Anna, 'sugar baby': "Te sientes mal, sucia. Es prostitución adornada"

"Con mi otro trabajo pago el alquiler y con los 'sugar daddies' pago la comida y cosas de primera necesidad", explica

Sugar baby

Sugar baby / periodico

Gisela Macedo

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Anna, nombre ficticio, estudia un doctorado en la Universitat de Barcelona y es ‘sugar baby’. Ella explica que también tiene otro trabajo, pero que no le da el dinero suficiente para vivir, por lo que tomó la decisión de entrar en 'Seeking Arrangement'. La joven tiene actualmente más de un ‘sugar daddy’, con los queda una vez por semana. Su experiencia, no obstante, dista mucho de la de Miguel.

La ‘sugar baby’ siente que lo que diferencia el ‘sugar dating’ de la prostitución convencional es la hipocresía:  “Lo que más me disgusta es esa falsedad que hay en el trato de los ‘sugar daddies’ hacia nosotras. Te tratan bien, te proponen quedar solo para tomar un café y fingen que se interesan por ti. Te preguntan qué estudias, qué cosas te gustan... Pero se trata una falsa modestia, porque en el fondo solo están pensando en cómo va a acabar el encuentro”.

“Realmente, no les importas. Fingen que les importa tu vida, cuáles son tus aficiones... Pero sabes que es mentira, una fachada. Además, la gran mayoría de estos hombres están casados o comprometidos con otra relación. Que no te engañen -dice- es prostitución adornada. Si no hubiera dinero de por medio, obviamente no saldríamos con estos hombres”, asevera la joven.

"Es una experiencia pésima, pero me consuelo pensando en que es temporal"

Anna

— 'Sugar baby'

Anna comenta que la mayoría de ‘sugar daddies’ tienen un perfil parecido. “Siempre son empresarios o consultores, y, cuando hablas con ellos, enseguida te ofrecen una cantidad de dinero a cambio de hacer cosas con ellos. Parece todo muy bonito, porque te ofrecen viajes e ir de compras. Pero igualmente te sientes mal, sucia”, declara.

¿Por qué esta chica continúa siendo ‘sugar baby’ a pesar de todo? La respuesta es simple, y es que necesita el dinero y ningún trabajo “convencional” que pueda compaginar con el doctorado le da el salario que necesita. “Con mi otro trabajo pago el alquiler y con los ‘sugar daddies’ pago la comida y cosas de primera necesidad. Los caprichos no se contemplan. Sin embargo, a veces pienso que estoy vendiendo mi juventud a hombres que tienen más arrugas que otra cosa. Hay días en los que me apetecería más estar con mis amigos y tengo que ir a ver a estos señores. En este sentido, es una experiencia bastante pésima, pero me consuelo pensando que se trata de algo temporal”, explica.