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El sueño roto de Omar

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zentauroepp50686924 graf371 motril granada 01 11 2019 salvamento mar timo 191109164051 / EFE

Elisenda Colell

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Se llamaba Omar y hacía apenas cinco meses que había llegado a Catalunya, 'Eldorado' con el que tanto sueñan los chicos como él. Nació en Guinea Conakri y un día decidió dejar a su familia y llegar solo hasta Europa. El pasado miércoles su cuerpo apareció en el río Anoia. Se había lanzado al vacío desde uno de los puentes de Igualada, según la hipótesis que manejan los Mossos d’Esquadra.

Omar había pisado tierras catalanas en mayo del 2019. La Generalitat lo trasladó entonces en un centro de Calella (Maresme) que se instaló en un hotel de la localidad. Según ha podido saber este diario, la actitud del chico era muy colaborativa con todas las actividades y los educadores, pero la mochila de todo lo vivido durante el penoso viaje hasta Europa le pesaba demasiado y su afectación a nivel emocional era importante. Hace pocos meses el centro donde vivía, gestionado por la cooperativa Eduvic, se trasladó a otra localidad de la comarca de Anoia. Pero hace tres semanas, Omar se tuvo que ir y dejar el centro. Ser 'desinternado', como lo llama la cooperativa. La Fiscalía había determinado que Omar era mayor de edad.

El veredicto de la Fiscalía se debía a un estudio óseo que realiza el Instituto Forense donde se mide el tamaño de huesos y dientes de los chicos. La importante llegada de menores solos a Catalunya ha disparado el número de pruebas de este tipo que se hacen en Catalunya, cosa que ha alargado la espera por los trámites. Omar obtuvo el resultado el día 17 de octubre del 2019, hace tres semanas.

La misma ONU ha criticado estas pruebas en varias ocasiones y ha recomendado a España que las deje de realizar. La primera vez fue en el 2017, en un dictamen que las consideró "imprecisas" y con "amplios márgenes de error". La resolución alertaba de que pueden causar consecuencias "traumáticas" en los chicos y pedía que cada menor tuviera un representante legal. El abogado Albert Parés se muestra tajante con la cuestión: "Estas pruebas son erróneas, no deberían existir", denuncia.  

Expulsado del centro

Omar, sin embargo, no pudo protestar. Fue expulsado del centro, su plaza la ocupó otro chico como él, aunque siguió teniendo cierta relación con el servicio y sus educadores. Su destino, como el de tantos otros chicos como él, no fue la calle. La cooperativa dio con un paisano de su país, que le acogió en su casa, ubicada en Igualada. Pero su tormento pudo más, y esta misma ciudad lo vio acabar con todo.

Uno de los colectivos antirracistas que ha lamentado esta noticia es Hourria. En un comunicado en las redes sociales, se preguntan: "¿Quién asumirá la responsabilidad de una muerte evitable, de la desprotección de una persona extremadamente vulnerable, de contar su historia, de denunciar a todos las que lo hemos matado?". Culpan al sistema, que hizo que el joven se sintiera "solo, o no lo suficientemente acompañado, para asumir una realidad injusta, racista y deshumanizada".

El mismo colectivo pide a la Generalitat que responda sobre este caso. Preguntados por este diario, los hasta hace poco responsables de la tutela de Omar declinaron hacer declaraciones, tanto la Conselleria d'Afers Socials como la cooperativa Eduvic, que acogió al joven a lo largo de estos meses. Tampoco el Ayuntamiento de Igualada quiso valorar los hechos. 

Acabar con criminalización

"La criminalización de los chavales nos está llevando a unos extremos de deshumanización intolerables", añaden los activistas. Son varias las organizaciones sociales, entre ellas SOS Racismo o Save The Children, que llevan días quejándose del uso político y la criminalización de estos niños migrantes no acompañados durante la campaña electoral, especialmente por parte de Vox. "¡Entre todos lo matamos!", clama el colectivo Hourria en su página de Facebook en relación al caso de Omar, por el que pide responsabilidades y que su muerte no quede en el olvido.

El triste desenlace de Omar demuestra la enorme fragilidad en la que viven los llamados menas, que en definitiva no son más que niños migrantes, que no tienen familia ni ningún referente adulto que se haga cargo de ellos y que la Administración tiene el deber y la obligación de proteger y dar algún tipo de oportunidad.

Algunas dudas quedan en el aire, como saber si la familia de Omar conoce su muerte. Y si podrá enterrar a su hijo, o si su cuerpo acabará en algún cementerio catalán, olvidado en alguna fosa común.