PERFIL

Adictos al juego: mentiras y pérdida de control

Recuperar el dinero perdido deriva en un círculo vicioso que conduce a la obsesión, la irritación y el aislamiento

Las apuestas deportivas, más aceptadas socialmente, han enganchado a gente joven, incluso a menores de edad

La ludopatía altera la personalidad y es el entorno familiar quien suele recurrir a un especialista en busca de ayuda

MADRID 14 01 2019  Sociedad   Reportaje sobre la Ley del juego  Sala de apuestas de un bingo en el centro de la ciudad  FOTO  JOSE LUIS ROCA

MADRID 14 01 2019 Sociedad Reportaje sobre la Ley del juego Sala de apuestas de un bingo en el centro de la ciudad FOTO JOSE LUIS ROCA / JOSE LUIS ROCA

Carlos Márquez Daniel

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No hay dos reacciones iguales, pero sí síntomas que se repiten, actitudes que no son normales. Las personas que pasan por algún tipo de adicción sufren un trastorno que lo cambia todo. Hacia peor. La ludopatía, por ejemplo. La familia empieza a notar actitudes raras, más silencios, mentiras, soledad. Así cambia la vida de los que caen en las garras del juego.

Susana Jiménez, jefa de la Unidad de Juego Patológico del Hospital de Bellvitge, ayuda a trazar este perfil. Y empieza con una nota positiva, el hecho de que cada vez son más los que piden ayuda por iniciativa propia. "Antes era solo la familia la que hacía el primer contacto, y ahora son muchos los que nos escriben para pedir asistencia ante una situación que ven que se les ha escapado de las manos. Afortunadamente, ahora se admite más la existencia de un problema grave, y eso ayuda mucho de cara a la recuperación".

El maldito dinero

Todo gira en torno al dinero. Incluso en los casos más leves, apunta esta experta, subyace una preocupación creciente por la recuperación de la inversión que termina convirtiéndose en una obsesión. Ahí es donde, con el objetivo de esconder la deuda, empiezan a mentir, o incluso robar, para no admitir la verdad y esconder una realidad que les engulle día a día y que, en el fondo, les inunda de vergüenza. Viven convencidos de que conseguirán revertir la situación, pero lo que suele suceder, porque la banca siempre gana, es que siguen perdiendo. Irritables, nerviosos, desconfiados, abatidos por el sentimiento de culpa; la conducta cambia por completo.

"Ahora hay menos estigma y más información. Antes era un vicio pero ahora se habla de trastorno"

En el mejor de los casos, el entorno nota que algo no va bien. O el propio afectado toma conciencia y se da cuenta de que ha tocado fondo. Y entonces se da el paso. "Ahora hay más información y menos estigma. Antes se hablaba de vicio y esa es una palabra que te hace recular, pero ahora nos referimos a un trastorno que, como tal, es tratable", señala Jiménez. En cuanto al origen, prevalece los hombres con estudios inferiores y de un nivel socioeconómico bajo o medio-bajo, y de entorno urbano. Pero ojo, porque con la irrupción de las apuestas deportivas ha brotado un jugador insólito, de menor edad y con estudios universitarios (el 16,4% cuando años atrás no alcanzaba el 4%). Sucede, se queja la responsable de Bellvitge, que el juego 'online' asociado al deporte "es socialmente más aceptado", por eso hay muchos que incluso empiezan cuando todavía no han cumplido los 18.

Antes de los 18

El 35% de los adictos a este tipo de juegos de azar empezaron antes de la edad legal, señala Jiménez. En su unidad, el 12% de los tratados a día de hoy admiten que ya apostaban antes de ser mayores de edad. "Es un porcentaje muy preocupante que nos debe hacer reflexionar sobre el control que hay sobre este tipo de apuestas", receta. Del mismo modo que se manda al amigo mayor de edad a por las cervezas al supermercado, abren una cuenta a nombre de alguien que tenga ya los 18 y operan desde ahí a pesar de tener 15 o 17. Eso, o a través de la salas de juego, cuyo acceso es ahora más restringido, por ley, pero en el pasado no era complicado entrar a pesar de no tener la edad reglamentaria, se queja Jiménez.

El tratamiento psicológico busca una "orientación cognitiva conductual cuyo objetivo es lograr la abstinencia de juego". Una primera fase de un mínimo de 16 sesiones, una por semana, trata de reordenar la estructura vital de la persona afectada. A partir de ahí, un seguimiento ininterrumpido que puede alargarse, para terminar todo el proceso, dos años y medio.

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