un negocio controvertido

Nador, el zoco de las falsificaciones que se venden en el 'top manta'

El cortinglé de Nador

El cortinglé de Nador / El Periódico

Juan José Fernández

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Pocas buenas joyerías del barcelonés Paseo de Gracia o de la madrileña calle Serrano podrían mostrar tantos relojes Patek Philippe, Hublot, Panerai, Montblanc como expone Samir en sus vitrinas con sus manecillas en las diez y diez. Les ganaría el marroquí en stock si no fuera porque todos sus productos son falsos. También los bolsos de Prada, Louis Vuitton y Carolina Herrera que luce en los estantes, y tan falsos como el nombre que le ha puesto a su parada: Boutique Rolex, que en las redes sociales camufla con una errata: "Rolix".

La cuidada disposición de los bolsos, sin amontonar, bajo un foco para cada modelo, y la colocación de los relojes en lujosas cajas de terciopelo, hacen del rincón de Samir uno de los más lujosos del Zouk Murakkab. Mar Chica al norte, el centro de Melilla queda a 15 kilómetros de este gran conglomerado de tiendas de la Avenue Hassan II de Nador. Un zoco tan surtido que, a un lado y otro de la frontera, lo llaman "el Cortinglé".

Aun no sabiendo castellano, el taxista que espera turistas en la frontera de Beni Enzar lo entenderá a la primera si se le pide ir al Cortinglé. Es el mayor amontonamiento de productos falsificados en esa parte de África. En sus puestos se desbordan cientos de miles de gafas, bolsos, chándales,camisetas, zapatillas, relojes y bolígrafos con prestigiosos logos, parte de los cuales han seguido camino a España.

Apenas se venden productos auténticos en el gran zoco. Samir ha tenido que salir un momento, y ha dejado vigilando a un tendero vecino, veinteañero. Luce un Rolex en la muñeca, unas Adidas en sus pies y unos jeans Diesel en las piernas, de los que por detrás sobresalen unos calzoncillos Calvin Klein por encima de un cinturón Gucci. Si no fuera todo falso, llevaría un dineral encima.

Imitación AAA

Los bolsos y los relojes de Samir han compartido el mismo flete desde China hasta los puertos de Beni Enzar, Casablanca o Tánger, en contenedores de otros bolsos y relojes más baratos. Pero, teniendo igual origen, no tendrán el mismo destino. Bolsos iguales o algo inferiores a los de Samir se verán en primavera y verano en las aceras de Málaga, Barcelona, Madrid, Valencia… Los relojes, no; en el top manta no se venden, y sí en los mercadillos.

De hecho, la Policía Nacional está volviendo a intervenirlos tras un periodo de escondite en canales de venta de "réplicas" de internet, como replicareloj.es. El 28 de diciembre tuvo lugar la última gran incautación. En San Bartolomé de Tirajana (Gran Canaria), 18 detenciones; y 2.800 unidades de relojes, zapatillas y camisetas aprehendidas no en el top manta, sino en pleno mercado municipal de Maspalomas.

Los bolsos de Samir son lo que en el mercado de las falsificaciones clasifican AAA, una "imitación premium", dice él. No los bajará de 60 euros en el regateo. A la manta irán los bolsos A, o como mucho los AA.

Un gusto orientado al público español se ve en los anaqueles de las tiendas de modas la acera de enfrente. También son Cortinglé, pues hasta esa manzana y otras se desparrama el negocio de lo falso. En la más grande, bolsos de piel coloreada que lucen el logotipo Loewe Madrid. El dependiente (no hay mujeres tras los mostradores) pide 45 euros por uno. Contesta orgulloso cuando se le pregunta si esos bolsos vienen de Turquía. "Estos se hacen en Casablanca, que saben coser mejor".

Marruecos punto de fabricación, además de tránsito. Fuentes del sector comercial melillense relatan cómo a pocos kilómetros del Cortinglé, en la urbanización El Atalayoun, de más alto standing que los humildes barrios de Nador, tienen parcelas dos distribuidores de productos falsos a la península. Monte arriba, en el Gurugú, con vistas sobre Melilla y sobre Nador, esperan a saltar la valla africanos que algún día quizá se vean vendiendo sudaderas en la manta de Madrid o Barcelona. La venta al menor será senegalesa; la provisión al mayor, marroquí. 

Hay que sembrar

No se regatea demasiado en el Cortinglé. Con ironía dividen los vendedores su producto en dos clases: "lo bueno" y "lo mejó". En materia de relojes y bolsos, lo "bueno" ronda los 30 euros y no baja de 20. Lo "mejó" puede ser un reloj más pesado y de movimiento automático, o un bolso de asas bien cosidas, que no bajará de 50. Son precios más altos de los que se piden en el Chinatown de Nueva York. "Pero es que aquí hay que sembrar", explica un operador náutico de Melilla.

La expresión árabe "zar-eg" (sembrar) da aroma a este punto de la frontera africana de España. "El margen puede ser del 40 por ciento. Hay que sembrar, no se puede ser egoísta", relata el melillense. Y la siembra consiste en dar participación en el pastel a todo el que pida ración, tener a todo el mundo contento: policías, estibadores, funcionarios municipales, hasta a los taxistas que lleven turistas al Cortinglé.

Fuentes policiales españolas se quejan de que sus colegas marroquíes no colaboran en la lucha contra la propiedad industrial. En Marruecos no se considera delito a lo que eufemísticamente llaman "imitaciones".

La cola de Mari-Guari

El zar-eg reina cada día en la larguísima cola del paso fronterizo de Mari-Guari. Al atardecer, durante horas, dos centenares de furgonetas y coches desvencijados esperan turno para volver a Marruecos. A paso de tortuga ocupan un carril de la ronda de circunvalación de Melilla. Los flanquean las concertinas de la frontera, lo último que ilumina el sol antes de ponerse.

Van los asientos de atrás llenos de fardos, y los bajos de algunos coches casi rozan el asfalto. De noche, meterán en Marruecos compresas, papel higiénico, cosméticos que son mucho más caros en aquel país. De día, traerán escondido parte del suministro del top manta. No todo, porque en este negocio no se ponen todos los huevos en la misma cesta. Es importante además que los vehículos utilizados no sean valiosos: así se perderá poco si la Policía pilla al conductor y le incauta el coche.

En la ciudad, ladera abajo de esta caravana parsimoniosa, la falsificacion llega a las buhardillas y trasteros de los bazares de la Melilla alta, donde algunos avispados han montado showrooms.

Son tiendas de souvenirs, con babuchas y teteras. Pero en la parte de atrás, y por debajo de los mostradores guardan cosas que el tendero no muestra sin previo examen visual del cliente. Un maletón de aluminio surge de debajo de la mesa. Dentro, una completa relojería de mejores. Por un Panerai de esfera verde pide 115 euros, casi el doble que en Nador. Por el rechazo inmediato del cliente, aventurará el vendedor: "Seguro que este ya ha estado en el Cortinglé".