Segundo verano pandémico

Jóvenes resignados al nuevo toque de queda

La pandemia y las restricciones han cambiado la forma de entender el ocio entre este colectivo

Jóvenes en Badalona.

Jóvenes en Badalona. / ANNA ROCASALVA

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¿Cómo viven los jóvenes la recuperación del toque de queda, que en Catalunya estará vigente de 01.00 a 06.00 horas? "Beh", "uhm", "es lo que hay", son las respuestas más escuchadas cuando se le hace esta pregunta a la población del área metropolitana de Barcelona entre 15 a 29 años. Esta es la franja de edad que más se está contagiando en esta quinta oleada.

Salvo contadas excepciones, a los jóvenes no les ofende demasiado que ahora se les señale como los nuevos culpables del pico de contagios. "Se veía venir porque algunos se han pasado de la raya", admite Gabriel García, un badalonés de 17 años, en referencia a los macrobotellones de las últimas semanas. Badalona tiene, ahora mismo, una incidencia acumulada de 554 casos por cada 100.000 habitantes.

Y, aunque no es lo mismo un adolescente de 15 años que un joven de 27, todos coinciden en que la "irresponsabilidad no tiene nada que ver con la edad: es una cuestión individual". Porque a ninguno les gusta que la sociedad "generalice" y "les encasillen". 

"Somos los últimos en vacunarnos y es normal que se produzcan contagios entre los que se van de fiesta; pero yo veo a muchos mayores desatados, sin respetar ninguna medida de seguridad en los bares o en sus barbacoas, y nadie dice nada", expresa Álex, un joven de 24 años que pasa las tardes "echando el rato" en un banco con sus amigos. "Yo ya ni pienso en las cosas que hacía antes y ahora no", concluye.

A los parques y playas

Pese al nuevo confinamiento nocturno, la mayoría de jóvenes encuestados se contentan con que el toque de queda no sea a las 10 de la noche, algo que les parecería "exagerado". Ellos viven al día, con mucha filosofía, adaptándose a todo con asombrosa facilidad.

Se han inventado un nuevo concepto que es el de "burbuja de amistades", es decir, lo mismo que las burbujas de convivencia pero entre los colegas más afines. Buscan quedar en los parques y las playas o se reapropian del espacio urbano que, tradicionalmente, había pertenecido a los más mayores, como los bancos públicos de las calles y plazas.

Tres chicas jóvenes quedan cada tarde en un parque de Badalona para jugar a juegos de mesa y mantener la vida social a pesar de las restricciones. 

Tres chicas jóvenes quedan cada tarde en un parque de Badalona para jugar a juegos de mesa. / ANNA ROCASALVA

"Es como salir de fiesta pero al aire libre", describe Marc Solà, de 18 años. El joven explica, resignado, que cumplió los 17 "en plena cuarentena" y la mayoría de edad le tocó "en medio de las restricciones". "Nuestra vida social es casi inexistente", lamenta. Ahora queda cada tarde con sus tres amigos Gabriel, Luana y Álex en el parque G4 de Badalona, al que llegan montados en sus patinetes eléctricos, y echan el rato charlando y mirando el móvil.

Suelen quedar siempre con los mismos para sentirse más seguros. Entonces, quitarse la mascarilla se vuelve una cuestión de confianza entre ellos. "Es que casi que estoy más rato con ellos que con mis padres", justifica Gabriel. Él y Marc están vacunados; los otros tres, no.

Pero no todas las "burbujas de amigos" son tan laxas. A escasos metros, en el mismo parque, Susana García, Carlota Medir y Paula Font, se niegan a quitarse la mascarilla. "Quedamos al aire libre porque no queremos contagiar a nuestros familiares", explica Susana. 

Cada tarde las tres amigas montan un picnic de película, con música y juegos de mesa. "El covid nos ha fastidiado. Yo no tuve ni graduación, pero veo bien las restricciones. Si no, el virus no parará nunca", agrega Paula. Susana ya se ha vacunado, y las otras dos lo están deseando, dicen.

Diferencias generacionales

Todos los jóvenes entrevistados quieren vacunarse a toda costa. "Tengo un amigo que se ha ido hasta Girona porque es el único sitio donde le daban cita", comenta uno. Lo más deseado es volver a la normalidad. Pero ¿a qué normalidad exactamente? Algunos, antes de la pandemia, ni siquiera habían experimentado el ocio nocturno porque eran demasiado pequeños. ¿Se puede extrañar algo que nunca se ha tenido? 

Un grupo de jóvenes pasa la tarde charlando en unos bancos públicos que, tradicionalmente, solían ser un espacio ocupado por la gente mayor.

Un grupo de jóvenes pasa la tarde charlando en unos bancos públicos. / ANNA ROCASALVA

Un grupito de adolescentes de entre 16 y 17 años discute el tema, sentados en unos bancos de la calle. A los dos chicos les dio tiempo de ir a una discoteca antes del confinamiento, a las tres chicas no. Ellos tratan de convencerlas de que "no hay para tanto", pero ellas se defienden: "¡Si no has salido nunca te hace ilusión! ¡Tenemos ganas de experimentar! ¡Después de los mayores nos deberían haber vacunado a nosotros!", argumentan a la vez.

Mientras tanto, a los que por su edad sí pudieron catar la fiesta y las discotecas, ahora sienten que, tras dos años, "ya están en otra fase", afirman. Una en la que les preocupa más la crisis económica que el no poder volver a salir de fiesta en una discoteca. 

"Me llega a pillar el confinamiento con 18 años y me sentiría muy jodido, pero ahora estamos en una edad en la que ya no salimos de fiesta, como mucho a cenar", expresa David García, de 29 años. A su lado, sentado en el banco, su amigo Samuel Enrique añade: "A mí me despidieron del trabajo al estallar la pandemia y sigo en el paro". Tienen otras cosas de las que preocuparse.

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