Transición energética

Ley del cambio climático: así muere el coche de combustión

El Congreso aprueba definitivamente la ley de cambio climático, que prohíbe la venta de vehículos diésel y gasolina a partir de 2040

Los turismos eléctricos serán en 2027 más baratos de producir que los que más contaminan, mientras los ciudadanos aplauden el salto  

Vehículos circulando por una autovía. FOTO: JOSÉ LUIS ROCA

Vehículos circulando por una autovía. FOTO: JOSÉ LUIS ROCA / José Luis Roca

Juan Ruiz Sierra

Juan Ruiz Sierra

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Los objetos que tienen fijada con absoluta precisión una fecha de muerte resultan raros. El coche de combustión, diesel o gasolina, es uno de ellos. En 2050, dejará de circular por las calles y carreteras españolas. Diez años antes, su venta quedará prohibida, según la ley de cambio climático aprobada por el Congreso este jueves, poniendo punto y final a una historia de más de 100 años. No es que los coches vayan a desaparecer. Seguirán existiendo, en versiones eléctricas. Sus fabricantes continuarán siendo básicamente los mismos. Pero nada volverá a ser igual, tras una de las grandes transformaciones industriales. En este caso, para reducir los gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global. El transporte por carretera supone el 26,9% de las emisiones en España. 

No tendría por qué haber sido así. El coche de combustión podría haber sido una mera anécdota histórica, perdida en los últimos coletazos del siglo XIX y los primeros del XX. En el amanecer de la automoción, los vehículos de diesel o gasolina y los eléctricos competían de tú a tú, con ventaja para estos últimos. Los eléctricos eran más fáciles de conducir: su aceleración, más rápida; sus frenos, mejores. Más veloces: en 1899, un coche francés llamado 'La Jamais Contente' (La Nunca Satisfecha) alcanzó los 105,88 kilómetros por hora, batiendo el récord de aquel momento. 

Hubo un momento, a finales del siglo XIX y principios del XX, en el que el coche eléctrico era el futuro. El machismo tuvo mucho que ver en su desaparición.

También eran más caros de producir. Pero en su decadencia no solo influyeron los costes, explica Dan Albert en su libro ‘Are we there yet?’ (¿Ya hemos llegado?), publicado en 2019. El machismo tuvo mucho que ver. “El coche de combustión, ruidoso, con sus lubricantes, sus explosiones y sus pistones, iba a ser el coche de los hombres”, escribe Albert. El eléctrico, silencioso, práctico y “domesticado”, según la expresión de un ingeniero de la época, se asoció a las mujeres, que apenas conducían. En 1935, estos vehículos habían desaparecido de las carreteras. 

Ninguno de estos factores juega ya en contra de los turismos eléctricos. Continúan siendo más caros que los de combustión, cierto, pero pronto dejarán de serlo. Un reciente estudio de BloombergNEF señala que estos coches serán en 2027 más baratos de producir que los convencionales, incluso sin tener en cuenta las ayudas de los distintos gobiernos. Como el español, entre otros, que ha anunciado que los particulares que adquieran un turismo eléctrico recibirán hasta 7.000 euros, dentro del plan Moves III, siempre que a cambio conviertan en chatarra su antiguo turismo de combustión. Y con el 42,5% de los 26.801.761 permisos de conducción españoles perteneciendo a mujeres (un porcentaje que no deja de subir), junto al enorme salto en igualdad de los últimos años, la distinción entre lo masculino y lo femenino según el tipo de motor parece provenir de un mundo muy lejano. 

El retraso

España, donde de momento solo el 0,2% de los 24,5 millones de turismos son totalmente eléctricos, llegará más tarde que otros países al cambio en la automoción. La ley de cambio climático aprobada por el Congreso este jueves, la primera norma integral contra la emergencia medioambiental, que también incluye límites al ‘fracking’, medidas para que las ciudades sean más verdes y una decidida apuesta por las energías renovables, fija el fin de la producción de los coches de gasolina y diesel en 2040. Noruega, en cambio, pretende prohibir su venta a partir de 2025. Dinamarca, en 2035. 

El cambio de paradigma está siendo veloz, y por el camino se encuentra con menos resistencias de las esperadas. La ley de cambio climático contó con un amplio respaldo este jueves en el Congreso. Salvo el PP y Más País, cuyos diputados se abstuvieron por motivos distintos, y los negacionistas de Vox, que votaron en contra, todos los grupos la apoyaron. Los ciudadanos también. Un sondeo publicado el mes pasado por la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente muestra que el 63% de los habitantes de las principales ciudades europeas apoyan el salto al coche eléctrico. En Madrid y Barcelona, el porcentaje ronda el 70%.

A los fabricantes no les ha quedado otra que subirse al carro. Hace un par de años, cuando el Gobierno anunció que quería desterrar en 2040 los vehículos de combustión, la patronal Anfac opuso resistencia. Ahora ya no. Volvo y Ford dejarán de producirlos en 2030. El Grupo Volkswagen, al que pertenece Seat, quiere que la mayoría de sus ventas sean eléctricos a partir de la misma fecha, con la fábrica de Martorell especializada en este tipo de turismos. No hay marcha atrás. Ya casi hemos llegado.  

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