Décadas de engaños
El impostor que odiaba a las mujeres
El periodista Guillem Sánchez relata en el libro ‘El estafador’ la historia de Francisco Gómez Manzanares, un embaucador encarcelado
Fingió ser piloto de avión, probador de Fórmula 1 y técnico del Barça, y se centró en seducir, saquear y abandonar a las que se creían sus novias
David es piloto de avión y trabaja en Iberia. A menudo duerme en hoteles, pese a que dispone de un gran piso en Barcelona, en la Diagonal. Le resulta más práctico. Además, está a punto de comprar un dúplex que su padre, directivo del Barça y jefe de un bufete de abogados, le facilitará a un precio irrisorio. No se llevan muy bien: David iba a debutar con el primer equipo del Barça cuando su progenitor le obligó a dejarlo para estudiar en Estados Unidos. Sigue haciendo deporte: sale a correr con Luis Enrique.
De pronto, es probador de coches de Fórmula 1 en el equipo de Fernando Alonso. No es ajeno al mundo del motor: desde joven, se desplaza en coches de alta gama. Mercedes, Ferrari: los niños le rodean cuando sale del cochazo. Antes que piloto y probador, fue miembro de la Ertzaintza. Iba de paisano. También trabajó en salvamento marítimo.
David se llamaba Francisco
Pero la verdad es que todo lo anterior es falso, historias que cuenta a las víctimas de sus estafas. David no es piloto de avión, ni duerme en hoteles, ni tiene un piso en la Diagonal, ni un padre potentado. No tiene el graduado escolar y no ha sido probador de Fórmula 1. No fue escolta de políticos vascos. No ha trabajado en salvamento marítimo. Ni siquiera se llama David.
Se llama Francisco Gómez Manzanares, nacido en Vitoria en 1974. Se le ha conocido como el estafador de mujeres, aunque Guillem Sánchez considera que es más preciso describirle como un estafador, a secas. Sánchez fue redactor de sucesos de la agencia ACN y hoy lo es de EL PERIÓDICO. Premio Ortega y Gasset por destapar casos de pederastia en centros de los Maristas, doctor en Periodismo y profesor de la Blanquerna, ha escrito el libro ‘El estafador’ (Península), en el que narra la historia de Gómez Manzanares.
Casi tres décadas de engaños
Empezó a estafar cuando apenas abandonaba la adolescencia y no se detuvo ni en sus estancias en cárceles, donde ha pasado 12 años. Ha sido objeto de unas 50 denuncias. Engañó para lograr vehículos, ofreció el acceso a viviendas con las que no tenía relación para quedarse grandes sumas por supuestas entradas.
Logró embaucar a amigos, supuestas parejas y a sus entornos de amigos y familiares. Dicen que también a presos y funcionarios de las cárceles en las estuvo
Con el tiempo, se centra en las mujeres. Mujeres solas a las que ofrece cariño y calor, aunque también una cara amarga si le contrarían. Las seduce y se instala en sus casas: suele faltar mucho, normal con sus empleos ficticios. Las saquea y cuando no queda un euro desaparece. A veces tras años de relación. No es fácil saber cuántas sufrieron este patrón. Que tu presunta media naranja te embauque económica y emocionalmente no es como que te atraque un desconocido. No es algo que vayas explicando por ahí.
La labia de David es un arma. Ni siquiera es demasiado atractivo. Elige a sus víctimas en aplicaciones de citas. Son mujeres marcadas por cierta soledad, en busca de una segunda oportunidad. Algunas tienen dificultades para tener hijos. Él se presenta como el padre potencial. Cuando se esfuma y ellas comprenden qué ha pasado, el efecto es demoledor.
La ciudad deportiva del Barça
Dicho a la tremenda, Guillem Sánchez vive de rebuscar entre historias violentas, desgraciadas, de escudriñar en los disgustos que da la vida. Es un redactor de sucesos. Tienen un horario complejo. De noche, le toca irse a Badalona: se quema una nave. De madrugada, está en Sant Roc: una operación contra el tráfico de marihuana. Va por la redacción con un zumito con el que antes salía a fumar –lo ha dejado. Un día, llega un comunicado de prensa sobre la detención de un presunto estafador en la ciudad deportiva del Barça.
Cuando conoce más detalles, la idea de que finja ser piloto lleva a Sánchez a asociar a Gómez con el estafador que Leonardo DiCaprio encarna en la película ‘Atrápame como puedas’, aquel pillo simpático. Pero esa imagen se borra rápidamente: “Me acerco a la historia fascinado por el tipo. Pero después descubro que es un psicópata que destrozó a todas esas mujeres”.
Sánchez intenta que algunas víctimas hablen. Es muy difícil. Las que acceden reclaman garantías de que nadie las reconocerá. El periodista conduce muchos kilómetros, a veces cientos pese a no tener garantizada la cita que persigue. Visita las localidades en las que dejó rastro Paquito, luego Francisco, luego David. Empezó a estafar en su Vitoria natal y luego siguió en Castelldefels. Después en Soraluze (Guipúzcoa), en Zaragoza y en Barcelona. Hasta llegar a su actual lugar de residencia: la cárcel de Nanclares de Oca, donde cumple condena. Ya había residido antes allí. En etapas anteriores, se fugó en periodos de permiso.
“En la foto de la aplicación de citas no era feo. Trabajaba en la unidad de rescatadores. Y decía que adoraba viajar. Mi exmarido odiaba viajar. Me dije que yo también tenía derecho a encontrar a un buen tío”, cuenta en el libro Esther, nombre ficticio de una de las víctimas. Sánchez subraya que sería un error pensar que el estafador es un mujeriego: “En realidad odia a las mujeres”.
David logra estafas increíbles, quizá porque la gente se cree más fácilmente lo increíble: capta dinero para invertir argumentando que como piloto de avión logra consejos de oro que le dan empresarios a cambio de que les deje usar el móvil durante los vuelos. Convence a un hombre de que compre a medias con él un anillo que le permitirá lograr premios en tragaperras.
Circulan rumores de que en su primera etapa en la cárcel de Nanclares de Oca consiguió estafar a un grupo de presos y de funcionarios, y que por ello le trasladaron a Burgos, donde, al parecer, le vendió a su compañero de celda un barco que no existía.
¡Saluda a Rexach!
En Barcelona inventó un último empleo: miembro del equipo técnico del Barça, hombre de confianza de los padres de Messi y Neymar. Tanto alardeaba de ello, que cuando acudió una agencia bancaria con un vendedor de coches, y allí coincidieron con el exfutbolista Carles Rexach, el hombre le dijo: “Mira, Rexach, salúdalo”. David, es decir, Francisco, fingió que no le había oído.
Sánchez no logró entrevistar al estafador, pero sí accedió al diálogo que este mantuvo por WhatsApp con una víctima, a la que le contó que calculaba haber reunido tres millones de euros con sus milongas. No ha devuelto un euro, más allá de lo que le encontraron al detenerlo, para lo que fue decisivo el empeño de un mosso, el cabo Ricardo. En un momento del diálogo, la mujer quiso saber por qué la eligió:
-¿Qué viste en mis ojos?
-Tristeza, soledad.
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