fenómeno mediático

La larga marcha de 15 elefantes por China

El inesperado peregrinaje de los paquidermos se convierte en un espectáculo televisado en directo en el país de Xi Jinping

Foto aérea de los elefantes peregrinos en la ciudad de Yuxi, el 29 de mayo

Foto aérea de los elefantes peregrinos en la ciudad de Yuxi, el 29 de mayo / HU CHAO / AFP

Adrián Foncillas

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Entre teleseries de jovenzuelos y operaciones triunfo se han colado en la parrilla televisiva china las peripecias de una manada de elefantes. Se ignora porqué iniciaron su viaje o dónde lo culminarán pero, mientras se solventan las dudas, los chinos disfrutan de un inesperado grito de la naturaleza en un país cada día más urbanizado, industrializado y predecible. Han cruzado bosques frondosos y urbanizaciones de lujo, caminos enfangados y autopistas, casi 500 kilómetros ya desde que abandonaron su reserva natural en Yunnan, la provincia oriental que linda con Laos, Myanmar y Vietnam, protagonizando la mayor migración de elefantes salvajes registrada en China. Siempre hacia el norte hasta llegar esta semana a las puertas de Kunming, la capital provincial de ocho millones de habitantes.  

La comitiva de 15 ejemplares, tres cachorros incluidos, recibe la atención de 360 funcionarios con 76 vehículos y nueve drones. Un comando central la sigue al minuto, la televisión pública la cubre sin descanso y la etiqueta #porquévanloselefantesalnorte roza los 20 millones de visitas en Weibo, la versión nacional de Twitter.

Las reacciones difieren: el jovial interés de los que la siguen desde la televisión o su ordenador y la comprensible inquietud de los vecinos. La televisión pública habla de 412 incidentes de daños, 56 hectáreas de cultivo arruinadas y unas pérdidas de 6,8 millones de yuanes, casi un millón de euros. No ha habido víctimas pero varios pueblos han tenido que encerrarse durante horas mientras deambulaban por sus calles esos mamíferos que alcanzan los cuatro metros de altura y cinco toneladas. Las autoridades mantienen un tacto escrupuloso, limitando sus intervenciones a bloquear los puentes con vehículos o dirigirles con cañas de azúcar y otros víveres de señuelo. 

Un año de periplo y un parto

Su viaje empezó más de un año atrás. Los elefantes salieron de Xishuangbanna y enfilaron al norte hasta alcanzar la zona de Pu’er. Allí una hembra dio a luz y la manada se estableció durante cinco meses. De la comitiva se cayeron dos ejemplares que, según la prensa local, empinaron el codo en una destilería del camino y decidieron regresar a su origen. “Si bebieron alcohol es probablemente porque su olor se parece al de la fruta podrida”, les disculpó Zhang Jinshuo, un experto de la Academia China de Ciencias Sociales. No sucede a menudo pero el alcohol también propicia raptos de sensatez.  

El país se pregunta qué estimuló la odisea. Algunos sugieren que la hembra dominante se desorientó y arrastró al resto. Otros apuntan a los problemas del hábitat. Los elefantes asiáticos salvajes están protegidos en China y las campañas contra los furtivos que los habían diezmado han aumentado su población en cuarenta años desde los 180 ejemplares hasta los 300. La mayoría vive en las reservas naturales de Xishuangbanna que han quedado adelgazadas por las nuevas plantaciones de té y caucho y las ampliaciones urbanas.

Convivencia conflictiva

La ecuación de más animales y menos tierra resulta en frecuentes excursiones al norte y la certeza de que es más fácil encontrar comida en las tierras de cultivo que en las frondosas selvas empuja a una convivencia conflictiva con los humanos. Las autoridades de Yunnan calculan unas pérdidas anuales de 30 millones de yuanes (casi cuatro millones de euros) anuales desde 2015 por daños en cultivos y disrupciones de la actividad económica. Las muertes, según la publicación local Caixin, se han disparado desde 2016. Sólo en 2019 hubo 12 fallecidos, cuando en las tres décadas anteriores se contabilizó una treintena. El contexto, pues, no descarta más excursiones. 

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