TRAGEDIA EN LAS ISLAS BALEARES

La Mallorca alemana también llora la tragedia de Sant Llorenç

MALLORCA

MALLORCA / JORDI COTRINA

Carlos Márquez Daniel

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La plaza del Ajuntament es el lugar al que llegan todos los voluntarios que quieren echar una mano en las tareas de reconstrucción de Sant Llorenç des Cardassar. Hombres y mujeres de todas las edades y tamaños, cargados con palas, escobas, cubos y rastrillos, escuchan las instrucciones de una joven de Protección Civil. Se les intuye con ganas. “A la izquierda, los que prefieran limpieza en las casas. A la derecha, los que puedan cargar peso. En el centro, trabajos específicos, como carpintero, fontanero o electricista”. Entre los que escuchan, un par de personas rubias de ojos claros. Alemanes de Mallorca. Porque a ellos también les ha trastornado el 'tsunami' del martes.

Los alemanes del pueblo se implican en la reconstrucción del municipio afectado por la riada

En la calle del Cardassar, una de las más afectadas, Kerstin, que llegó al pueblo en 1996, sigue adecentando su casa, reformada hace tan solo unos meses. Toda la planta baja perdida. Es una de los cerca de 500 alemanes que viven en el pueblo. La están ayudando, además de su hijo Christian, un par de compatriotas. Solo se les diferencia por los rasgos tópicos -amén de ese castellano entrecortado tan característico-, porque el barro no hace distinciones en la cara de nadie. El alcalde Mateu Puigrós dice que la convivencia con este colectivo siempre ha sido buena, que nunca ha tenido la sensación de que hayan generado un gueto. Una joven voluntaria del ayuntamiento añade que “se han integrado más y mejor que en otros puntos de la isla, quizás por ser un pueblo pequeño”. “Me da la sensación de que se interesan por las cosas y por el entorno en el que viven”, afirma unas horas antes de que la localidad recibiera la visita de los Reyes de España, que viajaron a las isla para mostrar su apoyo a los damnificados. 

Despertar de la pesadilla

En la calle de Soler, en la zona más elevada de Sant Llorenç, que se salvó de las olas, está el restaurante Es Pati, abierto hace ocho años por Felix, que llegó desde Bremen hace 15 años. Su mujer Sarah lleva gafas de sol desde el martes porque tiene los ojos rotos de tanto llorar. “Todavía pienso que me despertaré de golpe y que todo habrá sido una pesadilla. Biel, el chico de la fruta y las verduras, ha perdido el negocio y la casa. No tiene nada, se ha quedado sin nada; nada… Pero es que había olas por el pueblo, fue increíble…”. El mismo martes llevaron bocadillos y refrescos a los afectados, que se arremolinaban en las rotondas que dan acceso al municipio. El miércoles y el jueves sacaron barro y agua de casas de amigos. Este viernes han decidido volver a lo suyo, la cocina, pero pensando en alimentar a los voluntarios. Preparan 300 hamburguesas completas. Las envuelven y las llevan al centro de avituallamiento, junto a la iglesia. 

Felix y Sarah tienen su restaurante cerrado y han preparado 300 hamburguersas para los voluntarios

“Siempre nos hemos llevado bien con todo el mundo. Esta es nuestra casa y no tenemos ninguna intención de regresar a Alemania. Aquí para siempre, en ningún otro lugar podríamos estar mejor”, sostiene Felix, empapado en sudor por el calor del horno. Sarah y Felix se conocieron en la isla en el 2003. Sus dos hijos hablan mallorquín “y tienen un montón de amigos”. “Cuando son pequeños no están por las tonterías de yo soy de aquí y tú de allá”. Han decidido cocinar y no meterse de nuevo en el barro a la vista de la cantidad de gente que ha venido al pueblo procedente de todos los rincones de la isla de Mallorca. A mediodía eran ya más de 600. También han abierto una cuenta corriente con la idea de recoger fondos para los afectados. “Algo hay que hacer porque no sé si nos podemos fiar de las promesas de ayuda de los políticos”.

El héroe ciclista

Fue un vecino alemán que iba en bici quien salvó a una niña el martes. Su madre falleció y su hermano, de ocho años, sigue desaparecido y cerca de 800 operativos le buscan a lo largo del torrente que se desbordó y que desemboca en S’Illot. “Pero da igual de dónde sea. ¿Tú no habrías estirado el brazo jugándote el tipo para sacarla del coche? Todos los alemanes que vivimos aquí queremos mucho a este pueblo. Pero no porque nos hayan tratado bien, sino porque lo sentimos como nuestro hogar”. Saben bien sus antepasados de qué va esto de moverse por el mundo. La bisabuela de Sarah era Margarete Trappe, la primera mujer cazadora de África y en cuya granja de Tanzania se rodó la película ‘Hatari’, con John Wayne al frente.  

De vuelta a la ‘zona cero’, un alemán de tamaño industrial que el jueves ya vino desde Manacor para ayudar está retirando pasados escombros como si se tratara de hojas del árbol. “Algunos somos un poco más fuertes, de algo tiene que servir”, bromea. Le requieren en una casa cercana: hay que sacar un mueble.