Derechos reproductivos

EEUU aprueba por primera vez una píldora anticonceptiva que podrá venderse sin receta

Anticonceptivos

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Idoya Noain

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La píldora anticonceptiva estará disponible sin receta en Estados Unidos. La agencia federal que regula los medicamentos, FDA por sus siglas en inglés, ha dado este jueves luz verde a la venta sin restricciones de OPill, un fármaco fabricado por Perrigo, que empezará a llegar a las tiendas físicas y online a principios del año que viene y se ofrecerá sin restricciones de edad. La farmacéutica, con sede en Irlanda, no ha anunciado aún el precio.

 Cerca de 100 países ya permiten la venta de anticonceptivos sin receta y EEUU se suma ahora a ellos. Y la decisión es un paso importante en una sociedad donde se estima que el 45% de los seis millones de embarazos anuales no son intencionados y donde las barreras para el acceso a servicios médicos afectan especialmente a jóvenes, mujeres de color y de bajos ingresos.  

Llega, además, en un momento de turbulencia y regresión para los derechos reproductivos, alterados desde que el Tribunal Supremo retiró el verano pasado la protección constitucional al aborto. Numerosos estados gobernados por los republicanos han prohibido o restringido el acceso al aborto desde entonces. Una intensa batalla legal abierta decidirá el futuro de la mifepristona, el medicamento que combinado con misoprostol se usa en más de la mitad de interrupciones al embarazo del país. Y la situación ha hecho aún más vital ampliar el acceso a control de natalidad.

Más beneficios que riesgos

Opill, que fue aprobado en EEUU hace 50 años y tiene un 93% de efectividad en prevención de embarazos, es parte de los anticonceptivos de vieja generación, basados únicamente en la hormona sintética progestina. Aunque por lo general ese tipo de fármaco, conocido también como “minipíldora”, tiene menos efectos secundarios que otras desarrolladas con posterioridad que combinan también estrógenos, algunos de los científicos de la FDA se mostraron en el proceso de estudio reticentes a su aprobación.

Su principal preocupación era la posibilidad de que el etiquetado hiciera difícil entender los riesgos de tomar la píldora para algunas mujeres con determinados problemas de salud, especialmente las que tienen un historial de cáncer de mama o sufren sangrado vaginal anómalo. También preocupaba que las mujeres no sigan las indicaciones de tomarla cada día, aproximadamente a la misma hora, y de usar otro anticonceptivo o abstenerse de sexo si se perdían una dosis. Sus reticencias, finalmente, han sido superadas.

En mayo un panel de 17 asesores científicos independientes que incluía a ginecólogos, especialistas en medicina adolescente y otros expertos, incluyendo una especialista en cáncer de mama y otros en preparación del consumidor, aseguraron con un voto unánime que los beneficios superaban ampliamente los riesgos. Y este jueves, en un informe que explica la decisión, la subdirectora de la FDA, Karen Murry, ha escrito que “para una consumidora individual del producto el riesgo es muy bajo y prácticamente inexistente si siguen el etiquetado”.

En aquella sesión testificó también Dyvia Huitron, una joven de 19 años, miembro de Advocates for Youth, una de las organizaciones que ha estado abogando por el acceso a las píldoras sin receta. Ella explicó que empezó a tener relaciones sexuales a los 16 años y no tenía acceso a la píldora y usaba condones. Varias de sus amigas del instituto quedaron embarazadas y su familia le instaba a que dejara de tener relaciones antes del matrimonio. “Los jóvenes absolutamente necesitan esto”, declaró. “Tendrá un impacto realmente significativo en nuestras vidas y nuestra capacidad de planificar para el futuro”.

El precio, fundamental

La aprobación de la FDA, a la que se han opuesto principalmente grupos católicos como la Conferencia Episcopal de EEUU o la Asociación Médica Católica, ahora garantiza que se multiplicará el acceso al método de control de natalidad más efectivo de los que estarán disponibles sin receta en EEUU, por encima de condones o cremas espermicidas.

La cuestión clave será el precio al que se ponga a la venta. La ley sanitaria aprobada bajo el mandato de Barack Obama obliga a los seguros a cubrir si coste solo los anticonceptivos con receta, aunque los demócratas han presentado legislación en el Congreso para tratar de ampliar la cobertura también a los que se venden sin receta. La normas de mayoría de los estados tampoco obligan a la cobertura de los que se adquieren sin prescripción médica. Y según una encuesta del año pasado de la Kaiser Family Foundation solo el 16% de las mujeres estarían dispuestas a pagar más de 20 dólares de su bolsillo.