ENTREVISTA

Maite Taboada: "¡Cuidado! El odio es muy contagioso"

La catedrática en el Departamento de Lingüística de la Simon Fraser University, de Vancouver, ha analizado más de 600.000 comentarios en internet

Maite Taboada, catedrática en el departamento de Lingüística de la Simon Fraser University en Vancouver

Maite Taboada, catedrática en el departamento de Lingüística de la Simon Fraser University en Vancouver / Andrés Ruiz / CiTIUS

Montserrat Baldomà

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Experta en toxicidad y discurso de odio en internet, Maite Taboada es catedrática en el Departamento de Lingüística de la Simon Fraser University, de Vancouver, universidad a la que se incorporó hace más de 20 años tras haber cursado un máster en lingüística computacional en la Carnegie Mellon University (Pensilvania, EEUU) gracias a una beca de posgrado en el extranjero de la Fundación ‘la Caixa’. Taboada, que recientemente ha sido nombrada miembro de la Royal Society of Canada, institución equivalente a la Real Academia Española, ha analizado más de 600.000 comentarios en internet.  

¿El mundo digital es la selva, al menos en lo que a lenguaje se refiere?

No, el mundo digital es una evolución del lenguaje, es otra forma de comunicarnos. Lo que ha derivado en selva son las opiniones. Hay un lenguaje digital muy interesante y creativo, pero también existe el peligro de que esa creatividad derive en nuevas formas de insultarnos los unos a los otros.

-Usted sostiene que todos somos trolls potenciales ¿En serio?

-Existe siempre la posibilidad de que nos convirtamos en esos monstruos que vemos en las redes, que van desde los trolls que vierten insultos de baja intensidad a los que destilan un odio peligroso. Es posible que todos en algún momento lleguemos a este extremo, tengamos un mal día y soltemos una retahíla de insultos y exabruptos. El problema es que es muy fácil contagiarse de ese odio que existe. Las opiniones y emociones negativas son muy contagiosas, no nos gustan, pero llaman nuestra atención. Incluso la gente más pacifica es capaz de sumarse.

¿Ese odio estaba ahí, agazapado, o lo genera el mundo digital?

No tenemos que echarle la culpa al mundo digital de todo lo que nos pasa. Al fin y al cabo es una ampliación de la personalidad humana. La capacidad de odiar, agredir e insultar está en todos, pero no todas las personas lo manifiestan en la vida real. Lo que hacen las redes es potenciar y amplificar esa capacidad. También influye el modelo económico que tienen las redes sociales. Se fomenta el clic y que estemos más tiempo leyendo porque así nos pueden ofrecer más anuncios, su principal fuente de ingresos.

Hay quien se escuda en la libertad de expresión para defender todos los comentarios, sea cual sea su naturaleza.

La libertad de expresión no lo justifica todo, no lo ampara todo. La libertad de expresión es fundamental y necesaria, y sabemos la deriva que puede tener una sociedad que no la tiene, pero tiene sus límites.

Comentarios racistas, xenófobos, homófobos, machistas… ¿Reflejan cómo es nuestra sociedad o solo a la parte que más grita?

La gente que tiene un discurso de odio tan claro son pocos, pero unos pocos pueden hacer mucho daño a una sociedad. Y ahí es donde está el peligro, que se expanda ese odio de manera desproporcionada. 

Algo se podrá hacer para poner orden.

Sí, claro, muchas cosas. Primero, leyes que dejen claros cuáles son los límites de la libertad de expresión. La UE ha estado trabajando durante mucho tiempo en una ley de servicios digitales para delimitar lo que es posible dentro del espacio digital. Exige a las plataformas que publiquen informes de transparencia, cuáles son sus algoritmos, cómo ordenan la información, a qué información dan prioridad, y cómo filtran el odio. Exige que tengan un control de los contenidos que puedan ser dañinos para la sociedad y para ciertas personas en concreto. Hay ataques organizados contra determinadas personas que a veces derivan en violencia física. Pero también es necesario un debate social para que los ciudadanos pensemos qué tipo de sociedad queremos, cómo queremos comunicarnos y qué conversaciones son más productivas para la convivencia.

¿Hay esperanza?

A mi grupo de investigación se nos ocurrió identificar esos comentarios productivos para potenciarlos. Por ejemplo, se puede decidir en qué orden se presentan los comentarios. Nuestra propuesta es presentar primero los comentarios que más relación tienen con la noticia, porque los hay que ni eso, y los que parece que están intentando iniciar un dialogo o contribuir al diálogo. Hemos encontrado indicadores lingüísticos que nos ayudan a determinar de manera automática cuáles son los comentarios que hemos definido como más constructivos.

Un futuro de oportunidades

EL PERIÓDICO y Fundación ‘la Caixa’ dan voz a los perfiles sociales, culturales y científicos que con su esfuerzo están creando una sociedad con más oportunidades para todos.