La salud mental en Catalunya
El SOS desesperado de una madre por ayudar a su hija sin perder la custodia
Montse Vergés solo puede ingresar a su hija en un centro de salud mental si paga 4.000 euros al mes o renuncia a su custodia
La menor, de 13 años, tiene tendencias suicidas y las pasadas Navidades se lanzó al vacío desde un balcón
"No quiero que mi hija muera pero tampoco quiero perder mis derechos como madre", clama desconsolada
Montse Vergés es una profesora de instituto y madre de una familia monoparental especial con tres hijos. Sin casa que hipotecar ni coche que vender. Y con una hija de 13 años que ha intentado suicidarse varias veces en los últimos meses. Sin recursos para ayudarla. Sin centros de salud mental públicos donde ingresarla. Ingresarla, como pide, en un centro (privado) le supone pagar 4.000 euros mensuales que no tiene. La Dirección General de Atención a la Infancia (DGAIA) de la Generalitat de Catalunya le ha ofrecido una opción, pero ello supone renunciar a la patria potestad y a la custodia de la niña: la DGIA está dispuesta a financiar el ingreso de la menor pero para ello Montse ha de renunciar a su custodia, algo que le horroriza. Es por ello que ha lanzado un SOS desesperado --"por favor, ¡que alguien me ayude!"-- a través de las redes sociales. Y una convicción: "No quiero que mi hija muera ni quiero perder mis derechos como madre".
La pesadilla de Montse empieza el 14 de agosto con un ingreso de su hija en el Hospital Clínic de Barcelona. De allí salió "sin diagnóstico" y con una fuerte medicación que la mantenía "atontada". Al empezar el curso, en septiembre , tuvo un segundo episodio que la mantuvo un mes ingresada en el Clínic. Al salir, los médicos recomendaron a Montse que llevara a la niña a la montaña. Lo hizo pero allí la menor volvió a expresar deseos suicidas. "Me dijo que no la dejara sola porque se suicidaría, así que cogí un taxi y volvimos al Clínic", recuerda Montse. Pasó otro mes ingresada y la psiquiatra de referencia consideró que la niña necesitaba un ingreso más largo, por lo que la derivaron al Hospital Benito Menni de Sant Boi. Allí, cuenta la madre, mejoró y le dieron un permiso de 10 días para pasar las Navidades en casa.
Parecía que todo iba bien, pero a los 5 días de estar en casa, la menor se lanzó por el balcón. Ingresó en la uci del Hospital de Sant Pau con los pies, dos vértebras y el coxis rotos. Tras salir de la uci, fue trasladada al Hospital Sant Joan de Déu donde la operaron de los dos pies. "40 clavos, placas, corsé y reposo absoluto", resume la madre. Cuando la niña ya podía estar sentada en una silla, regresó al Clínic. Allí estuvo otro mes hasta que volvió a ser derivada al Benito Menni.
Mejoró y pudo pasar algún fin de semana en casa. Pero, al tercer fin de semana, la niña volvió con sus tendencias suicidas. El desencadenante, apunta Montse, fue el Esplai al que iba. "Lo desencadenó el ir al Esplai. No puede salir de casa". "Cualquier pequeño estrés, ahora mismo y según los psiquiatras y psicólogos, puede ser letal. Es por ello que J. necesita un centro terapéutico de larga estancia psicoterapéutica para poderse recuperar", resume la madre antes de denunciar que "aquí es donde el Institut Català de la Salut tiene un gran vacío".
"No hay centros públicos"
Y esta es la situación para esta madre trabajadora: "No hay centros públicos. TODOS son privados. Cuestan, como mínimo 4000 euros al mes y somos una familia monoparental especial, con tres hijos. Aunque tengo un sueldo, no tengo casa de propiedad para hipotecar ni coche para vender", explica Montse desesperada antes de lanzar su grito de socorro: "Quiero pedir auxilio porque no tengo ninguna posibilidad de pagar 4.000 euros al mes y mi hija necesita ayuda médica". "No quiero que J muera, no soportaría que se quitara la vida por no haberlo intentando todo, absolutamente todo como madre. Pero no tengo 4.000 euros al mes", añade.
La "perversidad" del sistema
El sistema le ha planteado una opción "perversa": "Me dicen que la DGAIA puede costear el gasto pero debe haber un paso previo: ha de haber un desamparo, es decir, ellos se han de quedar la custodia de J, perdiendo yo todos los derechos como madre de mi hija", cuenta Montse. Es decir, que esta madre perdería la patria potestad y no podría decidir "absolutamente nada" que tuviera relación con su hija. "Ni de salud, ni de visitas, ni de tratamientos... Nada de nada", explica desconsolada. "No quiero que J muere ni tampoco perder los derechos como madre para acompañarla en todo este proceso y decidir".
Montse ha hecho llegar su grito desesperado a medios de comunicación, a entidades, abogados y también al Govern. Su grito pone sobre la mesa un vacío en Catalunya en cuanto a la atención a la salud mental.
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