LA HUELGA DEL 8-M

Sin mujeres no hay escuelas ni hospitales

Ingrid, Mar, Apolonia (centro), Maria, Aina y Mariona en el claustro del Hospital Clínic este jueves de huelga feminista.

Ingrid, Mar, Apolonia (centro), Maria, Aina y Mariona en el claustro del Hospital Clínic este jueves de huelga feminista. / periodico

Guillem Sànchez

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Las mujeres son el engranaje principal de hospitales y escuelas en Catalunya. Son mayoría en la base pero una excepción en el piso más alto de las estructuras sanitarias y educativas. De eso iba la huelga feminista de este 8 de marzo en ambos sectores -especialmente movilizados según las organizadoras de la protesta-, de denunciar que hombres y mujeres no luchan en igualdad de condiciones por su carrera profesional. El seguimiento en educación ha sido "prácticamente total" para el paro de dos horas en secundaria y del 20% para el de 24 horas, según el sindicato Ustec, y en Sanidad del 75% para los paros de dos horas, según CCOO.

En el Hospital Clínic este jueves había mujeres trabajando. Pero ninguna que lo hiciera porque estaba en contra de una huelga que tiene que empezar a cambiarlo todo. Alba (39 años)Violeta (44) y Daria (32) son dos nutricionistas y una enfermera de Endocrinología que lucían bata blanca a la una del mediodía. "Nos sabía mal dejar tirados a los pacientes", se justifican. "El 80%" en este departamento lo forman mujeres. Pero la proporción se invierte cuando la carrera profesional alcanza los puestos de más relevancia. Algo que ocurre en todas las especialidades. "Menos en cardiología, los mandos pertenecen a los hombres". "Cuando tienes hijos -Alba tiene uno de 18 meses y Violeta tiene dos de 8 y 11 años- no puedes quedarte más horas, tienes que irte a casa, ahí comienza la brecha", explican.

Cristina (33)Anna (40)Teresa (24) y Ángeles (24) son investigadoras de la Fundació Clínic per la Recerca Biomèdica y del IDIBAPS. En el laboratorio también hay "más chicas que chicos". Pero en un sector tan competitivo, que "requiere presentar publicaciones científicas constantemente para tener acceso a proyectos financiados", la maternidad también cae sobre su trayectoria como un hachazo que las deja en la cuneta. "Uno o dos años fuera de la investigación equivale a perder el tren".

Ingrid (18)Mar (18)Apolonia (19)Maria (20)Aina (18) y Mariona (18) estudian Medicina en el Clínic. Están en primero. En su clase, "más del 70% de estudiantes son chicas". Pero en el ámbito universitario se repite el mismo patrón piramidal, que invierte la proporción entre base y vértice. Las fotografías de los decanos -todas menos una- muestran rostros de hombre. Las aulas de la facultad tienen nombres de médicos y científicos ilustres, todos varones.

Freno para mujeres

Enfermeras, nutricionistas, investigadoras y universitarias coinciden en que el machismo explícito escasea en su ambiente laboral. Lo que sí persiste dentro del Clínic es una dinámica estructural que facilita la progresión masculina y torpedea la femenina.  En su caso, los episodios de violencia sexual que les ha tocado vivir siempre han ocurrido lejos del hospital. 

Las universitarias son las que la sufren con más frecuencia. "Nos tocan el culo casi cada noche que salimos de fiesta", denuncian. "Se acerca un tío y te mete mano, y si le dices algo, encima te apabulla". Aunque lo peor nunca pasa en la discoteca, sino cuando llega la hora de regresar a casa. "Ni se nos pasa por la cabeza regresar solas, hacemos grupos y compartimos taxi", explican. "Si llevas tacones y te arreglas, sabes que te dirán cosas". Apolonia se rebela contra miradas y comentarios obscenos que incomodan, o directamente, asustan: "¡No somos vaginas andantes!".