INDIGNACIÓN DEL PASAJE

Un interventor del AVE obliga a una viajera a bajarse del tren por un perro

Un testigo narra en Twitter la expulsión de una chica por un transportín con un animal que no molestaba a nadie

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El Periódico

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El AVE Barcelona-Málaga de las 15.50 horas ha sido el escenario este martes de una discusión entre el interventor y parte del pasaje que se ha saldado con la expulsión del tren de una viajera por un transportín en el que llevaba a su perro. Según el funcionario de Renfe, no cumplía las medidas reglamentarias.  

Ha sido uno de los pasajeros que viajaba en ese tren el que ha contado en Twitter con detalle ese incidente, calificado como "una de las mayores injusticias" que ha podido contemplar en su vida.

Según el testimonio de ese viajero, llamado Miguel Galiano, la joven expulsada viajaba con su hijo y llevaba un trasportín con un perro 'bull terrier', al que situó debajo de una mesa de cuatro sillones. Al ver que el transportín estaba un poco justo, se dirigió al interventor del AVE para preguntar si lo podía colocar en otro sitio mejor, aunque en realidad el animal no molestaba porque iba con bozal.

El interventor miró el transportín y le dijo a la chica que con esas medidas no podía ser trasladado en el tren, por lo que le instó a bajarse en la siguiente estación. Sorprendida por lo que le estaba diciendo, la joven le contó que tenía que coger un vuelo a Panamá que perdería si se apeaba del convoy.

Falta de sensibilidad

Los pasajeros del vagón, atónitos ante lo que estaban viendo, le rogaron al interventor que reconsiderase su decisión y tuviese un poco de sensibilidad, ya que el perro no causaba ninguna molestia y ocupaba poco espacio. Pero el revisor, lejos de apiadarse, se puso aún más tozudo y le ordenó "de malas maneras" a la mujer que se bajase en la siguiente estación.

La chica comenzó entonces a llorar y los viajeros trataron de consolarla y la aconsejaron que llamase a Renfe para pedir ayuda. Allí le dicen que no se baje del tren y que les pase con el interventor, pero este se niega a coger el teléfono porque "el que manda es él". 

Al llegar a la parada, los trabajadores de seguridad de Renfe le dan la razón a la chica, pero le dicen que ellos no pueden hacer porque es la Policía la que tiene que tomar cartas en el asunto. Después de llevar más de media hora parados en Lleida, la Policía se presenta y, después de escuchar las explicaciones de la chica, le dicen que la entienden, pero que es el interventor el que tiene toda la autoridad en ese tema.

Al final, la mujer tiene que bajarse del tren mientras al interventor se le ve "riéndose con sus compañeros y dándose golpecitos en el pecho como diciendo aquí mando yo". Los pasajeros, indignados con lo que acaban de ver, consuelan a la chica y le ofrecen dinero para que pueda superar la situación.