CONDENADA POR NARCOTRÁFICO

Tania Varela, la fugitiva que vivió como un fantasma en Sitges

Nadie en la urbanización donde la abogada residió un año la vio durante este tiempo

Tania Varela

Tania Varela / periodico

Guillem Sànchez

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Los vecinos de Sitges convivieron durante un año con la mujer más buscada por las policías de Europa. Tania Varela, una abogada gallega condenada por narcotráfico y huida de la justicia española desde el 2013, fue detenida este pasado lunes por los Mossos d’Esquadra tras un largo periplo, según fuentes policiales, por Portugal y América del Sur. Esta población costera del Garraf, sin embargo, ni siquiera llegó a percatarse de su presencia.

Varela vivía, bajo una identidad falsa, en el número 14 de la calle Sant Dídac de Vallpineda, una urbanización adscrita a los municipios de Sitges y de Sant Pere de Ribes que está gestionada por una cooperativa. "Ni sabíamos que esa casa estaba alquilada", admite el gerente de la cooperativa. Propiedad de un matrimonio navarro, Les Orenetes, nombre de la casa en la que se escondía Varela, se alquiló hace un año a través de una agencia inmobiliaria. Los dueños del inmueble, contactados telefónicamente, han rechazado hablar con este diario dado que, aseguran, incluso desconocían el nombre del inquilino que pagaba su alquiler.

Ni en los restaurantes, ni en los taxis, ni en las tiendas de Sitges recuerdan haberse cruzado con Varela. Entre el parque infantil del Oasis -el recinto de toboganes ubicado junto al complejo de apartamentos a la entrada del municipio en el que fue detenida la narcotraficante a las 17.30 horas del lunes- y Les Orenetes median unos 800 metros. Varela se encontraba allí junto a su hija cuando dos agentes uniformados de los Mossos le pidieron que les acompañara a la comisaría de Vilanova i la Geltrú, donde sería formalmente arrestada horas más tarde. En esos 800 metros hay negocios como una farmacia, un bar, una tienda de comida italiana para llevar o un colmado. Establecimientos en los que cualquier vecino normal habría entrado a lo largo de un año para comprar leche, tomar un café o pedir una pizza para llevar. A ninguno de sus trabajadores le suena su cara. Tampoco en la farmacia Miret, un lugar que hubiera tenido que pisar casi obligatoriamente en caso de requerir un medicamento.  

Detrás de Les Orenetes hay un colegio privado de educación en inglés, un sitio que parecería idóneo para escolarizar a su hija sin necesidad de llamar la atención en desplazamientos a las escuelas más céntricas. Pero en el Bristish School of Barcelona sacuden la cabeza para negar que Varela sea la madre de una de sus alumnos. La familia Sala, que reside a 20 metros de Les Orenetes, es la única que asegura haber sido consciente de que en la casa vivía alguien que no era el matrimonio de Pamplona. Pero subrayan que apenas pudieron poner rostro a los nuevos ocupantes porque salían muy poco y recibían contadísimas visitas. "A la niña no la vimos nunca", añaden.

Vallpineda es una urbanización formada por mil viviendas que en su día fueron segundas residencias de veraneantes nórdicos o de familias pudientes de Barcelona. Con la construcción de la autopista del Garraf algunas de las segundas vendieron el piso en la capital catalana y optaron por quedarse aquí durante todo el año. Durante los meses sin sol, en Vallpineda hay poco más de mil personas, muchas jubiladas. También hay dos guardias de seguridad en cada una de las entradas. "No, no la he visto nunca", asegura el que tiene la caseta a menos de 100 metros de Les Orenetes.

Varela estuvo escondida en una casa de Sitges durante un año. Pero nunca llegó a vivir en Sitges. Sin el chivatazo que recibieron los Mossos, hubieran podido pasar años antes de que se hubiera levantado la primera sospecha.