Iniciativa saludable

Colonias en familia sin móviles ni tablets

Fundesplai propone estancias para padres y menores desconectando de la tecnología en el medio natural

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Carme Escales

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La falta de cobertura que tanto incordia a quienes hemos hecho de los aparatos móviles nuestro cerebro externo y nuestra conexión con el mundo la naturaleza la impone en ciertos recovecos rurales. Cuando no hay más remedio que desconectar de la tecnología porque las ondas electromagnéticas no llegan, la conexión con el entorno natural nos descubre otra conexión, sin interferencias entre las personas, el contacto 'offline', la vida de carne y hueso, caminar, tocar y conversar mirándose a los ojos.

Partiendo de lo necesaria que es esa reconexión entre las personas y la naturaleza, la Fundació Catalana de l’Esplai organiza estancias para familias con menores de 16 años en sus casas de colonias proponiendo vivirlas sin teléfonos móviles, tabletas ni ordenadores portátiles, centrando la atención en la convivencia con otras familias en medio de prados y bosques, y participando en actividades guiadas por un monitor.

En una masía del Montseny

Cinco familias lo han experimentado este fin de semana en la Traüna, una pequeña masía en el parque natural del Montseny. "Llegamos el viernes antes de cenar. La cena ya fue muy natural: ensaladas de tomate con frutos secos, garbanzos con verduritas y yogurt ecológico", explica Blanca García Murria. Ella llegó de Tarragona con su pareja, Joan Carles, y sus dos hijas, Blanca y Carla, de 7 y 3 años. "La mayor, cuando le dijimos que estaríamos el fin de semana sin móvil, nos dijo: ‘¿Cómo?’. Pues, sí, así es como habíamos viajado siempre antes. Cuando yo iba de colonias, llamaba a mis padres el primer día para decir que habíamos llegado bien y durante toda una semana no sabían nada de mí", recuerda esta madre. "Antes de venir hemos tenido que avisar a la familia y a los amigos con los que estamos más en contacto para decirles que si no contestábamos estos días es porque estamos en un fin de semana de desconexión de aparatos", precisa.

"Decimos de nuestros hijos, pero nosotros también vivimos enganchados. Yo, a Twitter, siguiendo la actualidad política. Buscas reforzar tu opinión y eso engancha", confiesa Raúl Alcaide, otro padre de fin de semana sin móviles. "Tengo dos teléfonos, el del trabajo y el personal. El del trabajo lo apago a las siete de la tarde, porque si no, tengo la tentación de abrir el correo", dice. "En el personal tengo whatsaap con varios grupos, uno del trabajo para emergencias, otro de amigos y otro de amigos con sus parejas, pero silenciados, porque en los grupos de más de 20 personas, en un solo día pueden llegar a entrar 1.000 mensajes", declara. "Ya casi no miramos la tele, seguimos las noticias por las redes, en las que todo va demasiado rápido. No rascamos más allá del titular que muchas veces es tendencioso y la noticia a la que acompaña, vacía de contenido", añade Alcaide. Por eso, haber elegido vivir tres días de desconexión en el Montseny le lleva a otra reflexión: "El objetivo ahora es regresar a casa después del fin de semana y aplicar coherentemente hábitos más saludables de consumo de nuestros aparatos móviles. Desconectar del todo no puedes, pero debemos reflexionar sobre esta adicción y establecer franjas de desconexión, concluye.

Sensaciones del aquí y el ahora

"Disfrutad del momento y de las sensaciones que transmite este lugar en este momento, sin estar pendiente de hacer una foto". Es el mensaje que Roger Duaso transmite a padres e hijos sentados a su alrededor en un prado, a punto de iniciar una exploración del entorno para localizar unas plantas aromáticas. Él es el monitor que guía en esa conexión con la naturaleza, respondiendo dudas al tiempo que promueve los beneficios del aquí y ahora sobre la hierba. Su propuesta para la mañana del sábado es elaborar un aceite de hipérico, que niños y mayores recolectarán en los alrededores de la casa y se llevarán a casa en un frasco de vidrio para utilizar después de un golpe. Aran, Maia y Marçal, de 10, 5 y 2 años lo han hecho con sus padres, Albert Costa y Alícia Vilaret. Ni pensaban en sus tablets. Tampoco cuando han abrazado juntos un castaño de 400 años en el bosque. Del 27 al 31 de agosto hay dos nuevas oportunidades para vivir unos días así, desconectados de tecnología.