público reclama la prisión permanente revisable contra Mariano Daniel Vásquez por el presunto asesinato.
Tanto la acusación particular, ejercida por el abogado Miguel Capuz, y la fiscalía no solo solicitan la pena de prisión permanente, otros 11 años de cárcel por los malos tratos continuados a los que el acusado sometió a la que era su pareja y un delito contra la intimidad por haber grabado la agonía de la víctima en video para “construirse una coartada”, pero que, al final, es la principal prueba de cargo contra Mariano Daniel Vásquez.
Ni hizo nada
El fiscal fue didáctico y explicó al jurado popular, compuesto por cinco mujeres y cuatro hombres, la función que se les ha encomendado, aunque ya adelantó su tesis: “Cuando el acusado debía haber hecho algo, no lo hace” y decide no atender las súplicas de la mujer, de la que dijo que padecía el síndrome de la mujer maltratada. "Ni contigo, ni sin ti, tiene mis males remedios. Contigo porque me matas, sin ti porque yo me muero", aludió la acusación pública parafraseando la copla popularizada por Emilio José.
Sin embargo, las palabras más duras durante las primeras alegaciones salieron de la boca de Miguel Capuz, que representa a la familia de la víctima. “Sabía perfectamente que la estaba matando”, espetó, para después incidir en que el procesado acudió a la vivienda de Susana porque esta le pidió ayuda por teléfono y “decide no ayudarla, sino matarla”. Con contundencia aseguró que el acusado decidió “acabar con ella”, a su entender, por celos. “Era odio en ese momento”, dijo. No se llamó ni a una ambulancia.
El defensor del procesado, José Luis Bravo, mantuvo una tesis totalmente contraria. Negó que su cliente tuviera la intención de asesinar a la víctima que, a su entender, no puede considerarse como su pareja, sino que mantenía encuentros esporádicos. También rechazó que Vásquez hubiera maltratado antes a Susana, tal y como las acusaciones argumentan. Está previsto que este martes declare el acusado. Sobre la grabación que realizó de la agonía, argumentó que era para que la mujer se diera cuenta de que no podía continuar con sus adicciones.
Relación "tóxica"
Vásquez, natural de Argentina, y Susana empezaron una relación sentimental en febrero o marzo de 2019. Él era celoso y le afeaba públicamente cuando hablaba con otros hombres. Su carácter posesivo le provocaba que la insultara y le montase escenas con gente alrededor o en privado, según las acusaciones. En ese contexto de “menosprecio y subordinación”, las vejaciones y agresiones físicas eran constantes, utilizando el acusado, según la fiscalía, “su pretendida superioridad”. Golpes en las costillas, en la cara y en otras partes del cuerpo. Las acusaciones sostienen que era una relación "tóxica".
En junio de 2019, tras la última agresión, Susana se derrumbó. Dejó de ir a trabajar al bar que regentaba y para encerrarse en su domicilio, sin apenas hablar con nadie y despreocupándose de su alimentación y el control de la diabetes que sufría, abusando de la droga. La noche del 17 de junio, la mujer tuvo un “progresivo empeoramiento” de su estado y llamó al que era su pareja, que también era diabético. Según las acusaciones, el procesado no le ayudó y se mantuvo "impasible".
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