PLANES AL TRASTE

El coronavirus deja bodas y comuniones en barbecho

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Natàlia Farré

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La primavera ya está aquí. Llegó el viernes 20, y con ella supuestamente todas las celebraciones estacionales, o sea, bodas y comuniones, festejos  dados a concentrarse por estas fechas. Pero con el confinamiento y el estado de alarma para frenar la pandemia del covid-19, todo ha saltado por los aires. También las bodas. Maribel y Juvenal Ángel lo saben bien. Lo viven de primera mano. Han tenido que posponer la suya. Celebran estar sanos. Y afirman estar “resignados aunque tristes”. “Las cosas han venido así y no podemos hacer nada”. Pues eso, resignación cristiana. La pareja lleva años junta, con dos hijos, de 17 y 14 años, pero sin papeles. Querían, les hacía “ilusión”, regular su situación a ojos de Dios y del Estado. La fecha era el próximo 4 de abril, en la iglesia de Sant Eugeni Papa, pero tendrán que buscar otro día. ¿Cuándo? No lo saben. “Tendremos que cuadrar una fecha que vaya bien a todo el mundo”.

Por todo el mundo entienden: el lugar del banquete, la modista (a Maribel le faltaban las últimas pruebas del vestido), la limusina, la orquesta y los mariachis contratados. Negocios todos cerrados por imperativo del coronavirus. Quizá podrían haberse casado ellos solos con la única presencia de los testigos y manteniendo las distancias de seguridad. Pero claro, no es lo mismo. No es el único casamiento anulado en Sant Eugeni Papa, había otra boda prevista para marzo, para el día 27. No son muchas, pero es que marzo solo es el principio, a los novios les gusta más mayo y junio. En la incertidubre viven las comuniones. La mayoría se celebran en mayo. De momento en LLeida, ya se han suspendido algunas; aunque el arzobispado de Barcelona aún mantiene las suyas. Eso sí, adaptando la catequesis. “En lugar de presencialmente, se hace virtualmente”, palabra de Nino Rodríguez, rector de Sant Eugeni Papa. 

"Para encontrar una nueva fecha habrá que cuadrarlo todo: el banquete, la modista, la limusina, la orquesta y los mariachis"

El párroco es un párroco activo. Nada de dejar a los feligreses desatendidos, tampoco a los vulnerables. A los primeros les manda cada día fragmentos de los evangelios y los domingos la misa entera que celebra en la parroquia. Lo hace vía Whatsapp. A los segundos les proporciona comida. La parroquia alimenta diariamente a 150 personas, sobre todo gente mayor con pocos recursos. Ello significa comida en el templo y fiambrera para poder cenar en casa. Con el confinamiento, una red de voluntarios reparte la comida. Y atiende telefónicamente las necesidades,  materiales y espirituales. “Hay mucha gente sola”, afirma. El mosén se resigna, como buen cristiano, a la situación, pero se nota que le duele la suspensión de la procesión del Domingo de Ramos que cada año celebran con más éxito. “Es preciosa”. Pero es optimista: “El año que viene la haremos mejor”.

A Italia de viaje de novios

Las bodas religiosas se han quedado en suspenso pero las civiles también. En poco más de 48 horas pasaron Víctor y Carla de los nervios de los preparativos de su boda a los nervios de su anulación. La fecha de autos era el domingo 21 de marzo. A principios de semana, con el estado de alarma ya en marcha, la boda aún parecía viable. Eso sí, sin los invitados que venían de EEUU y Alemania. “No podían llegar”, sostienen. Pero el miércoles banquete y ayuntamiento anularon la reserva. El viaje de novios tampoco era viable. ¿El destino? “Italia, la cruzábamos de norte a sur”. Mal asunto. La pareja se casaba en el Saló de Cent de Barcelona de la mano de la regidora Maria Buhigas. “Llevábamos un año y medio preparándolo todo. Y nos hacía mucha ilusión”, apuntan. Lógico. Pero ya tienen nueva fecha, será el 6 de noviembre. “Queríamos cerrarlo este año para que no caducaran los papeles y así no tener que volver a tramitarlos”. De primavera a otoño. “Creemos que la temperatura será un poco la misma y los trajes servirán”. Son optimistas, o por lo menos se lo toman con “filosofía”. “No podemos hacer nada más”. 

A Víctor y Clara el ayuntamiento les anuló la celebración en el Saló de Cent cuatro días antes del enlace

Imposible casarse en el ayuntamiento, pero tampoco en los juzgados. Solo hay una excepción y es mejor no tener que utilizarla: el matrimonio “in extremis” o “in articulo mortis” que, como su nombre indica, es una especie de boda exprés en caso de que uno de los contrayentes esté a punto de fallecer. Lo dicho, mejor abstenerse.