Historia de la moda

Los hombres llevaron bragas antes que las mujeres: la historia secreta de la ropa que te pones a diario

La periodista Ana Velasco Molpeceres publica 'Ropa vieja. Historia de las prendas que vestimos', una radiografía del armario de principio a fin con el que pretende explicarnos de dónde venimos a través de la indumentaria

Sharon Stone en ’Instinto básico’, Nicole Kidman en ’ Moulin Rouge’ y Marilyn Monroe.

Sharon Stone en ’Instinto básico’, Nicole Kidman en ’ Moulin Rouge’ y Marilyn Monroe.

Marta Alberca

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Antes que las mujeres los hombres fueron los primeros en ponerse unas bragas. También ellos estrenaron los tacones. Las bufandas no servían para protegerse del frío, sino del calor, y los guantes se usaban cómo vendas. Todos nacemos desnudos pero enseguida nos vestimos. Es un proceso que tenemos tan interiorizado que no nos preguntamos si lo que llevamos puesto se ha usado siempre con el mismo fin. Sin embargo, sí responderíamos con los ojos cerrados en qué país se ha fabricado la camiseta que lleva usted puesta mientras lee este artículo. Probablemente en la etiqueta ponga China o Bangladés. Pero, ¿cuál es su origen histórico? ¿Quién se puso la primera camiseta en el mundo?

Hay quién sí se hace preguntas. Ana Velasco Molpeceres, licenciada en Periodismo y graduada en Historia del Arte y en Geografía e Historia, responde a esta y otras cuestiones en su libro 'Ropa vieja. Historia de las prendas que vestimos' (Catarata). Cuesta definirlo, incluso a ella misma, pero lo que sí tiene claro es por qué lo escribió: “Cuando era pequeña mi madre compraba muchas revistas de moda, recuerdo verla hojeándolas, era algo que me llamaba mucho la atención”, cuenta en una charla con El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica. Lo que comenzó como un hobby heredado se transformó en lo que hoy es su profesión, “estudié Periodismo, me tenía que formar en algo y la moda era lo que me interesaba y en lo que me parecía que yo tenía algo que decir”. Ahora es doctora y está especializada en estudios sobre moda, cambio social, historia contemporánea y colabora en el programa de RNE, 'El gallo que no cesa'. 

Las 235 páginas que componen el libro son un recorrido del armario de principio a fin. La primera parte está dedicada a la ropa interior, “es la más antigua que existe y está ligada a la moralidad: indica qué partes del cuerpo tienen que taparse y cuáles exhibirse”, señala. En él desvela datos tan curiosos como que hasta el siglo XX las bragas no fueron una prenda femenina, sino que eran usadas por los hombres. “Casi todas las prendas las mujeres las adoptaban del armario masculino y, por otra parte, las prendas surgían de innovaciones relacionadas con la guerra. Ese es el auténtico origen y no la concepción que tenemos ahora que se vincula directamente con la moda”, añade Velasco Molpeceres.  

Por ejemplo, las bragas tal y como las conocemos no existieron hasta los años 20, ya que al principio tenían forma de calzones (llegaban hasta los muslos). Como explica la autora en el libro, siempre ha sido una prenda muy controvertida, sobre todo cuando aparecía en público. Cita por ejemplo, el caso de la tenista americana Gerrude Moran que en 1949 escandalizó a Wimbledon cuando apareció con una falda tan corta que dejaba a la vista sus bragas de encaje. Tampoco faltan las referencias a cuando en 1955, Marylin Monroe dejaba volar su falda al pasar el metro bajo las rejillas de ventilación de Nueva York o la escena en la que Sharon Stone abría sus piernas en 'Instinto básico' (1992).

Tangas asesinos

Si a las bragas les ha costado hacerse un hueco en la escena pública, imagínese al tanga. Denostado y asociado a los espectáculos de variedades y clubs de alterne, fueron perseguidos durante años, incluso censurados. Aunque hubo quien se atrevió a sacarlos en la gran pantalla. Fue en 1941 en la película The G-String Murders de Gypsy Rose Lee, en ella se cuenta la historia de la muerte de varias bailarinas estranguladas con sus propios tangas. 

Pero no aparecieron públicamente fuera del escenario y las pantallas de cine hasta los años 70 y hubo que esperar a los 90 para que llegara a los armarios de la población media. Y no solo a los armarios, también al imaginario sexual femenino y heterosexual, porque mientras que en las décadas anteriores eran las mujeres las que llevaban estas prendas para “seducir” en los shows de striptease, en 1978 se abrió en Los Ángeles el club Chippendales, en el que por primera vez los hombres en tanga eran los protagonistas, dando rienda suelta al (aún) oculto deseo femenino y heterosexual. 

Ahora esta prenda vive su momento de mayor apogeo gracias a las redes sociales como Instagram, que no ve con malos ojos que aparezca un trasero en primer plano de la pantalla, pero que censura sin ningún tipo de filtro un pezón femenino. A pesar de esto, hace unos años era impensable que una mujer o un hombre en tanga apareciera en un desfile de moda y ahora es algo habitual. “Hay avances, vivimos en sociedades más igualitarias y la moda bebe de los componentes sociales. A día de hoy tenemos muchos muy potentes como el feminismo, la lucha por la igualdad racial, el orgullo LGTBI y eso se refleja en nuestra indumentaria”, explica la autora. 

El lenguaje de la ropa

Lo que queda claro una vez terminado el libro es que el origen de la ropa no radica solo en evitar ir desnudos por la calle: “Es simplemente un adorno, una forma de comunicarnos”, señala. No solo eso, es una forma de reafirmar lo que somos y lo que queremos que el mundo sepa de nosotros, “ahora podemos vestir como queramos, antes había unas normas que te decían como tenías que ir dependiendo de tu estatus social, pero ya no es así. La moda no sirve para indicar a qué grupo social perteneces sino a una identidad individual”, señala.

Aunque también nos permite ser lo que nos gustaría ser, “podemos jugar a ser otra persona, se están dinamitando muchas barreras que hace unos años eran muy rígidas (colores, cortes…) y en cambio hoy está todo mucho más normalizado”. 

Más allá de las propias prendas, formas, estampados o modas, vestirse se ha convertido en un proceso que nos acompaña cada día. Empezamos con la ropa interior: calzoncillos o bragas, sujetador, calcetines o medias. Después llega el pantalón, la falda, la camisa, o la sudadera. Si es invierno no faltan la chaqueta, el abrigo, la bufanda o los guantes. Cuando volvemos a casa repetimos el proceso pero a la inversa, y nos ponemos el pijama (o no).