Mujeres empoderadas

Juana Barber, pionera en el sector forestal: "'Esta qué va a saber', decía mi equipo cuando empecé"

La jefa de servicio de Espais Naturals de la Diputació de Barcelona y primera directora del Parc del Montseny fue una de las primeras mujeres en un ámbito muy masculinizado

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Juana Barber, una de las primeras ingenieras de montes de Catalunya.

Juana Barber, una de las primeras ingenieras de montes de Catalunya. / Jordi Otix

Javier Pena Giner

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Juana Barber (Santa Cruz de Tenerife, 1963) es jefa de servicio de Espais Naturals de la Diputació de Barcelona, donde dirige un equipo de 170 personas, y una auténtica pionera en el sector de la naturaleza. Madre de tres hijos, se mudó de joven a Catalunya, donde se erigió en la primera mujer de la Diputació de Barcelona en ganar unas oposiciones de ingeniería de montes. De hecho, "ser la primera" se ha convertido en un clásico en su larga trayectoria profesional: ha sido la primera directora del Parc del Montseny, la primera presidenta del Consell de Gestors de la Xarxa de Reserves de la Biosfera Espanyoles y la primera presidenta del Europarc-Espanya. 

En el marco del Día Internacional de las Mujeres, Barber pasa revista a los logros y palancas de cambio que ha accionado, y también a las trabas con las que se ha topado a lo largo de su carrera.

¿Cómo era su sector cuando empezó a trabajar en él? 

Siempre ha sido un mundo muy masculino, pero sí es verdad que ha cambiado mucho. Desde un punto de vista académico, cuando yo estudiaba, el número de mujeres no llegaba al 10% en las aulas. Ahora, en cambio, ya alcanza el 50%. En lo profesional, sin embargo, no ha evolucionado tanto. Hay ciertos obstáculos que hacen difícil que al acabar los estudios puedas introducirte en el sector.

¿Con qué tipo de trabas se encontró? 

Cuando yo llegué, tras aprobar las oposiciones, era bastante joven y, por ejemplo, quería ser madre, lo que era visto como un problema. De hecho, en muchas ocasiones me dijeron que renunciara a optar a plazas por el hecho de tener hijos. Obviamente no hice caso: estos comportamientos siempre han tenido que ver con la cultura. Durante mi experiencia trabajando en el Montseny, con tan solo 33 años, tuve que liderar un grupo de siete hombres, algunos de ellos mayores, e hice frente a algunos comentarios como “esta qué va a saber” o “a esta no le vamos a hacer caso”. A las mujeres siempre se nos exige un poco más, es inevitable: tenemos que demostrar aquello que el hombre no tiene que demostrar. Los primeros meses fueron muy duros. 

¿Cómo ejerció la autoridad en un entorno tan masculinizado? 

Fue complicado porque, en mi caso, no tan solo era más joven que los compañeros, sino que, además, apenas llevaba cuatro años en Catalunya. Al principio tuve que poner una especie de barrera, porque si no te hacían sentir constantemente que no ibas a estar a la altura. Poco a poco, con mis actuaciones, fueron viendo que tenía mis conocimientos y que hacía bien mi trabajo, por lo que acabé creando un clima de confianza. El género femenino tiene una cualidad característica, que es la de trabajar en grupo, y eso ayudó a que ellos también se sintieran partícipes de todo y hubiera un buen ambiente.

¿En qué medida han cambiado las mujeres su sector? 

Han cambiado sobre todo la mirada y la forma de trabajar. La incorporación de las mujeres en un sector tan masculino ha ayudado a entender mucho mejor qué es y cómo se comporta la naturaleza, por lo que nos hemos ocupado en gran medida de explicar la evolución y los comportamientos en el ámbito forestal. Con nuestra incorporación, se tienen en cuenta cosas que antes no se percibían, se comprende mejor a la naturaleza. Por eso nosotras pedimos igualdad y trabajar en las mismas condiciones, porque para abordar los problemas se necesita muchas veces más de una mirada.

¿Cómo ha vivido eso de “ser pionera” o “la primera que” en tantos ámbitos? 

La verdad que a veces no soy consciente de ello. Yo no le doy demasiada relevancia, pero creo que es importante que siempre haya alguien que dé el primer paso. Tenemos que aprender a decir que sí, aunque a veces sea complicado compaginar la vida laboral con la personal. El hecho de que yo haya sido la primera en tantas cosas ha abierto la puerta a otras mujeres que no se atrevían a dar el paso. Tenemos que estar, aunque nos cueste, por el bien de todo.

¿Cómo ve el futuro de las mujeres en el sector? 

Tenemos un gran reto. Hay que dar un salto y remar todos en la misma dirección trabajando de manera igualitaria, pero soy optimista, aunque sigan habiendo contradicciones en muchos sentidos.