POR EL ASESINATO DE GABRIEL CRUZ

Las cinco claves de la condena a Ana Julia Quezada

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Julia Camacho

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Los contundentes testimonios de la Guardia Civil que participaron en la búsqueda y la autopsia practicada a Gabriel Cruz son los elementos de convicción a los que recurrió el jurado para apuntalar por unanimidad su veredicto y desmontar la catarata de mentiras vertidas por Ana Julia Quezada.

¿Por qué consideran que fue un asesinato?

El jurado dio por válido el relato establecido por el fiscal acerca de que Ana Julia se llevó a Gabriel a la finca de Rodalquilar y, una vez allí, “de firma intencionada, súbita y repentina”, cogió al niño y lo lanzó contra “el suelo o la pared de la habitación”. Tras el impacto, “procedió con sus propias manos a taparle la boca y la nariz con fuerza hasta vencer su resistencia y provocar su fallecimiento”.

¿Por qué se descarta el homicidio?

Los forenses del Instituto de Medicina Legal (IML) tiene más veracidad ante el tribunal al ser los especialistas que, además examinaron el cadáver de Gabriel. Apoyándose en ese informe, rechazaron de plano la versión de que el niño insultó a Ana Julia diciéndole “negra, fea, yo quiero que mi padre esté con mi madre”, y ésta, en respuesta, tapó la boca y la nariz a Gabriel para que se callara, provocando su muerte accidental o siendo consciente de que podía acabar con su vida. Los testimonios de la familia y el psicólogo, apunta el jurado, destacan a Gabriel como un niño “educado e introvertido incapaz de decir esas palabras”, que por otra parte, añaden, “no hubiera sido motivo para la agresión”.

¿Cómo justifican que hubo alevosía?

Ana Julia era alguien cercano a la familia de Gabriel Cruz. En septiembre de 2017 había iniciado una relación sentimental con el padre del menor, Ángel, y poco después empezaron a convivir juntos, lo que supuso que “la convivencia fuera compartida con el niño cuando a éste le correspondía estar con su padre. Ella incluso contó que los martes era la persona que atendía a Gabriel al estar el padre trabajando. De esta forma, el jurado destaca la agravante de parentesco, dado que el menor no podía esperarse el ataque por parte de alguien de su entorno. Asimismo, resalta que la finca de Rodalquilar se encontraba en un lugar “alejado y deshabitado”, a diversos kilómetros del núcleo urbano, por lo que nadie podía escuchar lo que ocurría en la vivienda. Y que, además, Quezada aprovechó su superioridad física sobre el niño, dada su edad y complexión.

¿Por qué no creen que cometiera ensañamiento?

Los miembros del jurado, por unanimidad, rechazan que Quezada atacara al menor “aumentando de forma deliberada, inhumana e innecesaria el dolor y sufrimiento de Gabriel”. De nuevo recurren a la autopsia para justificar esta falta de voluntad, y consideran que tiene más veracidad y exactitud que el informe médico aportado por la familia, ya que estos facultativos no llegaron a estudiar el cuerpo, sino que interpretaron esa autopsia.

¿Qué lesiones psíquicas y daño moral produjo a los padres?

Junto con los informes de los psicólogos, los testimonios de los guardias civiles que participaron en el dispositivo de búsqueda y estuvieron cerca de Ana Julia Quezada en aquellos días se revelan ante el jurado como la clave para determinar las lesiones psíquicas y el delito contra la integridad moral de los padres de Gabriel. “Quiso y fue consciente de que aumentaba el sufrimiento” de los progenitores y menoscababa su salud cuando, como recordó el jurado, tomó el protagonismo en la familia y alentó la búsqueda. En la misma línea, esos testimonios prueban a ojos del jurado que al enterrar el cuerpo en la finca de Rodalquilar, por donde pasaron varios familiares, y la actitud mostrada los días posteriores a la desaparición, cuando dejó pistas falsas y alentó a la familia ante una próxima aparición del menor, muestran que Quezada “deliberadamente quiso vilipendiar, humillar y vejar” a ambos padres.