La extraña normalidad

Noches a ritmo de salsa y sin distancia social en muchos bares

Cada semana, decenas de locales barceloneses abren sus pistas de baile ignorando las medidas de seguridad contra el covid

Colas para acceder a las discotecas de Barcelona, la noche del jueves

Colas para acceder a las discotecas de Barcelona, la noche del jueves / MANU MITRU

Victoria Flores

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Mientras Catalunya vive un nuevo repunte en la cifra de contagios de covid-19, las escenas que se viven en algunos bares del Raval y la Barceloneta parecen un viaje a un tiempo muy cercano, el del año 2019. Todo el que entra en el local es recibido entre besos y abrazos por el resto de clientes. No es la primera vez que vienen. Todos están deseando que comience el espectáculo y empezar a bailar. Sin distancias físicas ni mascarillas. Bares, qué lugares, como cantaba en los 80 Gabinete Caligari, versión 2.0 covid-19.

La noche empieza tranquila en el local del Raval; el portero pide las entradas a quienes llegan, que "incluye una consumición", recuerda. En el escenario, el grupo ensaya para tenerlo todo listo para la llegada de los clientes. Las mascarillas descansan en los codos mientras los asistentes van a la barra, a los servicios y se mueven por el bar. La mayoría de ellos rondan la treintena y son clientes habituales del local.

Empieza la música y, si al inicio todo parecía estar calmado y los espectadores solo se balanceaban al ritmo de la música desde sus mesas, con el paso del tiempo, las canciones y las copas, son cada vez más los que apartan sus asientos y bailan a ritmo de salsa. "Estamos perdiendo la vergüenza, parece que nos faltan cinco rones a cada uno", comenta el vocalista entre tema y tema.

Medidas sanitarias

Como este, decenas de bares abren cada semana con la ventaja de ignorando las restricciones por el covid. Los trabajadores del sector critican esta actitud "desleal" que se repite en numerosos locales de toda Barcelona. "Nos dejan a todos mal parados", subrayan. Hace poco más de 10 días que han podido abrir las pistas de baile de nuevo y lo han hecho con unas estrictas medidas de seguridad, con la obligatoriedad de perimetral los espacios, llevar mascarilla, mantener la distancia de seguridad... Aquí nadie cumple ninguna de las restricciones. "Es un caso ejemplar de lo que pasa en algunos bares", señalan.

Al final de la barra, una chica llega con su mochila y cambia sus bambas por unos tacones de baile. "Ahora sí esto se ha puesto bueno", canta uno de los músicos y la chica saca a bailar a uno de los clientes, que pide permiso a su acompañante, deja su copa y se lanza con ella a una improvisada pista de baile. En realidad, la pista no es una pista, sino que se trata de un pasillo que hay entre la pared y la barra del bar.

Si bien es cierto que entre las mesas y los asientos hay distancia de seguridad, la mayoría de la gente se apoya en la barra o permanece de pie para poder ver bien al grupo y bailar al ritmo de su música. Como explican otros propietarios, ha habido bastantes casos de contagios de covid en fiestas de este tipo.

Reabrir sin bailes

La chica de la mochila explica que no conoce a nadie, que ha venido de viaje para visitar a una amiga que la espera en otro bar, pero que había visto que había sesión de baile y no se la quería perder. En un descanso que hace cuenta que le gusta muchísimo bailar salsa y que está acostumbrada a una mucho más 'ballroom' y está encantada con esta nueva forma de bailar. Apenas le da tiempo a decir nada más, termina rápidamente el vaso de agua que está bebiendo, busca a una nueva pareja y vuelve a la pista.

Son muchos los propietarios de locales de ocio nocturno que lamentan la pérdida de clientela porque eligen garitos que sí permiten hacer todo aquello que está prohibido. "No hemos hecho nada de baile y mucha gente nos abandonó", lamentan. No solo esto, también señalan que muchos de esos locales ya ponían música de baile desde que se comenzaron a suavizar las restricciones.

Cada vez va entrando más gente al local, que apenas tiene dos metros y medio de ancho y que, claramente, ya supera el 50% del aforo permitido. En la entrada una pareja charla con el portero para intentar acceder y, aunque al principio parecen tenerlo complicado, al final lo consiguen, piden una consumición y comienzan a bailar junto al resto.

Hasta la próxima semana

El grupo se despide hasta tres veces, pero cada vez hay más gente bailando y cantando su canciones. Nadie quiere que la noche termine. Al lado de la barra, un grupo de amigas lleva toda la noche intentando contenerse, pero terminan cediendo y se dejan llevar por la música. Las chicas empiezan a bailar con sus copas de vino en la mano sin importar con cuántos clientes chocan. Una de las camareras esquiva bailarines mientras recoge los vasos vacíos: son las únicas que llevan mascarillas en toda la sala.

Desde fuera, uno percibe cómo los ritmos caribeños de la banda ambientan toda la calle. Dentro la gente pide al grupo que sigan tocando, nadie quiere dejar de bailar. "Algunos amigos han repetido, es por ustedes que no nos vamos a casa", exclama el cantante entre las voces de su público. Un jueves más, la banda se despide entre una gran ovación hasta la próxima semana.

Suscríbete para seguir leyendo