FERVOR DEPORTIVO

Corredores y ciclistas toman Barcelona en el primer día de permiso

Natàlia Farré

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Había ganas. Muchas. Así que con el pistoletazo de salida, a las seis en punto de la mañana, ‘runners’ y ciclistas han tomado este sábado, primer día de permiso, la ciudad. Con los rayos de sol apuntando, la invasión ha sido discreta, pero visible. Ya se sabe, las coloridas camisetas técnicas no pasan desapercibidas. Pero a partir de las 7.30 horas la ocupación ha sido en tromba. Literalmente. En el frente marítimo conservar el alejamiento social impuesto por el coronavirus era misión imposible. De ahí los esforzados avisos de la Guàrdia Urbana megáfono en mano: “Hay que mantener la distancia de seguridad: dos metros”. En la Carretera de les Aigües pasaba tres cuartos de lo mismo. Y lo propio en Montjuïc. No en vano los amantes de mantener la forma y de practicar el esfuerzo físico llevaban 50 días confinados.

Tres mantras repetían todos: “El cuerpo te lo pide”, lo del ejercicio, se entiende. “Hoy hay que salir con calma, con tranquilidad”, pues tantos días en dique seco exigen empezar poco a poco si uno no quiere lesionarse. Y la tercera frase favorita, en este caso de los ‘runners’, “un tiempo de mierda”. El exabrupto no iba dirigido a la meteorología, que hoy ha bridado un sol y una temperatura de los más primaverales, sino al tiempo invertido en recorrer un kilómetro: tras el parón, mucho más de lo habitual. 

Resilentes por defecto

Ahí estaba Eduard, trotando en el frente marítimo. Por el asfalto, ni hablar de la arena, inaccesible por estar las playas cerradas. Ondeaba la bandera roja, y la policía ha quedado afónica de tanto explicarlo. Bien, lo de Eduard es emplear 4,30 minutos por kilómetro y hacer tiradas de 10.000 metros. Esta mañana aseguraba que recorrer la mitad con un tiempo no superior a los cinco minutos por kilómetro sería “lamentable” pero “aceptable”. También afirmaba haber llevado bien la abstención: “Somos por defecto resilentes”, aunque reconoció el hecho de que nadie hubiera podido practicar deporte ha ayudado: “No es lo mismo que cuando estás lesionado y ves correr a todos tus amigos”.

Eduard, igual que Francesc (de los primeros en pisar la Carretera de les Aigües), sostenía que es de los que se ha portado bien, que no forma parte de los indisciplinados que han usado parkings comunitarios o escaleras vecinales para mantener la forma. Que los ha habido. A Francesc no le gusta que le llamen ‘runner’, aunque corra prefiere poner por delante el montañismo (le avalan, afirma, los principales picos del Pirineo y el techo de África), así que ha hollado la Carretera de les Aigües andando desde el Putxet y por el camino, además de con otros feligreses de la parroquia del ejercicio, ha topado con una familia de jabalíes. Cosas de la expansión de la naturaleza cuando el hombre se confina. Una hora y media al trote, que no al galope, un chute de endorfinas y la sensación de haber acertado con la hora: “A las siete y media han llegado todos”. Y todos es todos. Basta con mirar las fotos para ver que en Collserola, como en el litoral y Montjuïc, había marabunta de deportistas.

Pedaleo precovid y poscovid

Pero una cosa son los ‘runners’ y otra los ciclistas. A los primeros la ciudad no les queda pequeña, a los segundos, sí. La normativa de desconfinamiento en la fase actual permite coger la bicicleta pero no salir del municipio, así que David, acostumbrado a largas tiradas (su ruta preferida son las curvas que unen Gavà con Begues), se ha pasado las cuatro horas de permiso subiendo y bajando de Montjïc. Otro de los puntos calientes del desconfinamiento en pantalón corto. “Qué remedio, mejor esto que nada”, lamentaba al pensar en sus mañanas de antes sobre las dos ruedas. Y añadía coletilla: “No veo qué problema hay en permitirnos coger la carretera”. David ha conseguido mantener la forma con la bicicleta estática que tiene en casa. Así que no nota mucha diferencia entre sus pedaleos precovid y poscovid.  

Sin compra ni perro

Y entre tanto deportista asaltando la ciudad, han pasado desapercibidos los paseantes, aquellas personas de 14 a 70 años autorizadas a caminar, sin la excusa de la compra o del paseo del perro, en la misma franja horaria de los amantes del deportes. Estos no han sido tan madrugadores, han empezado a asomar la cabeza más cerca de las nueve que de las ocho de la mañana. La mayoría en pareja, y es que esta ha sido la gracia. “Estos días hemos podido salir por separado a hacer la compra, pero hoy tras siete semanas podemos pasear juntos. Una tontería a la que normalmente no se presta atención pero que hoy nos parece lo más”. Palabra de Carmen y Juan.