Calentamiento global

El Duero deja de ser refugio invernal de las aves migratorias de Europa

El calentamiento global deja a Zamora capital sin gaviotas, sin ánsares y sin el 50% de cormoranes, que se quedan en sus países de origen

Aves migratorias en el ríos Duero a su paso por Zamora capital.

Aves migratorias en el ríos Duero a su paso por Zamora capital. / JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

Susana Arizaga

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Una década ha bastado para que el calentamiento global, en parte, haya alejado más del 50% de los ejemplares de cormorán grande que migraban cada año hasta Zamora en invierno, donde permanecían hasta la primavera en busca de temperaturas más templadas que las del Norte y del Este de Europa, de aguas como las del río Duero en las que el hielo no les impida pescar, explica el ornitólogo y naturalista de Zamora José Alfredo Hernández.

La capital, el río Duero, ha salido de su ruta al suavizarse las gélidos temperaturas de Dinamarca, Rusia, Reino Unido y de la vecina Francia, desde donde viajaban porque las aguas se congelaban y no podían pescar, "una tónica que se está dando en otras comunidades".

Las hileras de cormoranes sobre las azudes del río, entre Olivares y San Frontis o Los Tres Árboles, la avenida del Mengue o el Puente de Hierro han desaparecido para satisfacción de los pescadores, que pierden a un gran competidor. Con su habilidad para faenar en el cauce del río, el cormorán "ayuda a equilibrar el ecosistema", recalca Hernández, conquistado por las especies exóticas que han introducido los pescadores para disfrute del deporte y perjuicio de las autóctonas.

El primer censo de dormideros de cormorán grande realizado en 2013 permitió conocer que había 16 en el tramo del Duero, que acogían a más de 1.800 ejemplares a lo largo de su cauce. Todos los de una misma zona se reúnen cada noche en un mismo árbol para dormir, los denominados "dormideros". No lejos de la capital existe alguno, aunque no se desvela su ubicación para protegerlos, pero también recorren hasta 50 kilómetros para venir a pescar y pasar el día en el tramo urbano del río.

"Aunque no hemos detectado dormideros vacíos, sí hemos visto que donde antes había cien ejemplares ahora hay 40", apunta el encargado de llevar a cabo el recuento de cormoranes grandes para el Censo Internacional de Especies Acuáticas Invernales, información que también sirve a la Sociedad Española de Ornitología. De hecho, alguno de esos árboles puede llegar a soportar más de 300 pájaros de esta especie.

Las gaviotas reidoras y las sombrías que llegaban miles en otoño y no partían hasta mayo tampoco se han dejado ver este invierno en la capital, "hay alguna, pero las puedes ver en el vertedero, siempre han comido allí, este año hay unas 200", observa el experto. Ese escasísimo número no ha permitido el disfrute de la típica estampa de otros años de bandadas planeado en el cauce del río entre el Puente de Hierro y el de los Poetas; y agolpadas tomando el sol o al anochecer sobre la gran piedra del viejo puente que emerge casi del centro del Duero, próximo a la playa de los Pelambres.

Allí venían acudiendo "para asearse, variar un poco la dieta y hacer un poco de vida social, pero este año no están haciendo la parada, pero no sé por qué han decidido eliminar esa parada técnica, puede ser porque el Duero está muy alto y tiene mucha corriente". Al anochecer se iban hacia Coreses. Muchas terminaban en el embalse del Esla, en Montamarta o San Pedro de la Nave.

Las gaviotas, pocas y en el vetedero

Estas aves carroñeras recorrían a diario decenas de kilómetros para buscar campos de cultivo donde deglutir pequeños animalillos, una labor que alterará, sin duda, el ecosistema. Ahora lo tienen más fácil en el basurero de Las Chanas, junto a las cigüeñas que se ven cada vez menos en el río con la retirada cada vez más frecuente de los nidos por los daños causa en los monumentos y los edificios.

Alfredo Hernández enumera otras especies comunes que se han quedado en el lugar de origen, como el pinzón real o las miles de bisbitas que vienen desde Escadinavia, Polonia, Gran Bretaña y el Norte de Francia (parecidos a la alondras) que suelen estar en zonas de praderas, lugares abiertos y "este año casi nos cuesta verlos".

El calentamiento global, pues, tiene una "influencia muy clara" en esta pérdida de aves migratorias en la capital, "pero, en el caso de los cormoranes, hay que apuntar también que la protección que tenían se está relajando desde hace unos años, que fue lo que permitió, precisamente que aumentaran sus poblaciones", quien deja claro que nunca fue una especie invasora, "aquí había desaparecido y a mediados del siglo XX se protegieron porque se cazaban en Dinamarca, Holanda, en sus países de procedencia, por eso comenzaron a venir a Zamora a pasar el invierno. Yo vi los primeros que llegaron en 1984, antes había menos ejemplares y no entraban al interior, se quedaban, a lo mejor, en la costa, en Galicia o Asturias".

El zorzal real y el zorzal alirojo, especies que venían del Norte de Europa en grandes cantidades en otoño y en invierno y este año prácticamente no han migrado. Otras siguen viniendo pero las cifras cada año van siendo menores, pero esto no es nuevo, hace 20 o 30 años hay especies que dejaron de venir.

Venían las grajas de Rusia, no es el cuervo que vemos aquí, tiene la zona de la cara un poco calva y el pico muy clara venían mucho, y desapareció, "una señal de los efectos del cambio climático y de los fenómenos extremos, como tormentas, inundaciones o sequías", resalta Hernández.

Este invierno tan suave, junto a las anteriores especies, ha repercutido en el descenso de las bandadas de ánsar común que también arribaban en el Duero, en Montamarta, y que copaban los campos de cultivo para alimentarse. "Este año no sé si habrán pasado 200 cuando hace años había más de 30.000 ejemplares", cuando las poblaciones europeas de origen continúan siendo las mismas, "la invernada en Holanda o el norte de Bélgica se ha disparado porque se están quedando más al norte.

"El cambio en los cultivos de esos países, más favorable para estos gansos, también influye", vegetarianos, son los antepasados de las ocas domésticas que se han reproducido en el Duero por obra de la mano del hombre.

Mientras, la garza real, que no es migratoria, tan característica del Duero se mantiene, ha disminuido poco en los últimos 30 años. En la capital, existe una colonia de 50 parejas en una de las islas del río, donde crían para en junio o julio dispersarse la mayoría, sobre todo, las más jóvenes, para terminar a 50 o 100 kilómetros de la capital, "pero no es una migración como tal, sino que buscan otras zonas donde haya mayor número de peces porque donde han criado las parejas la pesca ha sido alta para alimentar a los polluelos y no queda comida.

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La libélulas, las ranas y otras especies nativas de Zamora han desaparecido o están en vías de ello en el entorno del Duero en Zamora, un problema que apunta directamente a la introducción de especies exóticas, tanto de fauna como de vegetación, "muy relacionado con la globalización, que contribuye a que lleguen animales y plantas en los contenedores de mercancías, el comercio tan intenso que existe".

La proliferación de mascotas tampoco ayuda, "aquí está lleno de galápagos, tortugas, de Florida" que sus dueños dejan en Duero. "Una especie de América del Norte que no pinta nada aquí, da problemas con las autóctonas, nuestras tortugas de río de toda la vida, el galápago europeo, el galápago leproso", desplazados por estos "que necesitan más horas de sol, ocupan los troncos y, al ser mucho más grandes, los echan y mueren al no poder tener calor". Están en Olivares, junto la desembocadura del arroyo de Valorio.

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