SILENCIO BUROCRÁTICO

Castigado por el covid: un padre de Girona no puede recoger a su hija en Canadá

oscar-y-natalia-web

oscar-y-natalia-web / periodico

Xavier Pérez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La sonrisa de Natàlia, su curiosidad innata y su vitalidad propia de una niña de ocho años (cumple nueve en octubre) se están echando de menos este verano en la Costa Brava. Y todo por un tema de silencio burocrátricoÒscar Ballester, su padre, lleva varios meses batallando contra teléfonos y mails (nada presencial por el covid-19) para intentar poder ir a recoger a su hija a Canadá. Los padres de Natàlia se separaron cuando ella era muy pequeña y desde entonces, siguiendo el convenio establecido, todos los veranos pasa las vacaciones con Òscar. Este año la pandemia ha puesto en evidencia una burocracia administrativa sin fin que, de momento deja, a Natàlia sin poder venir a España (y eso que también tiene nacionalidad española).

Natàlia vive con su madre en Canadá y Òscar tenía que viajar a Toronto elpasado 20 de junio en un vuelo de Airtransat, pero la pandemia hizo que le retrasaran el desplazamiento hasta el 2 de julio, un viaje que también le han cancelado por la prohibición de entrada en el país. Ahora está esperando la siguiente 'ventana' para ir hasta Canadá, pero de momento no puede. Normalmente la madre de la niña la acompañaba al aeropuerto, allí la recogía su padre y juntos embarcaban en un vuelo hasta Barcelona. Para ello, este año Òscar necesita ir a Toronto con un permiso especial de las autoridades canadienses que le autorice a entrar en Canadà, recoger a su hija, y volver a España el mismo día.

Todo pasa por París

Desde que estalló la crisis del covid-19 "todas las autorizaciones se emiten desde la Embajada de Canadà en París, eso es lo que me comentaron cuando llamé al Consulado de Barcelona". El padre de Natàlia ha llamado infinidad de veces a París sin obtener respuesta alguna. Les ha mandado cartas y correos exponiendo la situación, detallando todo con los vuelos posibles, los timmings y el procedimiento acordado con la madre para que pueda recoger a su hija. Hasta hoy silencio administrativo. Probablemente la embajadora, Isabelle Hudon, no sabe nada del tema. Tampoco obtiene respuesta del Ministerio de Inmigración de Canadá. "Si no abren un expediente en la embajada no lo tramitarán. Si lo hicieran la solución sería muy simple", explica Òscar. Cuando consiguió contactar dijeron que en 48 horas responderían. Aún espera.

El caso de Natàlia no es único en todo este embrollo administrativo que el coronavirus ha puesto aún más en evidencia la precariedad y la lentitud del sistema. Casos de padres y madres que no pueden ver a sus hijos se han dado muchos durante el confinamiento pero parece que ahora que está acabando, la 'nueva' normalidad no es tal. La burocracia no es solo la misma, es más.

La situación que expone Òscar pone sobre la mesa la poca agilidad de las leyes. "Es absurdo, porque podría quedarme en Canadá con mi visado durante seis meses si hiciera una cuarentena de 15 días (pudiendo ir a buscar el periódico o a comprar como ha sucedido aquí), pero en cambio no puedo ir a recoger a mi hija al aeropuerto y traérmela para España, algo que mirándolo bien es menos 'invasivo' para la salud de los canadienses... y eso que no he sufrido el covid-19", se lamenta. "No puedo ir y exponerme a una sanción, además, tengo a mi madre recién operada de cáncer y no puedo quedarme allí muchos días", explica.

Natàlia, como ciudadana española con doble nacionalidad, no tendría que pasar cuarentena en España a su llegada. Tampoco nadie se lo exigirá, ni tampoco a Òscar a su llegada del vuelo de 16 horas para recogerla. Algunos le han animado a presentarse en Canadà sin ese permiso y explicar allí a su llegada el tema, pero Òscar no lo tiene tan claro. Según el funcionario de inmigración que toque no solo le puede impedir la entrada en Canadá, sino que le puede sancionar por cometer una ilegalidad. "Me expongo a una multa de 750.000 dólares (unos 668.000 euros), a pasar seis meses en prisión y lo que es peor, a estar cinco años sin poder entrar en Canadá y sin ver a mi hija", explica Òscar EL PERIÓDICO.

En su desesperación por intentar ver a su hija, con la que no coincide desde el pasado febrero cuando la fue a visitar a Canadá, se puso en contacto nuevamente con el Consulado de Barcelona para "pedir que desde allí hicieran una gestión al respecto por un tema claro de reagrupamiento familiar", pero nada. Le comentaron que la cónsulCollenette Jonelle Scott, solo mediaba ante temas urgentes. Al parecer que una niña de 9 años que le dice a su padre cuando habla por teléfono "Papá, cuándo vas a venir a buscarme..", no es un tema 'urgente'.