Radiografía educativa

Inmersión lingüística en Euskadi: un sistema con defectos

El 70% de los estudiantes están matriculados en el modelo donde el euskera es omnipresente, pero la competencia escolar está bajando

SAN SEBASTIÁN (ESPAÑA), 08/09/2021.- Los niños llegan al colegio en San Sebastián este miércoles, en el que arranca el curso escolar 2021-2022 para los alumnos de Primaria en el País Vasco. EFE/Juan Herrero.

SAN SEBASTIÁN (ESPAÑA), 08/09/2021.- Los niños llegan al colegio en San Sebastián este miércoles, en el que arranca el curso escolar 2021-2022 para los alumnos de Primaria en el País Vasco. EFE/Juan Herrero. / Juan Herrero / Efe

Olga Pereda

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Frente a la inmersión lingüística de Catalunya, en Euskadi existen tres modelos desde los años 80: el A (todo en castellano, menos la asignatura de euskera), el B (convivencia entre las dos lenguas, que son vehiculares) y el D (todo en euskera menos la asignatura de castellano). El A, sin embargo, es residual. El B es minoritario, tiene un peso escaso y limitado a algunos centros privados. La administración vasca ha potenciado con tanto ahínco el D (no existe el modelo C porque es una letra sin presencia en euskera) que el 70% de los estudiantes está escolarizado en ese sistema a pesar de que, mayoritariamente, los alumnos proceden de ambientes castellanoparlantes. Euskadi es la comunidad con mayor gasto público por alumno y tiene la tasa de titulados en Secundaria más alta de España, pero ¿estamos delante de un modelo de aprendizaje de éxito? Los datos dicen que no, algo que preocupa mucho al Gobierno vasco y la comunidad educativa.

Ricardo Arana, profesor durante 38 años y exresponsable sindical, acudirá este martes al Parlamento vasco para demostrar a los diputados con cifras y porcentajes que los alumnos y alumnas están perdiendo competencias no solo en euskera sino, por efecto rebote, en el resto de asignaturas, como matemáticas y castellano. “Los resultados académicos no son buenos”, se lamenta Arana.

El docente llevará a la cámara legislativa cifras demoledoras: en 2019, el 53% de los estudiantes de ESO estaba en el nivel inicial de euskera, el porcentaje más elevado de la última década. El nivel alto de la lengua se reduce al 15% de los alumnos (el porcentaje más pequeño desde 2009). Mientras, la competencia en matemáticas en primaria, por ejemplo, es la más baja en los últimos 10 años y lo mismo sucede con el castellano.

En opinión de Arana, el modelo educativo vasco fue pensado en origen para una población euskoparlante. Sin embargo, en 2021 los alumnos escolarizados en el modelo D son plurales y diversos. Al contrario de lo que sucede en Catalunya, el idioma autóctono (muchísimo más difícil y complejo que el catalán) es practicado y hablado apenas por el 30% de los habitantes. “El problema no es tanto el euskera, que también, sino que el resto de los aprendizajes se ven afectados”, concluye.

Al igual que sucede en el resto de España, el aprendizaje de los conocimientos depende mucho del índice socio económico y cultural de la familia del estudiante. “Si es alto, y además los padres hablan euskera, el chaval o chavala tendrá muchas más oportunidades de aprender. Por ejemplo, con profesores de refuerzo particulares y actividades extraescolares, todo lo contrario de lo que sucede en otras familias con menos recursos, especialmente en las que no se habla el euskera. Los mejores resultados académicos los tienen los alumnos con mayor capacidad adquisitiva, y eso lo que hace es dejar atrás a mucha gente”.

Para Arana, el debate de la lengua no tiene que ser político sino educativo. “El eje del aprendizaje no debe ser ni el euskera, ni el castellano, ni las matemáticas sino el estudiante”, sentencia.

Profesor durante muchos años en el modelo D, Arana apuesta claramente por apoyar el euskera pero sin arrinconar el castellano. “Lo importante no son los porcentajes sino que las lenguas sean vehiculares y sirvan para transmitir conocimientos. Que los colegios e institutos sean un trampolín para mejorar el nivel de euskera y el resto de asignaturas. Cada centro debería tener su propia propuesta adaptada al tipo de alumnado”, concluye.

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