Infraestructuras

Sagrera y la luz al final de túnel

Los trenes de la R1 de Rodalies ya circulan por el interior de la estación, que no tiene calendario para su finalización

Los vecinos dicen haber perdido la ilusión, aunque creerán algo más en el proyecto cuando el AVE también pase por la terminal

Últimas pruebas para que hoy circulen los primeros trenes por la estación de La Sagrera

Los trenes, por fin, circulando por el interior de la Sagrera / ACN

Carlos Márquez Daniel

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Son incontables los conocidos del barrio a los que Oleguer Méndez, miembro de la asociación de vecinos, en algún momento de las últimas décadas, les ha asegurado que la estación estaba al caer. “Muchos han muerto y eso te rompe... Ten en cuenta que me acabo de jubilar con 65 años y que cuando empezamos esta batalla yo no tenía 40. Con el amigo Josep Barbero lo comentamos a menudo, que con todo lo que hemos peleado, nos entran dudas de si nosotros lo veremos”. Los barceloneses de la Sagrera se han asomado este martes al balcón y han visto un poco lo de siempre, una enorme cicatriz de polvo que separa barrios y distritos, pero también un pozo de frustración, promesas incumplidas y esa sensación tan del norte de la ciudad de ser los últimos monos de Barcelona. En este final de puente, sin embargo, se daba un paso importante con el traslado de la primera línea de Rodalies al interior de la futura estación intermodal. No por esperado es menos relevante que, por fin, y en el país de los aeropuertos sin aviones, un tren circule por las entrañas de una terminal ferroviaria.

La noticia coincide con una efeméride, pues en junio se cumplieron 10 años de la colocación de la primera piedra de la terminal, aunque los trabajos en el entorno empezaron un año antes, en el 2009. El alcalde era Jordi Hereu, el ministro de Fomento era José Blanco, el presidente de la Generalitat era José Montilla y la canción de aquel verano fue el ‘Waka-waka’ de Shakira para el Mundial de Suráfrica que ganó España con gol de Iniesta. Una década de piqueta intermitente, pero más de 35 de reivindicación, desde los tiempos en los que la ciudad coqueteó con la idea de que Norman Foster, el arquitecto de la Torre de Collserola, se hiciera cargo de la trasformación urbanística de la Sagrera.

Un tren de Rodalies pasa por la estación de La Sagrera en obras.

A la derecha, el túnel que accede a la estación de la Sagrera. A la izquierda, las vías por las que circulan los trenes a Granollers y los AVE / JOAN CORTADELLAS

El primer tren en colarse en la estación, de la que se ha construido el 40% del total, ha sido un Rodalies de la R1 que une Molins de Rei y Maçanet-Massanes, línea que incluye el primer tramo ferroviario construido en España, el de Barcelona a Mataró. Sucedió en 1848, aunque para ser justos y si se compra el colonialismo como parte de los dominios del Estado, ese honor pertenece al trazado entre La Habana y Bejucal, en la isla de Cuba, puesto en marcha en 1837 durante el reinado de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias.

Els primers trens amb passatgers passen des d’avui per l’estació de La Sagrera

Uno de los primeros trenes que ha pasado por el interior de la Sagrera, este martes / Joan Cortadellas

Terminal central

La línea subterránea transcurre por un nuevo tramo de dos kilómetros que va desde la Rambla de Prim hasta el puente de Bac de Roda. La estación intermodal de la Sagrera está destinada a ser la terminal ferroviaria central de Barcelona, un espacio de más de 200.000 metros cuadrados distribuidos en tres plantas: la inferior, con ocho vías, para los trenes de cercanías; la del medio para un gran vestíbulo con aparcamiento, y la superior para la alta velocidad, con otras ocho vías. Conectará con el metro de la ciudad e incorporará una estación de autobuses que ayudará a reducir el número de paradas que todavía realizan en la calle las líneas supramunicipales. El proyecto inicial incluía edificios de oficinas y centros comerciales que debían servir para pagar la obra. Apalancar el plan en la especulación inmobiliaria del lugar fue uno de los talones de Aquiles del proyecto (luego están los problemas con los contratos, los parones por decisión judicial o los hallazgos arqueológicos). La caída de buena parte de esa iniciativa privada obligó a reducir las pretensiones y el presupuesto.

A nivel de operativa, la R1 recupera su funcionamiento normal tras cuatro meses en los que en el tramo entre el Clot y Sant Adrià circulaba en una única vía, lo que había obligado a reducir la oferta. La entrada en la estación estaba prevista para principios de noviembre, pero finalmente se retrasó a este puente, días en los que la demanda baja en picado. Se trataba de unas comprobaciones encargadas por la Agencia Estatal de Seguridad Ferroviaria y el test parece que se ha superado con éxito. Si el corte de la línea (quedaba cortada entre Clot y Badalona) se hubieran realizado en un día laborable, cerca de 70.000 personas se habrían visto afectadas. El siguiente paso será meter en el cajón la línea Barcelona-Granollers. Se espera que suceda en el 2022. Sobre el traslado de la alta velocidad a la terminal, Fomento no aventura plazos.

Entorno sin ilusión

Oleguer Méndez dice que los vecinos “han perdido toda la ilusión por el proyecto”, aunque admite que el día que la alta velocidad pase al interior y se empiece a construir el aparcamiento, el acceso al metro y la estación de autobuses, el aspecto cambiará y eso quizás aporte moral a la tropa residencial. Le sabe mal que nadie les haya invitado al estreno del primer tren por la estación. Pero no le sorprende. Dice no esperar nada del Gobierno ni del ayuntamiento, con el que, asegura, hace año y medio que no se ven. Le viene a la cabeza Pasqual Maragall, cuando durante los Juegos, ante las quejas de estos barrios porque ahí no se hacía nada, les dijo que el futuro de la ciudad pasaba por la Sagrera.