El 52% del turismo de lujo que visita Catalunya repite viaje

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Marta Alcázar

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Vuelos en helicóptero por la Costa Brava, menús en el Celler de Can Roca, tours junto a un fotógrafo para captar las mejores instantáneas o tardes de compras a puerta cerrada. Son las ventajas del turista de lujo, un visitante sin límite de presupuesto que representa el 12,5% de los viajeros de la capital catalana según la oficina municipal Barcelona Turisme y que en los últimos tiempos está sufriendo en carnes propias la última ola de robos tanto en hoteles como en la vía pública. 

El llamado visitante ‘premium’ procede sobre todo de Estados Unidos, Rusia, China, Oriente Medio y Australia, según la Agència Catalana de Turisme. Como ocurre con el resto de viajeros, Barcelona y la Costa Brava son los destinos más demandados. Eso sí, con matices: “Busca experiencias exclusivas y huye de las aglomeraciones. Se aloja en hoteles de cinco estrellas -o en apartamentos de lujo en el caso de turistas árabes-, contrata coches con chófer y guías personales”, destacan desde la Generalitat. La tasa de repetición es del 52,1%.

El precio medio por habitación en hoteles cinco estrellas ronda los 254 euros por noche según el Gremio de Hoteles de Barcelona. A ese desembolso se le suma el de las visitas, restaurantes y otros gastos que pueden ascender a varios miles de euros por día. Las agencias especializadas ofrecen desde visitas habituales con su punto de distinción hasta todo tipo de experiencias a la carta.

El paquete más económico, medio día en la Sagrada Familia “con vehículo privado de alta gama, guía oficial y entrada VIP para 2 personas cuesta unos 550 euros”, explica Óscar Badosa, socio director de la consultora de viajes de lujo Premium Traveler Barcelona. A partir de ahí no existen límites.

Marc Fortiana lo conoce bien. Es director de seguridad de la empresa Double Group, dedicada al servicio de los supervips. Futbolistas, estrellas del pop y familias reales del Medio Oriente les contratan: “Eligen a expolicías porque conocemos el terreno. Nos coordinamos con sus equipos de seguridad y si son visitas diplomáticas con los cuerpos de policía”, explica este exmosso a las puertas del hotel Majestic que aloja a un miembro de la familia real de Abu Dhabi.

‘Concierge’ en destino

Fortiana reconoce que sus clientes también buscan en él un ‘concierge’, es decir, un conseguidor de sus peticiones y caprichos: “Quieren tranquilidad y les facilitamos la estancia. Conseguimos mesa en restaurantes con largas listas de espera, entradas en palco privado para un Barça-Madrid y todo lo que puedas imaginar”, explica y reconoce que a menudo les recompensan con “propinas más altas que el sueldo”. La petición más extraña que recuerda es la de una princesa árabe que se encaprichó del perro de un catálogo: “Era un dogo argentino blanco, muy bonito, y quería el de la foto”, recuerda. El animal residía en Francia y no estaba en venta. Lo consiguieron con talonario de por medio y fueron a recogerlo.

La empresa Elegance Limousines y su flota de Mercedes y minibuses de lujo presta servicio a un club de grandes fortunas de Estados Unidos. Pese al nombre, ya no conducen limusinas: “No les gusta aparentar”, explica su propietario Manuel Sánchez. Los chófers están al servicio del turista todo el día. “Hemos entregado ramos de flores a las cuatro de la madrugada”, añade. ¿Cómo lo consiguen? “Tenemos nuestros contactos”, responde.

Deterioro de la seguridad

El turismo de lujo es “muy sensible” a los eventos que sufre el destino, argumentan desde el Ayuntamiento de Barcelona: “La seguridad - ya sea política, ciudadana o sanitaria - es determinante en la elección”, destacan. Y precisamente este motivo tiene en vilo a las empresas del sector.

“Cada semana asistimos a clientes que interponen denuncias por robo en plena calle. Es un continuo”, lamenta Francesc Holgado, director general del hotel Mercer. Este hotel boutique ubicado en el Gòtic es testigo de la delincuencia del barrio: “Los vemos merodear por la calle. Son bandas con una actitud chulesca, llevan calzado deportivo y gafas o gorras para taparse la cara”, comenta. Desde el Majestic opinan igual: “En los últimos meses ha habido un deterioro de la seguridad en Barcelona”, declara su portavoz Santiago Martín. “Molesta mucho al huésped” opinan desde el hotel Arts.

El golpe sale rentable. Los relojes y bolsos de alta gama son los artículos más sustraídos en la vía pública. También en algunos hoteles y restaurantes, pese a las medidas de seguridad y cámaras de vídeovigilancia. La mayoría de artículos no se recuperan. El sector reconoce que el turista de lujo no es consciente de estos riesgos.

La opinión cambia al volver a casa: “Amargan el viaje de gente que deja mucho dinero en Barcelona y algunos no van a volver ni la van a recomendar”, denuncia el propietario de Elegance Limousines, que ha visto cómo sus clientes eran asaltados cuando paraba el vehículo  en Ciutat Vella. “El caso de la política coreana va a influir en otros viajeros. Al turista de lujo le da igual cambiar de destino a última hora porque no tiene limitaciones económicas”, concluyen desde Premium Traveler Barcelona. El sector exige soluciones al ayuntamiento y la Generalitat desde hace tiempo.