Las universidades catalanas buscan nuevos usos para los MOOC

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Carmen Jané

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Las universidades públicas catalanas no solo han logrado consolidar la oferta de Massive Online Open Courses (MOOC), cursos impartidos a través de internet a los que pueden apuntarse quien desee aprender sobre una materia, que lanzaron en enero del 2013. También están buscándoles nuevos usos que permitan hacerlos rentables y permanentes, como ensayar nuevos métodos pedagógicos, crear repositorios de materiales docentes audiovisuales o diseñar itinerarios formativos agrupando varios módulos.

Los primeros MOOC catalanes se publicaron durante el primer trimestre del 2013 en la Universitat de Girona y en la Pompeu Fabra (UPF). La Generalitat se sumó pronto a apoyar la iniciativa convocando un concurso público de 200.000 euros para el curso 2013-2014 al que se presentaron 138 proyectos pero de los que se aprobaron 14. El concurso se repitió al año siguiente con más dotación (253.961,60 euros) pero mucho más repartida: 32 proyectos que se llevaron unos 8.000 euros cada uno. Muchos de ellos siguen en activo.

“Las universidades decidieron apostar por el formato cuando vieron que el Govern daba 16.000 euros por hacer un curso. En ese momento los MOOC dejaron de ser algo fruto del voluntarismo de unos cuantos profesores para convertirse en algo serio. Y si se hace hay que hacerlo bien porque son el escaparate de la universidad”, explica Francisco García, vicerrector de innovación docente de la Universitat de Lleida.

La UPC, por ejemplo, los usa para preparar a sus futuros estudiantes, como el de “El lenguaje de la ingeniería”, su mayor éxito y premio a la calidad en docencia de la propia universidad. “Los MOOC contribuyen a la difusión del conocimiento en abierto y hay que hacerlos bien”, afirma Santiago Silvestre, vicerrector de Evaluación y Calidad de la UPC.

Producción cara

Y es que hacer cursos por internet es bastante caro porque se han de grabar, mantener y actualizar periódicamente. La base suelen ser explicaciones en vídeo pero también añaden manuales, presentaciones, bibliografía, pruebas de evaluación y foros de debate. Suelen durar entre tres y ocho semanas pero algunos se alargan durante todo un curso académico. Y son gratuitos, aunque algunos centros (la UOC, por ejemplo) comienzan a exigir un pago de entre 30 o 40 euros si se quiere obtener un certificado de superación.

Para producirlos, la mayoría de universidades cuentan con equipos especializados desde los Institutos de educación o incluso unidades propias que asesoran a los profesores y llegan a diseñar los materiales educativos. Es el caso de la Universitat de Barcelona (UB), que tiene un equipo vinculado a su unidad de innovación docente. “Muchos cursos eran solo bustos parlantes y no tenían ni diseño pedagógico ni pensamiento didáctico”, explica José Luis Medina, responsable de los MOOC en la UB.

177 cursos

Este trimestre, entre los siete centros públicos catalanes se ofrece una oferta estable de 177 cursos de las materias más variadas. Algunos centros han reducido su oferta, como la Universitat Rovira i Virgili, que tiene hasta una guía sobre cómo hacer MOOC en su web, que no ofrecerá ninguno este otoño, o la de Girona, que tras ser pionera y tener gran éxito con cursos como el que El Celler de Can Roca dio sobre la cocina al vacío (13.500 alumnos inscritos), este año apenas participa en uno con otras universidades sobre gestión del patrimonio cultural y prepara otro sobre la cultura del té.

Algunas universidades, como la UAB, trabajan casi en exclusiva con una plataforma, en su caso Coursera, en la que están las grandes universidades estadounidenses como Stanford o Harvard. Esto les ha permitido establecer sinergias. “Estamos preparando un MOOC sobre Big Data para el que se ha constituido un equipo multidisciplinar de docentes y con el que hemos entrado en contacto con una empresa estadounidense de inteligencia artificial, Deep Learning, propiedad de Andrew Ng, el fundador de Coursera. Ha sido un revulsivo para los profesores”, explica José Manuel Pérez Tornero, catedrático de Periodismo de la UAB y responsable académico de los MOOC.  El de Big Data será el germen de otros módulos que se prevé agrupar en un futuro master "de pago", señala. El mismo esquema que han seguido con la programación de videojuegos.

Otras, como la UPF, que tiene una oferta de 23 cursos de todo tipo de temática, participan en varios soportes, desde Miriada, la más popular en lengua hispana, a la inglesa Future Learning y otras tantas dependiendo del idioma. 

La UAB, la UPF y la UPC, además, utilizan los MOOC como parte de sus materiales de estudio en grados y masters y les buscan nuevas aplicaciones a tanto esfuerzo, desde la llamada clase invertida, en la que los alumnos se ven primero la clase magistral en vídeo en casa y luego se complementa en clase, o a crear una biblioteca audiovisual de recursos pedagógicos, explica el vicerector de Evaluación y Calidad de la UPC, Santiago Silvestre. Su estrella es “El lenguaje de la ingeniería” que suple el curso introductorio que dan a los estudiantes de carreras técnicas para que el profesor no tenga que repetir cada año la misma clase.

El punto no resuelto de los MOOCs es la evaluación por el carácter masivo de los cursos. Aunque se ha buscado automatizar muchos procesos con pruebas tipo test, esto no siempre es posible y hay quien opta porque los alumnos se corrijan entre ellos con pruebas previamente anonimizadas. El sistema no es popular.  "Pienso que en la universidad son los profesores quienes deben evaluar a los alumnos", señala García.  

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