FUEGO DEVASTADOR

El fuego del Ebro arrastra a Catalunya a cinco días de máxima tensión

Los bomberos trabajan en el incendio de Vinebre.

Los bomberos trabajan en el incendio de Vinebre. / periodico

Guillem Sànchez / Flix (Enviado especial)

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La ola de calor ha disparado el riesgo de incendios forestales en Catalunya hasta elevarlo a un nivel sin apenas precedentes. Zonas que están por encima de los 1.500 metros de altitud registran temperaturas que superan los 25 grados y en las cotas más bajas, al nivel del mar, se rondan, o se sobrepasan, los 40 grados. Son condiciones comparables únicamente a las del verano de 1994, cuando en las comarcas del Bages y del Berguedà se desencadenaron los fuegos más devastadores hasta la fecha que se saldaron con 45.000 hectáreas quemadas. "Estamos muy preocupados", admite sin titubeos Manel Pardo, jefe de los Bombers de la Generalitat. "Mañana estaremos peor que hoy y pasado mañana peor que mañana. Y así seguiremos hasta el martes, nos quedan cinco días por delante de máxima tensión". El 'president' Torra tampoco ha usado eufemisnos: "La situación es crítica".

Que la ola de calor no iba de farol ha quedado claro en cuanto la bolsa de aire ha pisado suelo catalán. El miércoles se desató un incendio en Vinebre (Ribera de Ebre) que en pocas horas devoró más de 2.000 hectáreas. El frente llegó a avanzar a una velocidad de 15 metros por segundo, según Francesc Casals, primer teniente de Flix (Ribera de Ebre). Ambientalmente era una tormenta perfecta que, además, contaba con un ingrediente extra que convertía la mezcla en un coctel molotov para los equipos de emergencia: la central nuclear de Ascó no estaba lejos de llamas que engullían un mosaico de campos, pastos y bosques sin hacer distinciones. Aunque la fábrica de energía no ha llegado a correr ningún peligro, sobraban los motivos para tomarse este fuego muy en serio.

Los Bombers activaron para este jueves el 'M2' en todo Catalunya, lo que significa que cada parque ha doblado el número mínimo de personal para toda la jornada, y desde cada región se han enviado efectivos al fuego de Vinebre. Desde Girona, el otro extremo, han llegado las dotaciones de AmerHostalric y Calonge. Tampoco han dudado esta vez en aceptar enseguida la ayuda brindada desde el Gobierno español: más de 120 soldados de la Unidad Militar de Emergencias (UME) y tres hidroaviones –los llamados 'focas'– se sumaron antes de que anocheciera a las tareas de extinción. En suma, 300 bomberos –entre profesionales y auxiliares forestales- y 120 militares conforman la línea de contención terrestre y 10 aeronaves lanzan agua desde arriba.

El fuego sobrevive

El plan de los Bombers este jueves era evidente: apagar las llamas cuanto antes. Por dos motivos de peso. El primero es que las llamas podrían avanzar hasta encaramarse por la Serra del Montsant. El segundo es que durante estos cinco días puede declararse un fuego peligroso en cualquier otro lugar de Catalunya y no son pocos los efectivos que se están concentrando en el extremo sur de la comunidad autónoma.

Ninguno los responsables de Interior era optimista este jueves al mediodía desde el centro de emergencias montado junto a la piscina municipal de Flix. A pesar de los esfuerzos de esta noche, el fuego ha superado ya las 4.000 hectáreas y sigue descontrolado. El riesgo para esta tarde es que reaparezca el viento de mar y vuelvan a reproducirse las condiciones de hace 24 horas, ideales para que la naturaleza enloquezca: viento de más de 30 km/h, humedad inferior al 30% y temperatura superior a los 30 grados.

Un estercolero de gallinas

El fuego de Ribera d’Ebre comenzó en el estercolero de un granja "pero la chispa podría haber saltado en cualquier otro lugar", reconoce Pardo. Los excrementos de las gallinas llevaban 30 días acumulados e iban a convertirse en abono para el campo. Deberían haber estado cubiertos y aislados porque el proceso de fermentación del estiércol, si además se produce durante una ola de calor, puede generar una reacción exotérmica que acabe en combustión. Parece que así ha sido. El estercolero, además, estaba junto a una masa vegetal y las llamas se escaparon hasta convertirse en un incendio forestal "convectivo". Significa que reúne tal fuerza "que crea sus propias corrientes y no requiere ya ser empujado por el viento", detalla un bombero.

Cuando los Bombers analizaron la situación, concluyeron que podían perderse unas 20.000 hectáreas –el aterrador fuego del Empordà del 2012 se llevó por delante 13.000 hectáreas, entre bosque y cultivos– y que avanzaba hacia zonas habitadas pertenecientes al municipio de Flix.

Moradores extranjeros

Durante los últimos años, las antiguas masías esparcidas por los alrededores de Vinebre o Flix han sido adquiridas por ciudadanos extranjeros que compraron las parcelas y se han instalado allí manteniendo poco contacto con el núcleo municipal. De las 41 personas evacuadas en este incendio, la mayoría son ingleses, americanos, belgas y holandeses. Dar con ellos contrarreloj tampoco era una tarea sencilla. Flix tiene un censo con nombres y teléfonos y desde el Ayuntamiento comenzó la ronda de llamadas. Algunos respondieron el teléfono, otros no. El alcalde se unió a la comitiva para indicar a los Mossos cómo dar con cada casa. A Delma, brasileña, y a su marido, catalán, tuvieron que indicarles desde un helicóptero que se marcharan. El aparato sobrevoló su tejado hasta que se asomaron y entonces vieron como un hombre les rogaba con gestos claros que se largaran de allí y la dirección por donde era seguro huir.

Julie (75 años) y Ken (74 años), un matrimonio de Gales, sí respondieron al teléfono y obedecieron las órdenes del edil. Este jueves al mediodía, tras una noche durmiendo en hamacas de la Cruz Roja en la escuela pública de Flix, base para evacuados, Ken ha sorprendido a Julie con un ramo de flores. Es su cumpleaños y, aunque todavía desconozcan cuánto de su hogar se mantiene en pie, él no iba a olvidarlo. A Julie se le han encharcado un poco los ojos. A Ken todavía más. 

Cabras en el comedor

Stephanie (50 años, Iowa) y Geode (60 años, Georgia) compraron hace un año una casa en el monte, al norte de Flix, cerca de le ermita. Se ganan la vida alquilando una habitación en Airbnb y haciendo queso con la leche que les da un rebaño de 20 cabras. Ayer por la tarde, una vida concienzudamente alejada del capitalismo salvaje americano, se nubló de golpe: "El cielo se puso marrón y vimos a unos 15 kilómetros como el humo se acercaba muy deprisa hacia nosotros. Cogimos a 19 de las 20 cabras que tenemos y las metimos en el comedor. Eso las salvó porque cuando llegó el fuego lo abrasó todo, menos la casa". 

Cuando las llamas ya habían pasado, llegaron los equipos de emergencia, que les pidieron que les acompañaran hasta el centro de Flix. Solo pudieron traerse a los perros: Cassie y Prissy. A las cabras las sacaron del comedor y las encerraron en un recinto exterior. Este jueves Stephanie y Geode, junto a los perros, seguían en el colegio esperando a que los bomberos les dejen regresar y ver qué ha quedado de su antiga vida. Saben que ya no tienen olivos y que el paisaje que atraía a los visitantes de airbnb ahora es negro. A Stpehanie le preocupan sobre todo las cabras. "Les falta agua y hace mucho calor". Y tampoco lograba extirparse el miedo que se coló en su cuerpo cuando que vio que el cielo oscurecía y que el fuego llegaba antes que los equipos de emergencia.