HOTELES RECONVERTIDOS

Cuarentena de cinco estrellas en Barcelona

Hoteles de lujo de la ciudad se reconvierten para acoger a pacientes del coronavirus que se recuperan

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AFP

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Un paramédico con traje blanco irrumpe en la recepción de un hotel en Barcelona para anunciar la llegada de tres nuevos 'clientes' enfermos de coronavirus que van a pasar su cuarentena allí después de ser dados de alta del hospital.

"¡Hola! ¿Cómo estás? Mi nombre es Enrique Aranda y probablemente soy el primer no cuidador que has visto en varios días", dice el director del Meliá Sarrià, un establecimiento de cinco estrellas en la parte alta de la ciudad transformado en un hotel médico para dar cabida a pacientes con covid-19. "Algunos pacientes piensan que los han sacado del hospital para dejarlos morir, muchos están asustados. Trato de hacer que olviden todo eso", dice Aranda, protegido por una mascarilla y guantes. "No les dejo salir de la ambulancia hasta que les arranco una sonrisa. Quiero que vean que esto no es un hospital sino un hotel", insiste.

Reconvertidos

Sus nuevos clientes no tienen maletas, solo algunos efectos personales y sus informes médicos. No se encuentran con recepcionistas, sino con una nube de enfermeras enguantadas y enmascaradas que les toman su temperatura cuando llegan, consultan sus archivos médicos y les preguntan si necesitan contactar con un ser querido mientras los empleados del hotel les asignan una habitación donde permanecerán aislados durante su cuarentena.

Cerrados por orden del Gobierno, como bares y restaurantes para frenar la propagación del virus, muchos hoteles españoles se han convertido en instalaciones médicas para desatascar hospitales saturados en uno de los países más castigados del mundo por el covid-19 junto a China, Italia y Estados Unidos.

2.500 plazas en Barcelona

La región más afectada de España, Madrid, fue la primera en transformar hoteles, y actualmente 704 pacientes están siendo tratados en 11 establecimientos. En Barcelona, el sector hotelero ha puesto a disposición un total de 2.500 camas. En funcionamiento desde el domingo pasado, el Meliá Sarrià tiene capacidad para 107 personas y recibirá 50 más al día hasta llenar sus 307 habitaciones.

"Estos son pacientes que ya están bien, cuya hospitalización ha terminado y que están en la última etapa de recuperación aquí en el hotel", en cuarentena porque siguen siendo contagiosos, explica Gemma Fanlo. "En otras circunstancias, si no estuviéramos afrontando una pandemia, ya podrían estar en casa", agrega esta enfermera que trabaja en un centro de salud cercano y cuyo personal trabaja más que nunca para atender en los hoteles, a domicilio o por teléfono, además de los pacientes habituales.

"Los cuidadores trabajan largos días, incluso desde casa, para que nadie se quede sin ayuda. Todos vamos a tope", explica Belén Enfedaque, gerente de la red de centros de atención en Barcelona. Son una 'línea de contención' para evitar la mayor cantidad posible de ingresos a hospitales ya saturados, explica la 'consellera' Alba Vergés.

Dentro del hotel, los contactos se reducen al mínimo: un ascensor para el personal, otro para los pacientes. El silencio reina en los lujosos pasillos, que huelen a hospital. Las cuatro comidas diarias se dejan enfrente de las habitaciones. El personal llama a la puerta y el paciente debe contar hasta cinco antes de abrir. Los empleados del hotel deben tomarse la temperatura antes de entrar en el establecimiento y los familiares de pacientes que traen ropa o cosas para aseo no pueden cruzar la puerta.

"Vengo a traer esta bolsa para la tía de mi esposa, que fue hospitalizada por neumonía y que ha sido enviada aquí ahora", dice un hombre con una bolsa deportiva en la mano. "Ella ya está mejorando, pero su hija no... Está en la uci pero su madre aún no lo sabe", confiesa este hombre que prefiere permanecer en el anonimato.

Esta nueva misión del hotel también supone un bálsamo para los corazones de los empleados, que se encontraron desempleados después del cierre del local como tal. "Es muy conmovedor", admite Marga Carballo, la recepcionista. "En casa, me sentía muy mal al ver todo esto sin poder ayudar".