Prisión provisional para la filicida

La madre de Sant Joan Despí confiesa que mató a su hija con una bolsa de plástico

Una ambulancia atiende a familiares conmocionados por la muerte de la menor en Sant Joan Despí

Una ambulancia atiende a familiares conmocionados por la muerte de la menor en Sant Joan Despí

Guillem Sánchez

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La mujer que el pasado 31 de mayo fue hallada inconsciente junto al cadáver de su hija de 4 años en un domicilio de Sant Joan Despí (Baix Llobregat) ha pasado finalmente a disposición judicial y ha confesado ser la autora material de la muerte de la pequeña. Ha prestado declaración este viernes por la mañana por videoconferencia dado que todavía se encuentra convaleciente por la ingesta de pastillas con la que, supuestamente, trató de suicidarse. El juzgado de instrucción 7 de Sant Feliu de Llobregat ha ordenado que ingrese en prisión provisional y sin fianza.

La mujer, Cristina Rivas, ha explicado al tribunal que le dio a su hija Yaiza una pastilla de lorazepam –que había conseguido gracias a su puesto de trabajo en la farmacia de la Clínica Platón de Barcelona– para dormirla. Y que, horas después, el lunes 31 de mayo a primera hora de la mañana, sobre las 08.30, asfixió a la pequeña usando una bolsa de plástico.

Rivas también ha confesado que llevaba unos dos o tres meses meditando acabar con la vida de la niña. Cuestionada directamente sobre por qué quería matar a la menor, Rivas ha eludido responder. Cuestionada directamente sobre si el motivo guardaba relación con su expareja –el padre de Yaiza–, ha dado a entender que sí.

Según fuentes judiciales presentes en la declaración, el relato de Rivas confirma que se trató de un crimen “premeditado”. También que el lunes 31 de mayo actuó con “mucha frialdad”. Tras acabar con la vida de Yaiza, Rivas salió a pasear al perro por el vecindario de Sant Pancraç en el que residía. Fue entonces cuando llamó a la escuela para avisar de que Yaiza no acudiría porque se encontraba mal y también cuando telefoneó a la Clínica Platón para decir que estaba enferma y no iría a trabajar. Hizo una tercera llamada para, según parece, anular el alquiler de la plaza de coche que tenía cerca de la Clínica Platón. Después, regresó al domicilio.

Del centro médico, según su relato, había sacado la pastilla que le había dado a la pequeña y también las que, horas más tarde, ingirió ella para tratar de suicidarse. Según las fuentes judiciales consultadas, la cantidad de comprimidos que se tomó le dejarán secuelas de por vida.

Custodia compartida

Rivas y su expareja se divorciaron hace tres años y el juez dictaminó que Yaiza debería estar una semana con cada progenitor. Rivas había intentado que su expareja accediera a volver con él el viernes 28 de mayo y el sábado 29 de mayo vía whatsapp.

El primer intento fue presencial y se produjo durante una visita fugaz que el padre hizo a su exmujer para ver a Yaiza un instante –la última vez que la vio con vida– y durante este encuentro Rivas le dijo que tenía que someterse a un tratamiento médico porque le habían detectado ‘algo’ que no quería revelar. Si el padre de Yaiza no aceptaba volver junto a ella, no iba a hacer el tratamiento médico, le dejó caer. El padre, que ya había rehecho su vida y que ignoraba las dramáticas consecuencias que acarrearían responder negativamente a su enésimo chantaje emocional, se negó a retomar la relación.

La familia paterna lamentó el pasado lunes las escasas muestras de solidaridad recibidas por parte de las autoridades. Por Yaiza no ha habido ningún minuto de silencio ni tampoco se han decretado días de luto oficial. Ni en Sant Joan Despí, donde murió, ni en Sant Boi de Llobregat, donde estaba la otra casa de la pequeña y su colegio.

El Govern lamentó el martes, una semana después del crimen, no haber brindado públicamente todo el apoyo necesario a la familia paterna y condenó finalmente el asesinato de Yaiza.

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