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El escándalo de los científicos con afiliación saudí: el inmenso poder de los ránkings

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Nuevo estudio científico: ¿cura el dinero la infelicidad?

Expertos en integridad científica explican como este caso constituye una vulneración del código de buenas prácticas

Una científica realiza un experimento en un laboratorio, en una imagen de archivo.

Una científica realiza un experimento en un laboratorio, en una imagen de archivo. / REUTERS/Michael Dalder

Michele Catanzaro

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Decenas de los científicos más citados en el mundo han cambiado su afiliación principal a la de universidades saudís en la última década. Este cambio ha dañado la posición de sus universidades en rankings internacionales y mejorado la de los centros árabes.  Muchos de estos investigadores siguen empleados en su institución de origen y tienen una vinculación casi nula con los centros saudís. Algunos han admitido que mintieron sobre su afiliación a cambio de dinero

El caso fue destapado por una investigación del diario' El País'. Pero el problema va mucho más allá de España, según un informe publicado el 4 de Mayo por Siris Academic, una consultora de estrategia académica de Barcelona. Casos parecidos se han dado en todo el mundo. EL PERIÓDICO ha consultado con expertos en integridad científica e investigadores para entender qué ha fallado. 

¿Cómo ha manipulado los rankings Arabia Saudita?

El escándalo afecta a los Highly Cited Researchers (HCR o investigadores altamente citados), un listado de unos 7000 científicos cuyos trabajos tiene alto impacto, una clasificación recopilada anualmente por la consultora Clarivate. Tener a uno de estos investigadores en nómina dispara la posición de una universidad en los ranking que intentan medir la calidad académica, como el de Shanghai o el del Times Higher Education. Los ranking son tan influyentes que, por ejemplo, Francia llegó a fusionar universidades con el objetivo de mejorar su posición.

En 2011 se detectó que algunas universidades saudís estaban intentando mejorar su posición ofreciendo 70.000 dólares a algunos HCR en cambio de que declararan que trabajaban en la universidad árabe, además de su centro de trabajo principal.  El ranking de Shanghai reaccionó en 2014 tomando en cuenta sólo la afiliación principal de los esos investigadores-top, y no las otras como hacía antes. Pero los saudís se adaptaron. Entre 2014 y 2022, el número de investigadores altamente citados con afiliación principal en el país árabe pasó de 27 a 109, según el análisis de Siris. A la vez, el número de afiliaciones secundarias saudís se desplomó de 130 a 10

El resultado es que Arabia Saudita tiene una proporción extraordinaria de HCR (más que Estados Unidos y Alemania). En consecuencia, sus universidades están entre las primeras 150 en el mundo. A la vez, algunas universidades europeas se han desplomado en los ranking (la de Córdoba perdió 150 posiciones cuando un investigador muy citado cambió su afiliación).

Nada apunta a una migración masiva de cerebros a la península arábiga. Tres cuartas partes de los investigadores altamente citados saudís tienen segundas afiliaciones en otros países y al menos un 40% de ellos no está empleado en el país, sino resulta como profesor o investigador visitante.   Entre 2014 y 2022, 19 investigadores-top españoles han tenido en algún momento una afiliación principal saudí, lo que convierte a España en el segundo país más afectado después de China.

¿Es ético manipular las afiliaciones?

“Tener más de una afiliación es habitual entre investigadores de éxito. Pero siempre es necesario que haya una relación laboral, o al menos un colaboración que las sustente”, afirma Lluís Montoliu, expresidente del comité de ética del CSIC. Si una afiliación consta como primaria sin que exista ese sustento, eso “es un caso flagrante de vulneración de la integridad científica. Estás mintiendo y engañando”, afirma Montoliu, que sin embargo llama a analizar los casos individualmente y a no meter a todo el mundo en el mismo saco.

“Declarar una afiliación que no corresponde a una relación de trabajo, con el objetivo de aumentar el ranking de una institución es contrario a las buenas prácticas científicas, aún más si se hace en beneficio personal”, afirma Pere Puigdomènech, integrante del grupo responsable del código de buenas prácticas de las academias de ciencias europeas (ALLEA). Investigadores como Mira Petrovic, científica altamente cualificad del Institut Català de Recerca de l’Aigua (ICRA), han revelado que recibieron propuestas de pagos de 70.000 euros a cambio de modificar su afiliación. “La rechacé de plano porque no tenía ningún contenido académico”, afirma la científica.

¿Los ranking hacen más daño que beneficio?

“La manipulación de los indicadores es un subproducto de la idolatría de los ranking y los índices, que se ha denunciado muchas veces como equivocada”, afirma Puigdomènech. “Tenemos este demonio de la exaltación de los índices y de las listas para valorar cualquier cosa en ciencia”, coincide Montoliu. El experto destaca que muchos de estos índices se están usando para algo para los cuales no fueron creados. “Tienen un valor discutible, pero que implica dinero y prestigio. Los que están arriba reciben más dinero”, afirma.

Detrás de los ranking hay un boyante negocio de consultoría y esponsorización. Sin embargo, los científicos están trabajando en alternativas. Puigdomènech asegura que la ética de las afiliaciones es un eje de trabajo importante en el código de buenas prácticas europeo. Y Montoliu afirma que la organización Science Europe está trabajando en una manera menos burda de evaluar la ciencia.  “Lo que está ocurriendo es una vergüenza para la mayoría de investigadores que están haciendo un buen trabajo. Es tiempo de hacer un poco de limpieza”, concluye Petrovic.

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