segunda desescalada

Bares y restaurantes resucitan a medio gas, clamando por más horario

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Patricia Castán

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Casi como un primer día de colegio, la restauración catalana ha vivido este lunes una jornada agridulce de regreso a la actividad. La cara ha sido la ilusión, a partes iguales, de operadores desesperados por volver a trabajar y clientes ávidos de ese servicio, por necesidad práctica o puro disfrute. La cruz, las limitaciones que dejan el techo de ingresos muy bajos y el hecho que muchos no se han atrevido a levantar la persiana a falta de poder realizar el servicio de cena, o por inviabilidad de su aforo. La patronal barcelonesa ha estimado, como avanzó ayer este diario, que un 70% de los establecimientos han optado por abrir.

Esa proporción no ha sido uniforme. En el caso de los bares, más acordes al nuevo horario ya que pueden empezar la jornada a las seis de la mañana, ha sido mayor. La hora del desayuno ha funcionado a medio gas, ante la gran cantidad de personas que aún están teletrabajando o en erte. Algo más animadas en terrazas de barrios populares, entornos de mercados o de ejes comerciales, como podía verse en Sant Andreu o Gràcia a media mañana. El hecho de ser lunes tampoco era un buen aliado.

Por contra, la desescalada se ha dejado sentir mucho menos en el alicaído centro de Barcelona. Para hacerse una idea, baste decir que solo 11 bares o restaurantes de la Rambla estaban hoy abiertos (entre el 15% y el 20%), lo que no es de extrañar ante la mínima afluencia de estos meses a la zona. Misma suerte en la plaza Reial por la mañana. Fermín Villar, presidente del eje comercial, explicaba que además de la crisis turística, "a muchos no les sale a cuenta al tener que separar a dos metros las mesas de las terrazas". El que todavía no se puedan activar las barras tampoco ayuda a resucitar espacios como los bares de la Boqueria.

Planificando sobre la marcha

Cerca, la empresaria Jordina García, artífice de La Monroe, entre otros negocios en el Raval, relata que el debut es complejo y "sin planificación", improvisando cada vez según ubicaciones y dimensiones de los locales. "Hay que rehacer la carta porque muchos platos son sobre todo de noche y ahora no los podemos tener", apunta. La coyuntura ha hecho que su mejor baza sea ahora La Querida, en la Ciutadella y con 15 mesas a la fresca.

En ese Gòtic casi desconocido de tan vacío, volvía a levantar la persiana uno de los pocos restaurantes con mucho más tirón local (80%, calculan) que turístico, pese a estar pegado al Portal de l'Àngel. La Lluna, en Santa Anna, sumó ayer unos 20 comensales de menú. "Antes de la pandemia serviamos 160. Y eramos 14 personas trabajando, mientras que ahora estamos solo 4, para los mediodías", explican. Lo atribuyen a las consecuencias del teletrabajo.

Precisamente, el director del Gremi de Restauració de Barcelona, Roger Pallarols, ha destacado este lunes que el porcentaje de restaurantes (sin bar) cerrados ha sido mucho más alto ante esa imposibilidad de abrir por la noche, sumada a un aforo de menos de un tercio en el interior. Ha clamado otra vez por retrasar el toque de queda de cara a la segunda fase.

Había esperanzas puestas en la hora del 'afterwork', pese a tantas oficinas vacías. Los cafés o cervezas a media tarde han dado algo de oxígeno a ese estreno, como podía verse en la animada calle de Parlament, en Sant Antoni, con terrazas llenas a distancias prudenciales. "Como echaba de menos esto", decía Andrea Vives, dispuesta a invitar a la primera ronda con tres amigas.

Vuelta al gimnasio

El reto tampoco era fácil para los gimnasios y centros deportivos, al 30% de aforo en interior. Fuentes de la cadena DiR, con 22 centros en Barcelona capital, han destacado la alegría de la clientela más fiel. Personas mayores que echaban de menos sus clases de natación como nadie, se mezclaban hoy con adictos al fitness, también con opción de clases al aire libre. Y ahora con nuevas cuotas semanales, ante la incertidumbre del momento.

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