PRIMER LUGAR DETECTADO

La OMS viaja a Wuhan tras las pistas del origen del covid-19

Un equipo de expertos investigarán el origen del coronavirus en el mercado donde, presuntamente, surgió

Las incógnitas persisten un año después: qué animal desató la pandemia, cuál fue la primera persona contagiada y qué papel jugó el área de Huanan

Una familia se protege con máscaras en Wuhan

Una familia se protege con máscaras en Wuhan / HÉCTOR RETAMAL / AFP

Adrián Foncillas

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Un equipo de expertos viajará en enero al presunto epicentro del coronavirus para investigar su origen. Desde que los hospitales de Wuhan recibieran a un puñado de pacientes con una rara neumonía ha pasado casi un año y ha muerto más de un millón y medio de personas en el mundo. Se cree, con escaso margen de error, que el virus circulaba mucho antes de que fuera detectado y que saltó del murciélago al hombre a través de un animal intermedio. El resto de incógnitas persisten: ¿Cuál fue ese animal? ¿Y el paciente cero? ¿Qué papel desempeñó el mercado de Huanan?  

De esa misión de la OMS, integrada por una decena de científicos chinos y otra del resto del planeta, se espera que finiquite el misterio y, aún más relevante, que ayude a evitar nuevas epidemias. La primera fase llevará al equipo hasta el mercado de abastos de Huanan, donde los científicos chinos recabarán datos que serán analizados por sus colegas internacionales, y después a otras provincias y países vecinos. A ese abigarrado mercado le sobran indicios incriminatorios: era un zoológico gastronómico de higiene mejorable con más de un millar de trabajadores y un centenar de puestos. Pero encontrar nuevas evidencias no será fácil un año después de su cierre. Las autoridades, comprensiblemente aterrorizadas tras los primeros casos, ordenaron el urgente sacrificio de la fauna y una desinfección a fondo. Ninguna de las muestras tomadas de los animales congelados dieron positivo pero sí 69 de las 842 muestras ambientales. 

Muestras de sangre

El grueso de la investigación consistirá en la recopilación y análisis de las muestras biológicas, especialmente sangre, que fueron almacenadas rutinariamente por hospitales antes y después de diciembre. El estudio retrospectivo se extenderá más allá de Wuhan en busca de huellas del virus. También se entrevistará a los primeros infectados y se examinará su historial médico para trazar el camino hacia el paciente cero.  

“Estoy seguro de que la misión descubrirá un montón de información nueva, muchas piezas del puzzle. Solo el tiempo dirá si servirá para llegar a una conclusión. Sospecho que nos abrirá nuevas posibilidades, será todo un reto”, señala el virólogo Dale Fisher, que participó en la comitiva de la OMS a China que ya investigara el origen del virus en febrero.  

China ya defendía meses atrás que el mercado había amplificado, que no creado, un virus que ya llevaba tiempo entre nosotros. La teoría, desdeñada en un principio como autoexculpatoria, cada día tiene más adeptos en la comunidad científica internacional. Los indicios permiten las dudas razonables. Las dos terceras partes de los primeros 42 casos en Wuhan tenían vínculos con el mercado pero un estudio más detallado descubre que faltaban en cuatro de los cinco primeros. Los análisis corroboraron que secuencias genéticas del virus encontradas en el suelo o las cañerías de Huanan no provenían de animales, sino de personas enfermas, lo que sugiere que el salto del animal al hombre se produjo antes en otro lugar.  

Del murciélago al hombre, la incógnita

Las dudas quedan apuntaladas por la ausencia de pruebas concluyentes de que algún animal del mercado trasladara el patógeno de los murciélagos a los seres humanos. Las civetas y los pangolines, sospechosos habituales, han quedado por ahora absueltos. La detección de ese escalón intermedio es imprescindible para profundizar en la reconstrucción. Durante la epidemia del SARS, que afectó a Asia en 2003, un equipo de la OMS llegó a China tres meses después del primer caso e identificó a la civeta en apenas unas semanas.  

La prueba más fiable apunta a una cueva de Yunan, provincia china fronteriza con el sudeste asiático y a miles de kilómetros de Wuhan. Allí se recogió en 2013 material genético de un virus en un murciélago con un 96 % de coincidencia con el actual. Es el familiar más cercano hallado pero el 4 % restante supone aún una brecha evolutiva considerable.

Es previsible que la misión contemple Myanmar, Laos o Vietnam, donde abundan esos mamíferos nocturnos. “Creo que el progenitor del virus en los murciélagos puede estar en los países del sur de China, pero el hecho de que muchos casos estén relacionados con el mercado sugiere que este jugó un papel importante en la adaptación del virus a su transmisión humana”, opina Wang Linfa, virólogo de la Escuela Médica Duke-NUS de Singapur. Wang, que identificó a los murciélagos como los anfitriones del SARS, no cree que Huanan guarde ya muchos secretos. “La misión de la ONU es revisar toda la información y conclusiones para asesorar a futuros estudios”, añade.  

La misión deberá sobrevolar el fragor geopolítico, con Washington culpando a China de la pandemia y esta amplificando los estudios que han detectado la presencia del coronavirus en cualquier parte del mundo antes de diciembre. Identificar al país donde se produjo ese azaroso salto de material genético microscópico entre especies que genera una pandemia es por primera vez relevante más allá de la ciencia. Y solo la ciencia guiará la misión, ha tenido que aclarar la OMS.  

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