Golpe policial

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Miembros de los Casuals en un juicio, en una imagen de archivo

Miembros de los Casuals en un juicio, en una imagen de archivo / ARCHIVO

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Los Mossos d'Esquadra han llevado a cabo este viernes una operación contra miembros del grupo ultra del FC Barcelona Casuals, acusados de tráficos de drogas y un homicidio, que se ha saldado con 25 detenciones, 17 entradas y registros y la incautación de armas de fuego, marihuana y 180.000 euros. Los Casuals son unos viejos conocidos de las fuerzas del orden.

El origen

Según se ha acreditado judicialmente en investigaciones anteriores, el núcleo duro de esta organización, surgida en el seno de los Boixos Nois del F.C.Barcelona, lo formaban una docena de individuos de unos 40 años que desde más de dos décadas se dedican, con un alto grado de profesionalidad, a un negocio de alto riesgo: el atraco a narcos, a quienes robaban la droga o el dinero de su venta. Luego, revendían la droga a mitad del precio de mercado a otros narcos. Tanto dinero obtenían que se lanzaron de lleno al blanqueo.

La estructura

La organización tenía una estructura jerarquizada. Estaba integrada por dos subgrupos: los 'casuals', de unos 40 años de edad y con un amplio historial delictivo, y los 'minicasuals', jóvenes de 19 a 25 años. No son grupos estancos, sino que los jóvenes pueden ascender.

Los métodos

En sus inicios, el grupo había creado una marca que se alquilaba, con éxito, para extorsionar o dar una paliza o una cuchillada como escarmiento. Ampliaron posteriormente sus actividades al sector del ocio nocturno: la extorsión de clubs y discotecas. Los 'minicasuals' eran protagonistas. Su modo de operar era simple. Aparecían por un local y montaban una pelea o apuñalaban a alguien. Al día siguiente, los dueños recibían la visita de los 'casuals'. El mensaje era simple: "Si no quieres que volvamos, paga". Si los porteros denunciaban a un 'casual' por agresión, también había visita. Se hablaba con los dueños y se les recomendaba que el portero cambiara el testimonio: "Que diga que fueron unos moros".

Otras veces el pacto consistía en que, a cambio de no liarla, los Casuals podían entrar gratis en la discoteca, donde tenían barra libre. En ocasiones lo que querían era que el establecimiento contratara a sus chicos como porteros. Quien vigila la puerta lo controla todo. Quién entra y quién trafica.

En su expansión nocturna, que comenzó en Barcelona y su entorno y acabó alcanzando locales de las Baleares, sobre todo de Eivissa, explotaron al máximo su capacidad de generar terror. Como coinciden varios trabajadores de discotecas: "Nadie se atrevía con ellos. Eran los amos. En la noche barcelonesa, los Casuals eran poder en estado puro. Si entraban a una disco, tenían el reservado para ellos, champán gratis y rayas de cocaína encima de la mesa".