¿Quién quiere volver al lugar del que huye?

Cruzar medio mundo huyendo de la violencia para tener que regresar de nuevo. Esto es lo que han tenido que vivir Mohammad, de 13 años, y su familia. Cuando solo tenía cinco, tuvieron que abandonar su hogar en la provincia de Ghazni, en Afganistán, para estar a salvo. Primero viajaron a Irán donde unos contrabandistas los llevaron hasta Turquía. El viaje no fue nada fácil. Dos días andando sin parar, a veces con la ayuda de un caballo. Exhaustos consiguieron cruzar todo el país hasta el mar Egeo. Pero la odisea aún no había terminado: ahora les tocaba atravesar el mar. Se embarcaron en un bote con capacidad para cinco personas, pero metieron a más de una veintena. Después de dos horas de viaje abarrotados en la barca, continuaron su recorrido a través de Europa y finalmente llegaron a Noruega. Este sería su nuevo hogar.

Este mismo día se registraron formalmente como solicitantes de asilo. Mohammad empezó la escuela. Todo era nuevo, pero rápidamente se adaptó e hizo muchos amigos, jugaba al futbol, estudiaba… Él y su familia veían que su vida se iba afincando y que su futuro estaba en Noruega donde habían hecho buenas migas con la comunidad, donde no se sentían como unos extraños y donde, por fin, se sentían seguros.

Pero cuatro años después llegó la mala noticia: su solicitud de refugiados había sido rechazada por el Gobierno noruego. Este ya no sería su hogar; tenían que abandonar el país. Un día, cuando todos aún dormían, la policía se personó en el apartamento de la familia y los arrestaron. Los tuvieron recluidos durante 20 días. Se sintieron como si fueran criminales. Posteriormente fueron deportados a Afganistán, dotándoles de una pequeña ayuda económica. “Volvimos a la zona de guerra”, recuerda Farah, la madre de Mohammad.

¿Quién quiere volver al lugar del que huye? ¿Quién quiere vivir con miedo constante? Al llegar a Kabul, Mohammad y su familia tuvieron que empezar de nuevo. No tenían nada, ya que se habían desprendido de todas sus pertenencias años atrás. El padre de Mohammad trabaja ahora como obrero. Gana menos de 2 euros al día, lo que no les da para mucho. Su mayor temor en Afganistán es la inseguridad ya que la situación ha empeorado estos últimos años. "No me siento seguro aquí. Cada vez que salgo de casa para ir a la escuela pienso que no voy a volver. Cuando estoy en clase estudio con miedo constante. Temo que haya un ataque cada segundo”, explica Mohammad. “En Noruega tengo amigos y me encantaba mi escuela, mis maestros y mis compañeros. Me apasionaba estudiar allí y allí es donde veo mi futuro”, asegura.

Mohammad y su familia han perdido la esperanza. No ven la luz al final del túnel y lo único que anhelan es tener dinero para poder huir otra vez de Afganistán y regresar al que durante cuatro años fue su hogar. “No quiero que me maten aquí. Quiero salir de este país”, dice Mohammad.

Son muchos los Estados europeos que están realizando cientos de deportaciones de niños, niñas y adultos a Afganistán sin supervisar ni apoyar a las personas. Los niños estan regresando a uno de los países más peligrosos del mundo donde tienen muchas probabilidades de sufrir violencia o ser reclutados por grupos armados. De hecho, según revela un nuevo informe de Save the Children, una de cada cinco personas encuestadas afirma que al llegar a Afganistán habían tratado de reclutarlas para luchar en combate, cometer actos violentos o comprometerse con un grupo armado. Además, casi tres cuartas partes de los niños y niñas encuestados relataron que no se sintieron seguros durante la deportación y en más de la mitad de los casos hubo coerción o violencia.

La falta de coordinación entre la Unión Europea y el Gobierno afgano hace que apenas haya datos sobre el retorno de estos niños, y eso los deja en una situación de vulnerabilidad y en grave peligro de ser invisibles para el sistema. Este jueves se reúne el Consejo Europeo sobre migraciones, por eso, desde Save the Children pedimos a los líderes de la UE que detengan de inmediato el regreso de estos niños e instamos a los gobiernos a que prioricen los derechos de la infancia y las soluciones migratorias sostenibles. Porque los Estados de la UE no pueden abandonar su responsabilidad de proteger y apoyar a los niños y niñas más vulnerables.