En Catalunya

Más de 14.000 kilos de hachís incautados por mossos hasta septiembre: el mayor volumen de la última década

Catalunya, nueva ruta para las narcolanchas de hachís que huyen de la presión policial del Campo de Gibraltar

Golpe a las narcolanchas: desmantelada la red que nutría de hachís a clanes de Catalunya

Hachís decomisado

Hachís decomisado / ACN

ACN

ACN

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Los Mossos d'Esquadra han intervenido entre enero y septiembre 14.616 kg de hachís, cantidad inéditaen un año entero de la última década y que confirma la tendencia al alza de esta actividad delictiva. Los datos policiales confirman el incremento del número de incidentes sobre todo en los últimos años, con 25,7 toneladas de droga comisada desde 2020 y cerca de un millar de detenidos tanto el año pasado como en el 2023. La Unidad Central de Estupefacientes explica que la presión judicial y policial ejercida en el sur del Estado desde el 2018 ha hecho desviar hacia la costa catalana parte de la entrada de droga, y que desde el cuerpo quieren evitar que organizaciones de terceros países establezcan aquí su base de operaciones.

La policía afirma que la presión judicial y policial en el sur de España ha convertido a la costa catalana en puerta de entrada de la drog

La actividad delictiva relacionada con el tráfico de hachís va en aumento en Catalunya en los últimos cuatro años, con un "incremento de la criminalidad" más acusado en los últimos dos. "Catalunya siempre ha sido territorio de paso del hachís y de otras sustancias hacia el resto de Europa, como la cocaína; pero con el hachís en los últimos dos años se detectan más incidentes como desembarcos 'in fraganti', transportes saliendo de nuestras costas, o recuperación de fardos que proceden de desembarcos en algún punto de nuestra geografía", explica el jefe de la Unidad Central de Estupefacientes de los Mossos.

De zona de paso a "vía de entrada"

A juicio del cuerpo, el repunte se debe a la presión judicial y policial ejercida en el sur del Estado desde 2018 para poner freno a la entrada de esta droga a través del estrecho de Gibraltar. Esto habría desviado parte de los desembarcos del hachís en la península más al norte, hacia costas valencianas y catalanas. Así, Catalunya ya no sería solo zona de paso de droga por carretera procedente del sur del Estado, sino también una "vía de entrada" directa por mar.

De hecho, el crecimiento de las cantidades de hachís decomisadas por los Mossos y de detenciones relacionadas con el tráfico de esta droga se produce justamente a partir del momento que señalan desde este cuerpo policial: de 754 kilos en 2019 (un año anómalamente bajo) a 12,8 toneladas en 2020; 5,4 toneladas en 2021; 7,5 toneladas en 2021; y las 14,6 toneladas de récord de este 2023 (enero-septiembre). En cuanto a número de detenidos, en el 2019 se alcanza casi los 700 y de ahí ya no se ha bajado, con más de un millar el año pasado y 912 en 2023 a la espera del cómputo final del año . Otros cuerpos policiales que operan en Catalunya también han notado el aumento de esta actividad delictiva.

Más detenidos en la costa y en el sur

Las detenciones ligadas al hachís también van al alza y despuntan en los últimos dos años, con 1.073 en 2022 y 912 este año (hasta septiembre). Los Mossos no ofrecen datos territoriales de droga decomisada ni desembarcos, pero sí de detenidos. En la zona del Camp de Tarragona la cifra se más que dobló en 2022 (de 51 a 122) y este año ya la ha superado; en las Terres de l'Ebre el salto se ha producido aún más recientemente: de 68 detenciones el año pasado a 120 en lo que va de 2023. En Barcelona y el área metropolitana norte es donde se acumulan más detenidos: 296 y 182, respectivamente, de enero a septiembre de 2023.

En toda Catalunya, este 2023 los Mossos han desarticulado, hasta septiembre, 8 organizaciones criminales y 7 grupos criminales dedicados al tráfico de hachís. La cifra supone un gran repunte respecto a los últimos tres años en los que se han descabezado no más de dos grupos y/u organizaciones criminales anualmente.

Presión policial contra el efecto llamada

El responsable de la Unidad Central de Estupefacientes apunta a que el desafío actual es que el aumento de la actividad delictiva ligada al hachís no acabe atrayendo a organizaciones criminales internacionales "que se asienten para exportar a Europa desde aquí" . "Ya hemos detectado; son 'brokers' que vienen para aprovisionarse y llevar la droga a un mercado que les genera muchas más ganancias que el de aquí", detalla en referencia al negocio del hachís en países europeos donde el precio por gramo es mayor.

Desde el cuerpo no se teme, en cambio, que el aumento del tráfico de hachís acabe teniendo algún impacto en la economía legal, a diferencia de lo que sí sucede con la marihuana y el espacio que tienen actividades toleradas como el autocultivo, los derivados medicinales (CBD) o las ferias temáticas. El hachís es una sustancia concentrada de THC, penado como principio activo, y por tanto no puede entrar en el mercado legal, recuerdan.

Marihuana: el problema se mantiene

En cuanto al cultivo y tráfico de marihuana, se mantiene "la problemática" con esta actividad delictiva, en los niveles que pusieron en alerta el cuerpo en 2013 (6,3 toneladas de cogollos comisados), año desde el que se ha ido destinado cada vez más efectivos según indican fuentes policiales.

El año pasado hubo un volumen de droga interceptada excepcionalmente alto, de 26,6 toneladas, buena parte de la cual debe atribuirse a la culminación de una macro-investigación en la que se comisaron de golpe 12 toneladas de cogollos y 70.000 plantas. Este año, las cantidades intervenidas hacen prever un retorno al nivel de los años previos, con 5.000 kg comisados entre enero y septiembre (en 2021 fueron 8.905 kg y en 2020, 10.146 kg).

En 2022 se saldó con 2.125 detenidos por tráfico de marihuana, el mayor número al menos desde 2013, y este año hasta septiembre eran ya 1.586. A diferencia de lo que ocurre con el hachís, Girona es la segunda región policial con más detenidos en lo que va de año (339), por detrás de Barcelona, y el año pasado fue la primera, con 404. En todas las regiones hay un salto de escala entre las detenciones que se practicaban en 2013 (menos de cincuenta en cada una y 175 en total) y las que se producen en los últimos años, siempre por encima de las 1.500.

El jefe de la Unidad Central de Estupefacientes remarca que el problema "se mantiene" y puntualiza que el volumen de droga interceptada depende a menudo del "resultado de las investigaciones" de gran alcance, como la mencionada y no tanto de un aumento o retroceso de la actividad delictiva.

Plantaciones más profesionales

Además, los Mossos constatan las dificultades con las que se encuentran ante la profesionalización de las organizaciones y grupos criminales dedicados al cultivo de marihuana, a la "sofisticación" de sus métodos de ocultación (sobre todo a través de las plantaciones de interior), o la "diversificación" del cultivo en plantaciones más pequeñas para producir de forma constante, y también para evitar que una vez policial les haga perder toda su producción.

De hecho, el número total de plantaciones intervenidas en los últimos 10 años también ha ido en aumento, desde las 233 que desmantelaron los Mossos en 2013 hasta el récord de 662 de 2021. El gran volumen de cogollos decomisados el año pasado se va concentrarse en 434 plantaciones, y en lo que va de 2023, se han desmantelado 284.

Otra diferencia entre esta actividad delictiva y el tráfico de hachís son los incidentes violentos que le acompañan. En el caso de la marihuana, la naturaleza del negocio (producción) trae consigo enfrentamientos violentos entre grupos rivales, como los asaltos a las plantaciones, robo de material o de droga. Con datos disponibles desde 2020, los Mossos registran alrededor de un centenar de episodios violentos cada año, con un pico de 115 en 2021. En cambio, a la policía catalana sólo le constan 5 incidentes violentos relacionados con el hachís el año pasado, y 12 en lo que va de año, porque tanto los desembarcos, como el transporte de la droga son más difíciles de interceptar, sobre todo tratándose "de organizaciones muy cerradas, que hacen difícil que la información se pueda dispersar".