Tos y estornudos

Los leones del Zoo de Barcelona han pasado el covid-19

Tras Nadia, una tigresa del Bronx contagiada en abril, el caso de Kiumbe y sus tres compañeras certifica que los felinos son infectables por los humanos

Un león descansando en el Zoo de Barcelona

Un león descansando en el Zoo de Barcelona / Manu Mitru

Carles Cols

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Que los cuatro leones del Zoo de Barcelona (un jovencísimo macho de cuatro años y su harén de tres maduras hembras de 16) se contagiaran de coronavirus el pasado mes de noviembre, como ha dado a conocer BTV, es una sorpresa relativa porque desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la pandemia mundial de covid-19 ya había sido acreditado, sin que aún se sepa por qué, que los felinos, grandes y chicos, pueden contagiarse de esta enfermedad y, en cambio, los grandes simios, tan ‘humanos’ ellos, parecen inmunes a esta dolencia. Lo sorprendente, visto que hay precedentes, no es que el macho Kiumbe y sus compañeras Zala, Nima y Run Run hayan superado el covid-19, sino que se dejaron hacer el test sin anestesia y sin rechistar. Con la reja de por medio, sus cuidadores habituales les introdujeron los célebres palitos por los orificios nasales y no dijeron ni grrr.

Sorprende que se contagien, pero más aún que se dejen meter un palito por la nariz sin rechistar para obtener muestras

Nadia, una tigresa del Zoo del Bronx, fue el primer felino que dio la gran sorpresa el pasado abril al dar positivo en un test de coronavirus. Hay que retroceder a lo que sucedía en abril. El torrente informativo era pavoroso. Que además se anunciara que el covid-19 era capaz de saltar a los felinos encendió las alarmas. ¿Había que mirar de reojo a todos los gatos domésticos? En un primer momento, lo que apeteció era situar el ‘caso Nadia’ dentro del saco de rumores sin confirmar, pero al cabo de poco días tres leones y cuatro tigres más del Zoo del Bronx comenzaron a moquear y dieron positivo.

Antiinflamatorio y a correr

El covid, efectivamente, puede saltar de humanos a grandes y pequeños felinos. El cuadro de síntomas que manifiestan, sin embargo, no es gran cosa. Simplemente parecen resfriados. Nadia, por ejemplo, se recuperó sin mayores contratiempos y lo mismo le ha ocurrido a los cuatro leones de Barcelona, que probablemente se infectaron a través de dos trabajadores asintomáticos del zoológico que también dieron positivo cuando se les sometió a un test de antígenos. Bastó un simple tratamiento con antiinflamatorios para que sanaran. Les quedó algo de tos y algún estornudo ocasional. Nada más. Pese a los mocos, su imponente presencia no menguó.

La fundada sospecha es que otros zoos han tenido casos similares y, por desconocimiento o prudencia, los han callado

Lo que el Zoo de Barcelona hizo nada más confirmar los cuatro positivos entre su parroquia animal fue comunicar lo sucedido a las autoridades veterinarias de la Generalitat y, en paralelo, compartir información con el Zoo del Bronx, el único parque de todo el mundo que hasta ahora había dado a conocer una infección en felinos. Es una sólida sospecha que ha habido contagios en otros zoológicos, pero o lo han callado o, simplemente, se les ha pasado por alto lo ocurrido.

La mala suerte de los visones

Sea una u otra hipótesis, es toda una brecha de seguridad en la lucha contra esta enfermedad. La variedad de coronavirus causante de la actual pandemia se acomoda en algunas especies animales y en otra no. El murciélago pasa por ser el mejor de sus hogares. También está confirmado que ha saltado a las entrañas del visón, hasta el punto de que algunos países, como Dinamarca, han optado por sacrificar todos les ejemplares de sus granjas, unos 17 millones de ejemplares criados exclusivamente por su cotizada piel, pues el gran peligro es que el virus mute cuando se aloja en una especie distinta a la humana y después regrese de nuevo a las personas, pero más letal e incluso resistente a las vacunas en procesod e producción.

Esa opción, el sacrificio preventivo, no tiene sentido en casos como los del los zoos del Bronx y de Barcelona. Las probabilidades de que un felino contagie a un visitante son nulas por razones obvias y posiblemente también lo sean las de que infecten a un trabajador, y más, sobre todo, desde que los cuidadores emplean mascarilla cuando tienen que acercarse o manipular algún animal del recinto. En primavera, de forma simplemente preventiva e intuitiva, los primeros empleados del parque animalista de la Ciutadella que utilizaron mascarilla eran los que se encargaban de los chimpancés, gorilas y orangutanes. Parecía lógico pensar que serían esos los ejemplares más susceptibles de sufrir un contagio. Con el tiempo, no obstante, ese temor ha demostrado ser infundado y han sido los felinos, sin que se sepa la razón, los huéspedes inesperados de este agente infeccioso que tiene en jaque a la Humanidad.