Seguridad vial

Los accidentes graves en Catalunya caen un 72% en 20 años

La cifra de víctimas mortales ha descendido un 25% en una década, muy lejos del 50% que la Unión Europea marcó en 2010. La Arrabassada se mantiene como la carretera más peligrosa

Carlos Márquez Daniel

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Cualquier noticia vinculada a la seguridad vial es fácil que tenga un titular en negativo. Porque una sola víctima mortal en la carretera ya es de por sí una pésima noticia, la peor posible. Pero tal y como están las cosas, con la pandemia otra vez en la cresta de la ola, el repaso a la siniestralidad de 2021 también puede afrontarse desde un cierto optimismo, con un dato para la esperanza: el riesgo de sufrir un accidente grave ha caído un 73% en 20 años en Catalunya. Pero ni mucho menos hay margen para la relajación, sobre todo en el caso de los motoristas, implicados en el 44% de los siniestros a pesar de que suponen el 2,4% de la movilidad total. La Arrabassada, por cierto, se mantiene un año más como la arteria no urbana más peligrosa.

El RACC ha presentado este viernes la 20ª edición del estudio EuroRAP, en colaboración con el Servei Català de Trànsit, el Govern y la Diputación de Barcelona. El informe, una comparativa de trienios, analiza cerca de 6.400 kilómetros de carreteras por las que transcurre el 93% de la circulación interurbana de toda Catalunya. Es, por lo tanto, un buen termómetro de la situación. En lo que llevamos de 2021, en las vías fuera de ciudad han perdido la vida 128 personas. Son la mitad que los fallecidos en 2010, cuando las víctimas mortales fueron 266, y 43 menos que en 2019 (171), cuando el nivel de desplazamientos, sin pandemia, era un 6% superior. Con todo, Catalunya queda lejos del objetivo marcado en 2010 por la Unión Europea de reducir a la mitad la mortalidad en la carretera. Hasta 2019, la caída era del 25%, pero en 2014 se rompió la tendencia de reducción, que el covid ha recuperado con el bajón de la movilidad.

Recuerdo en memoria de un motorista accidentado, en la carretera de la Arrabassada.

Recuerdo en memoria de un motorista accidentado, en la carretera de la Arrabassada / Jordi Cotrina

El riesgo de sufrir un accidente grave o mortal ha experimentado una caída espectacular en estas dos décadas. La cifra de los siniestros más trágicos ha decrecido un 72,2% (de 2.155 en el trienio 1998-2000 a 599 entre 2018 y 2020). Aplicando el factor de corrección por el aumento del 3,6% de la movilidad, da como resultado un índice de riesgo del -73,2%. Una evolución que se debe a un tridente vial imprescindible: mejoras en la infraestructura, vehículos cada vez más seguros y una conciencia ciudadana cada vez más sensible ante la necesidad de conducir con cuidado. También han ayudado el carnet por puntos (el miedo a la infracción siempre es un buen incentivo), pero por el contrario, la distracción al volante, es decir, el uso de dispositivos móviles, ya es la primera causa de siniestralidad.

Gravedad a la baja

En toda estadística global hay un importante mancha de dos ruedas. Los motoristas están implicados en casi la mitad de los siniestros graves. Sin embargo, de los 1.354 accidentes de motos de 2020, 195 fueron con víctimas mortales o graves, mientras que en 2005 -cuando el informe del EuroRAP los detalló por primera vez- hubo 873 siniestros, con 451 fallecidos y heridos graves, lo que constata que, pese a subir la siniestralidad en este colectivo, su gravedad va a la baja. Según los datos del estudio, durante el último trienio los accidentes graves y mortales se han reducido en general un 10,6% en Catalunya, mientras que la movilidad ha caído un 6% -debido a las restricciones por el coronavirus-, por lo que el riesgo de sufrir un accidente mortal o grave en este periodo ha disminuido un 4,9%.

Sobre las carreteras, EuroRAP concluye que el 29% de la red viaria catalana supone un riesgo alto o muy alto de sufrir un accidente grave o mortal, siendo las carreteras de un solo carril de circulación y sin mediana las más peligrosas. La Arrabassada se mantiene como la carretera más peligrosa de Catalunya, a pesar de que años atrás se acometió una reforma que consistió en colocar unos separadores entre carriles para evitar los adelantamientos en curvas peligrosas. En los últimos tres años, la BP-147, pues ese es su nombre oficial, ha registrado 13 accidentes graves, y en el 1005 de ellos había una moto implicada. en segundo lugar, y subiendo desde la plaza número 8, se coloca la BV-5224 entre Manlleu y Torelló. En las 10 primeras posiciones, cinco pertenecen a la demarcación de Barcelona, cuatro a la de Girona y una está en Lleida. Ninguna en Tarragona. Seis de ellas ya aparecían el año pasado. Las nuevas son la GI-555 (de Sils a Massanes), la C-1415a (de Terrassa a Sentmenat), la C-63 (de Lloret de Mar a Vidreres) y la C-28 (entre Viella y Naut Aran).

Cero riesgo

En el otro lado de la balanza, 668 kilómetros -147 más que en los años anteriores- tiene un riesgo cero de sufrir un siniestro (estadísticamente hablando, por supuesto). Así las cosas, en el 10,5% de la red viaria catalana no se ha producido ningún accidente con heridos graves o muertos en los últimos tres años. Destaca la AP-7 entre Figueres y Girona, que a pesar de tener una intensidad media diaria de 3.000 vehículos no ha sido escenario de ningún accidente con heridos.

La siniestralidad particular de las motos es otro mundo, puesto que la mitad de los accidentes graves se concentran en 828 kilómetros, el 13% del total de carreteras analizadas. Lo mismo sucede con los vehículos pesados: el 50% de sus accidentes suceden en el 12,8% de la red. Todo ello aporta muchas pistas de por dónde deben ir los tiros en materia de prevención y control.