Club de Educación y Crianza

Chicles-cigarrillos que echan humo: la nueva golosina infantil para "jugar a ser mayor"

La comunidad médica alerta de que la chuchería supone banalizar el consumo de una droga, la más adictiva junto con la cocaína 

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Un niño simula fumar con un chicle-cigarro de efecto humo, en un parque infantil.

Un niño simula fumar con un chicle-cigarro de efecto humo, en un parque infantil. / O. P.

Olga Pereda

Olga Pereda

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Son circulares, están envueltos en papeles de colores y miden unos 8 centímetros. Se venden en cajas de 10 unidades, que cuestan 60 céntimos. Sus ingredientes son azúcar, jarabe de glucosa, goma base, aromas y glicerol (edulcorante sintético y humectante). Son chicles sabor 'tutti frutti', pero tienen el aspecto de un cigarrillo. Con un añadido: el ‘powder effect’ (efecto polvo). Cuando soplas por ellos, sale una nube de granitos de azúcar imitando al humo del tabaco.

La cajetilla de 'color bubble gum' luce la consabida ‘V’ para dejar claro que estamos ante un producto vegano. Es una nueva golosina presente en las tiendas de chucherías con la que los niños y las niñas juegan a fumar y “ser mayores”. ¿Estamos delante de una incitación al consumo de tabaco?

"No es ninguna broma empujar a los niños a una conducta perjudicial para su salud en el futuro"

— Lefa S. Eddy, pediatra y psiquiatra infantojuvenil

“No sé si tanto. Lo que está claro es que es una banalización del consumo de una droga, la más adictiva junto con la cocaína”, responde a este diario la doctora Lefa S. Eddy, pediatra y psiquiatría infantojuvenil.

Cajetillas de los chicles infantiles que imitan ser tabaco

Cajetillas de los chicles infantiles que imitan ser tabaco / O. P.

“Los niños y las niñas están en edad de querer ser mayores. Es completamente normal. Pero no es ninguna broma empujarles a una conducta que puede ser perjudicial para su salud en el futuro”, añade la médico. En su opinión, estos chicles que imitan ser cigarrillos conllevan un mensaje muy perverso: no pasa nada por fumar, es divertido.

“El tabaco genera problema de salud. A lo mejor no con 18 años ni con 25, pero sí más adelante”, concluye la doctora, miembro del comité de promoción de la salud de la Asociación Española de Pediatría.

Cigarrillos de chocolate

No es la primera vez que las golosinas con aspecto de tabaco están presentes en la infancia. La generación EGB creció con los omnipresentes cigarrillos de chocolate. No expulsaban polvo de azúcar, pero los chavales simulaban inhalar y expulsar nicotina. Era una manera de ‘hacerse el mayor’, como recuerdan los libros 'Yo fui a EGB'.

Estas chucherías ochenteras se vendían en cajetillas con el eslogan comercial idéntico al de marcas de tabaco real. Por ejemplo, Ducados y Fortuna. No se prohibieron hasta el año 2006, recuerda el doctor en Ciencia y Tecnología de los alimentos Miguel Ángel Lurueña en su último libro, ‘Del ultramarinos al hipermercado’ (Destino), donde realiza un emotivo recorrido por los sabores y las costumbres culinarias de toda una generación.

Fumar con 14 años

En España, la edad media de iniciación al tabaco son los 14 años. Entre esa edad y los 18, la prevalencia del tabaco es de casi el 28%, según la encuesta sobre el uso de drogas en la educación secundaria (Estudes), basada en una muestra de más de 40.000 estudiantes y que el Ministerio de Sanidad realiza desde hace casi tres décadas.

Son cifras que no llaman al entusiasmo, a pesar de que el consumo ha bajado entre los más jóvenes. No así el de cannabis, que “tiene fama de ser una planta natural y fantástica a pesar de que afecta no solo a los pulmones sino a las neuronas, algo especialmente complicado cuando hablamos de niños y adolescentes”, destaca la doctora Eddy.

“Fumar ha perdido glamur, por eso el consumo entre los más jóvenes ha bajado. Pero el tabaco sigue estando presente y muchos niños y adolescentes, que están en edad de sentirse mayores, prueban las estupideces que hacen los adultos, como fumar”, insiste la médico.

Los chicles que imitan ser cigarros no solo son perjudiciales por la banalización del hábito de fumar sino también porque su lista de ingredientes se resume a uno: azúcar, la gran pandemia de la infancia. “Los niños no llenan el carrito de la compra. Lo hacen sus padres y sus madres”, reprocha la doctora, que insta a ser un progenitor “borde” y decir un “no rotundo” cuando los hijos y las hijas pidan comprar chucherías.

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