Testimonio LGTBI+

"Con barba sigo siendo la misma que si llevo falda o maquillaje, soy una persona no binaria"

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Ama

Ama / David Castro

Patricia Martín

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Ama tiene 41 años, vive en Getafe (Madrid) y en el confinamiento se dio cuenta de que era una chica trans no binaria. Es decir, su expresión de género fluctúa entre lo masculino y lo femenino, lo cual hace que la incomprensión social hacia su identidad sea aún mayor que la que sufren otros miembros del colectivo LGTBI. Los agravios en las redes sociales o en la calle, cuando decide vestir con ropa tradicionalmente asociada a lo femenino, pese a tener (y gustarle) su barba, están a la orden del día.

Ama descubrió que es una chica trans no binaria en el confinamiento, cuando "deconstruyó su masculinidad" y "empezó a disfrutar de la vida"

Ama nació con órganos sexuales masculinos, sus padres le llamaron Jose y creció socializado como cualquier otro chico de su edad, pero algo no le "cuadraba". "Sé que no soy un chico desde pequeña pero me ha costado más entender que tampoco soy una chica trans binaria". "Si en uno de los extremos de una línea imaginaria se encuentra lo masculino, en el otro lo femenino y entre medias el resto de identidades, sean cuantas sean, mi identidad de género se ubica en algún punto intermedio del espectro femenino. Y mi expresión de género fluctúa entre ambos conceptos, estéticamente hablando", explica.

Descubrió su identidad no binaria durante el confinamiento, cuando tenía 38 años y tuvo más tiempo para reflexionar sobre sí misma, buscar información en internet y ver series, documentales y leer libros sobre la deconstrucción del género y las disidencias no binarias. "Hasta ese momento me consideraba una persona asocial porque no encajaba en lo masculino, ni en los roles asociados a lo masculino, pero se dieron una serie de circunstancias que me permitieron deconstruir la masculinidad, reconocerme en lo femenino y de repente todo encajó; empecé a disfrutar por fin de la vida", relata. 

La orientación sexual

Ama aclara que la identidad de género no tiene nada que ver con la orientación sexual. En este caso, no fluctúa, sino que le atraen las chicas desde siempre, "al igual que a una mujer cis -con el mismo género y sexo asignado al nacer- pueden atraerle otras mujeres". De hecho, tiene pareja, una chica cis bisexual "que disfruta" como ella "de este tipo de disidencias y rehuye de las masculinidades clásicas". 

Ama se ha cambiado de nombre y sexo en el DNI, aunque echa de menos que la ley trans, que permite la modificación legal sin hormonarse o tener un aval médico, hubiera reconocido la identidad no binaria, es decir, no declararse ni hombre ni mujer, como sucede en algunos países. "Estoy muy contenta haber dejado de ser considerado legalmente un hombre, aunque me hubiera gustado que se contemplara una tercera opción para las personas no binarias", señala. 

Entrevista a Ama , persona no binaria.

Ama se ha cambiado de sexo y nombre en el DNI. / David Castro

No obstante, no siempre su expresión de género es femenina, fluctúa de lo masculino a lo femenino "por cuestiones estéticas y emocionales, como cualquier persona que elige un tipo de ropa u otra". Aunque es consciente de que cuando se viste con complementos que tradicionalmente se asocian a las mujeres es cuando suele ser objeto de "miradas, acoso o incluso agresiones" porque su físico no encaja en lo que la sociedad espera y no piensa pasar por el "doloroso" procedimiento láser que haría que su barba no se notara. De hecho, le gusta tener barba.

Incomprensión y discriminación

“Con barba sigo siendo la misma persona que si llevo falda o maquillaje, todos estos detalles estéticos son cuestiones asociadas al rol de género y nuestra identidad no depende de ellas. Las personas trans no tenemos por qué sentir la necesidad de modificar nuestro cuerpo ni operarnos u hormonarnos para cumplir con los cánones estéticos que la sociedad espera de nosotras, basados en los conceptos clásicos de lo masculino y lo femenino. Algunas personas sí sienten esa necesidad y es totalmente válido, pero otras no tenemos por qué sentir esa necesidad y disfrutamos de nuestro cuerpos sin más”, subraya.

Sin embargo, su decisión le acarrea incomprensión y discriminación. Explica, por ejemplo, que una amiga a la que quería como si fuera de su familia, dejó de hablarle cuando empezó a expresar públicamente su no binarismo. Y que no la contrataron para un puesto de trabajo en la hostelería, pese a tener mucha experiencia. Ya habían acordado los términos contractuales pero "no comprendieron" que en última instancia les comunicase que quería vestir con el uniforme femenino. "Me dijeron que toleraban absolutamente todo, pero que sería mejor dejar estas cosas para hacerlas en mi casa. Al día siguiente me dijeron que otra persona había sido seleccionada por criterios profesionales", relata.