DEBATE SOBRE EL TRANSPORTE URBANO

Taxi vs VTC: el cara a cara definitivo

Taxi vs VTC: el cara a cara definitivo

Taxi vs VTC: el vídeo del cara a cara entre José María Goñi y Tito Álvarez. / ZML

Carlos Márquez Daniel

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Este encuentro se viene gestando desde hace un mes. Barcelona estaba entonces patas arriba con los taxistas ocupando la Gran Via y los VTC aparcados en plena Diagonal. Entonces no pudo ser porque las agendas de los dos protagonistas eran irreconciliables. Sus posiciones también lo son, pero finalmente ha sido posible reunirles alrededor de una misma mesa para charlar sobre lo que está pasando con el transporte de personas en el ámbito urbano. Alberto Álvarez, al que todos llaman Tito, es el líder del sector del taxi; José María Goñi es el presidente en Catalunya de Unauto, la patronal de los vehículos de alquiler con conductor. Batman y Joker, Lex Luthor y Superman, Rocky e Ivan Drago. Que cada cual decida quién es quién. El cara a cara se celebra el lunes 18 de febrero en la azotea del Hotel H10 Marina, con vistas a una ciudad que siguió atónita los acontecimientos de aquellos días. Es la primera vez que debaten uno frente al otro, y se impone, primero, agradecer tanto la predisposición como el tono. Esto es lo que opinan de todo lo que ha pasado. Y de lo que está por venir.

La conversación sucede en un momento en el que las VTC han vuelto a ser franca minoría en Barcelona después de que Uber Cabify decidieran que el decreto aprobado por el Govern a finales de enero, que impone la precontratación de 15 minutos a estos vehículos, entre otras medidas, no les permite seguir operando. Una victoria para el taxi, que espera que el Área Metropolitana de Barcelona remate la faena en un par de meses con una normativa propia (que incluirá multas de hasta 6.000 euros en caso de incumplimiento) que aumente ese tiempo de preserva, tal y como prometió la alcaldesa Ada Colau. Goñi asume este primer revés, pero está convencido, y ahí va el primer titular, que tanto Uber como Cabify regresarán a la capital catalana este mismo año. “Calculo que antes de nueve meses volverán a estar operativas”, asegura. Sorprende su optimismo. Se apoya en las demandas que tienen previsto interponer contra el reglamento catalán, y en una inestabilidad política -con elecciones generales, municipales y europeas a la vista- que, a su modo de ver, juega a su favor. “Les estaremos esperando, sabemos perfectamente que volverán”, responde Álvarez. Hagan juego.

Las intervenciones de uno y otro son un fiel reflejo de la estrategia, buscada o no, que han seguido ambos sectores en estos últimos tiempos. El taxista tira más de corazón, de derechos laborales y sociales, de dique pequeño pero matón contra el capitalismo salvaje. El empresario de las VTC habla de libre competencia, de mano tendida, de legislación favorable, de tendencia mundial de la que ninguna ciudad puede quedar al margen. De ahí lo difícil de la cosa: buscan cosas distintas basándose en preceptos aparentemente antagónicos. Se nota sobre todo cuando hablan de las nuevas tecnologías. Lo que para Goñi es una “oportunidad y la primera oleada de un tsunami que se nos viene encima”, para Álvarez son “aplicaciones disruptivas que quieren cambiarlo todo para poder operar haciendo el trabajo de otros”. “Detrás suyo solo hay buitres financieros que vienen a crear miseria. Al principio son guais y muy ‘cool’, pero luego la gente ya ha ido viendo de qué van. Esto no tiene nada que ver con la movilidad y el futuro”. “Va de especular y explotar a los conductores”, se queja el taxista. “No somos competencia desleal porque así lo han dicho las sentencias a nuestro favor. El taxi ha decidido exterminarnos para quedarse solo, pero no se da cuenta de que tiene pendiente una revolución tecnológica y de que su imagen está por los suelos”, responde el representante de la patronal.

El mal endémico de las licencias

Solo se ponen más o menos de acuerdo al hablar de las licencias de taxi, que se han convertido en un bien patrimonial, en una herencia para los hijos o en una golosa jubilación en el caso de que se opte por vender. Sucede lo mismo con las paradas de los mercados municipales. Y en menor medida, porque tienen fecha de caducidad, con las plazas públicas de aparcamiento. En el caso que nos atañe, la compra genera una deuda en el taxista que le obliga a hacer malabares (un montón de horas al volante) para poder asumir el crédito. Un pez que se muerde la cola. “Debería haber un precio fijo razonable -sostiene Tito-. No me parece lógico que la credencial valga 150.000 euros, pero no podemos olvidar -pasa al ataque- que los que establecieron esos precios son los mismos que se han pasado al otro lado (a las VTC) y se han forrado con la compra-venta de licencias de estos coches".

En eso no le falta razón: muchos de los que aprovecharon el vacío legal entre el 2009 y el 2015, cuando se liberalizó el transporte de personas en vehículos de hasta nueve plazas, formaban parte de las entidades nacionales del taxi. El propio Goñi había sido presidente de la Federación Catalana del Taxi. Ríete tú del mal cuerpo que se les quedó a los culers con el fichaje de Luis Figo por el Real Madrid. Él se defiende: "Yo evité que Julio Sanz, de Teletaxi, comprara 5.000 licencias VTC por un defecto de forma. Logramos que el Supremo no se las diera, así que los taxistas tendrían que hacerme un monumento". Tito suspira, como conteniendo las ganas de lanzarlo a la piscina. 

El representante de Unauto va más allá del debate sobre el precio de la credencial e insta a “retirar la licencia a un taxi o a un VTC en cuanto el titular se jubile”. Ese plan de reestructuración evitaría la especulación en ambos sectores, pero es algo que la Administración no se ha planteado. Todavía. Sobre la propuesta, Álvarez echa en cara que los que lo ponen sobre la mesa “se hayan hecho de oro al comprar credenciales por 40 euros para revenderlas por millones de euros”. “Han usado información privilegiada para enriquecerse y ahora, cuando tienen la cuenta llena de millones, quieren poner orden”.

La conversación avanza con cordialidad pero se masca la animadversión que sienten el uno por el otro. Apenas se miran a los ojos, y si lo hacen, es porque hay una acusación personal. Por suerte, no abundan. Pero hay momentos en los que es inevitable. Goñi saca el teléfono e invita a escuchar un audio en el que Tito celebra el cierre de una de las empresas del presidente de Unauto en Catalunya. Asegura que se presentaron en su oficina con un "grupo de taxistas paquistanís". "Les daba miedo mi negocio porque ofrecía distintas soluciones integradas de movilidad, desde taxi hasta VTC pasando por el transporte sanitario. Ese es el futuro, pero mi familia me dijo que evitara problemas". "Lo cerró y lo vendió por un montón de millones de euros", se defiende Tito, que no niega los hechos. 

Chantaje o lucha contra el neoliberalismo

Sobre el papel de la Administración, Goñi denuncia una "situación de chantaje constante en la que el uso de la violencia ha quitado la razón al taxi". "Si algo ha quedado claro es que aquí no mandan el ayuntamiento ni el Govern ni las multinacionales. Aquí mandan los taxistas y todo el mundo se ha plegado ante ellos a pesar de que son muchos los que a puerta cerrada te dicen que echar a Uber y Cabify es una barbaridad". Colau aparece constantemente en el relato de ambos. Tito dice de ella que ha demostrado "ser una persona que defiende los servicios públicos", mientras que su oponente sostiene que es "la gran instigadora de todo este problema, sin darse cuenta de que le hace un flaco favor al taxi con su política de pan para hoy y hambre para mañana". El taxista mira un poco más allá y advierte "sobre los partidos como PP, Ciudadanos y VOX, que dicen que España tiene que estar unida y luego someten a la gente a políticas neoliberales". "No entiendo qué tipo de patriotismo es ese".

El presidente de Unauto lanza una grave acusación contra un alto cargo de la Generalitat. Según su versión, Isidre Gavín, secretario de Infraestructures i Mobilitat del Departament de Territori i Sostenibilitat, les dijo que "había fórmulas para engañar al decreto aprobado por el Govern", maniobras para sortear tanto la precontratación de los 15 minutos como la obligación de eliminar la geolocalización previa a la reserva del servicio de un VTC o la prohibición de circular por las calles entre cliente y cliente. "Se lo pedimos por escrito, pero obviamente se negó y nosotros no estábamos dispuestos a trabajar de manera ilegal porque los taxistas se habrían dado cuenta rápidamente. Volveremos con la cabeza alta después de ganar en los tribunales". Según cifras de Unauto, el 89% de los vehículos de alquiler con conductor que operaban antes del decreto, han dejado de circular. "Las nuevas condiciones solo son rentables para el 11% de los VTC", detalla Goñi. "No nos da ninguna pena -sostiene Tito-. Que se marchen demuestra que estaban haciendo de taxi y no su trabajo".

El futuro de la profesión también tuvo sus minutos en el debate. Goñi explicó que han estado haciendo pruebas con un vehículo sin conductor y que por 90 céntimos pueden llevar a una persona desde el Hospital Vall d'Hebron hasta Drassanes. "Y todavía ganamos 20 céntimos". Tito avanza que han estado hablando con ingenieros expertos en ciudades inteligentes. Les dicen que todavía queda medio siglo para que estas tecnologías se popularicen. El presidente de Unauto tuerce el gesto; incrédulo. El taxista remata: "Y si nos dicen que viene el coche autónomo, ¿qué hacemos? ¿Nos rendimos? ¿No luchamos?". En el fondo, la guerra sobre el transporte urbano no ha hecho más que empezar.