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Un sabueso de la mala ciencia en Barcelona

Entrevista con el científico Uri Simonshon

Entrevista con el científico Uri Simonshon / RICARD CUGAT

Michele Catanzaro

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En 2023, la prestigiosa Universidad de Harvard en EEUU ha sido sacudida por un escándalo mayúsculo. Se reveló un fraude supuestamente perpetrado por Francesca Gino, una psicóloga afiliada a ese centro. Irónicamente, la investigadora estudia los mecanismos mentales que favorecen la honestidad. Las dudas salpican también a otro psicólogo y colaborador de Gino: Dan Ariely, una autoridad a nivel internacional.

Los datos que sustentan algunos estudios de estos investigadores presentan anomalías. Hay sospechas de oque alguien presentó números generados por el ordenador como medidas experimentales, o intercambió respuestas de voluntarios para que encajaran mejor con las hipótesis. Harvard suspendió a Gino tras una investigación interna y algunos de sus trabajos han sido marcados como erróneos por las revistas que los habían publicado.

Quien destapó el escándalo fue un “comando” de tres investigadores conocido como Data Colada, por el nombre del blog que editan. Uno de ellos, el economista Uri Simonsohn, trabaja desde el 2018 en la escuela de negocios ESADE de Barcelona.

Gino ha demandado por 25 millones de dólares a los tres investigadores, que han pedido que la querella no se admita a trámite. “Es mejor que no piense en todas las investigaciones que podría haber hecho si no me hubiera metido en este asunto – afirma Simonsohn – pero cuando tienes evidencias de que algo no va bien en el trabajo de una investigadora tan influyente, no puedes no hacer nada”.

Del año sabático a ESADE

Graduado en economía por la Universidad Católica de Chile, Simonsohn ha pasado la mayoría de su carrera en Estados Unidos. El investigador se encontró tan bien en su año sabático en Barcelona, que acabó por tomar un trabajo en ESADE en 2018. 

Su especialidad es la economía conductual, una disciplina que investiga las motivaciones de las decisiones económicas de las personas. Eso le llevó a interesarse por la psicología. “Los experimentos en psicología se hacen con mucha improvisación. Eso complica que se puedan reproducir para comprobar sus resultados. Estamos trabajando para mejorar la forma con la cual se hace estadística en las ciencias sociales”, explica Simonsohn.

En este camino, el investigador se cruzó con Joe Simmons y Leif Nelson, los dos otros integrantes de Data Colada. En 2011, los tres publicaron un artículo bomba en el cual desvelaban el 'p-hacking': una manera de tratar los datos que resta valor a numerosos resultados de las ciencias sociales.

El Espanyol y el Barça

Simonsohn lo explica con una metáfora. “Es como demostrar que el Espayol es mejor que el Barça basándose en un partido que el primero le ganó al segundo en los años 90. Si tienes la libertad de elegir la evidencia que te conviene, esta pierde valor y se convierte en anécdota”, afirma.

En 2013, los tres crearon el blog Data Colada, con la idea de contribuir a mejorar los métodos. “De entrada no tenía nada que ver con el fraude científico”, explica el economista.

Pero ese mismo año el grupo dio con unos artículos con un patrón raro en los datos. “No había nada de aleatoriedad. Matemáticamente, era imposible tener tanta estabilidad en una muestra real”, recuerda el científico. Finalmente, los autores de esos trabajos fueron despedidos por inventarse los datos. “Esto nos abrió los ojos," recuerda Simonsohn: “el fraude era una posibilidad” para explicar resultados anómalos.

Desde entonces, los miembros de Data Colada han desarrollado un ojo para los datos fraudulentos. Por ejemplo, “si le preguntas a una persona cuánto prevé gastar en Navidad te dirá un número redondo, como 350 euros. Si un estudio reporta un número como 317, es sospechoso”, explica

Fue su fama de sabuesos de la ciencia que hizo que algunos investigadores jóvenes, que tenían miedo de exponerse, les señalaron que algo no cuadraba en los trabajos de Gino. Ese no es un caso aislado. Más de 5000 artículos científicos fueron marcados cómo erróneos en 2022.

“La gente asume que la ciencia tiene muchos resguardos pero en realidad no tiene tantos”, afirma Simonsohn. “Cómo en cualquier ámbito humano, hay manzanas podridas, pero a diferencia de otros contextos, apenas hay controles”, explica.

En manos de voluntarios

De momento, este control está en mano de voluntarios, como Data Colada. “Somos críticos o detectives de la ciencia. Buscamos problemas que editores y revisores de artículos científicos pasan por alto”, explica Elisabeth Bik, bióloga y consultora sobre manipulación de imágenes científicas, no implicada en Data Colada, que expresa su confianza en el trabajo del colectivo.

Bik cree que la presión para publicar muchos artículos y así conseguir plazas y fondos es un incentivo para el fraude. La experta sugiere que revistas e instituciones podrían emplear a más gente para detectarlo.

Simonsohn discrepa y apunta a la falta de control cómo el incentivo principal. El experto cree que una “policía del fraude” podría acabar buscando problemas donde realmente no los hay. Al contrario, opta por una especie de mecanismo de trazabilidad: que el proceso y las personas implicadas en cada experimento sean publicados de forma minuciosa, de tal manera que resulte tan fácil detectar en qué punto y quién se ha portado mal, que resulte imposible escaparse.

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